No es fácil ignorar el rugido de un león. De acuerdo con la interpretación que hace Mary Baker Eddy de la revelación de San Juan, “La voz inaudible de la Verdad es, para la mente humana, como cuando ‘ruge un león’. Se oye en el desierto y en los lugares tenebrosos del temor” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 559). ¿No es interesante que la voz de la Verdad sea “inaudible” y tan fuerte como el rugido de “un león”? Inaudible, es decir, al oído, pero evidentemente vigorizante para el pensamiento humano.
En nuestra ruidosa era de la información, ¿por qué será que la voz de la Ciencia Cristiana a veces parece perderse entre la multitud? Una explicación podría ser que necesitamos vigorizarnos a nosotros mismos y ¡declarar sin timidez lo que es verdaderamente notable e invalorable acerca de esta Ciencia!
La Sra. Eddy era magistral al describir tales distinciones. Por ejemplo, en Ciencia y Salud escribe: “Las obras sobre metafísica dejan sin tocar el punto más importante. Jamás colocan la corona del Mesías sobre el poder de la Mente, ni obtienen la victoria sobre los enemigos físicos —o sea, la extinción de toda creencia en la materia, el mal, la enfermedad y la muerte— ni insisten sobre el hecho de que Dios es todo y que, por tanto, la materia no es más que una imagen en la mente mortal” (pág. 116).
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