2015
Una tira cómica que vi en una revista me llevó a orar con el fin de comprender cómo servir mejor la Causa de la Ciencia Cristiana y mi Iglesia filial de Cristo, Científico. La misma mostraba a un Dios todopoderoso, creador del universo, hablando con un hombre pequeño, y mostrándole Sus músculos y Su fuerza.
La práctica de la Ciencia Cristiana comienza con los hechos de la existencia verdadera: la verdad acerca de Dios, que es Su totalidad; la verdad acerca del hombre, que es su perfección como idea de Dios; y la verdad acerca del mal, que es su nada o inexistencia. El pensamiento que se basa en estos hechos no es influido fácilmente por las sugestiones de que hay algo presente aparte de la totalidad de Dios, la perfección del hombre y la nada del mal.
Un rayo de luz, no una alfombra en la puerta, es un buen símbolo de humildad. Un rayo de luz solo puede existir junto con su fuente, nunca actúa solo.
Dado el impacto tan grande que los avances tecnológicos tienen en nuestra vida diaria, es sabio considerar seriamente cómo nos están influyendo los medios sociales y la prensa en general. Esta llamada mental de alerta me llegó con persistencia cuando residía en una gran ciudad metropolitana.
El universo de Dios con su orden científico se está volviendo cada vez más evidente para los hombres en esta era de la investigación, la invención y el progreso religioso. A medida que el pensamiento humano se aparta de las creencias falsas sobre la materia, el tiempo y el espacio, esferas más amplias de percepción y acción se están desenvolviendo.
La humanidad está despertando y buscando un Salvador. Individuos, grupos y naciones, lidiando con problemas que parecen imposibles de resolver con los procesos acostumbrados, claman por encontrar algo, o a alguien, que los ayude a salir de los complejos asuntos humanos.
“Una radiante puesta de sol, hermosa cual bendiciones cuando alzan su vuelo, se dilata y resplandece al reposar. Así, una vida corregida iluminará su propia atmósfera con fulgor y comprensión espirituales”...
El poder que da vitalidad al tratamiento en la Ciencia Cristiana es Dios, el Amor divino. El amor del Amor, comprendido y practicado, es suficiente para renovar por completo lo que uno piensa de sí mismo.
¡Cuán tierno es el consuelo sanador que nos brinda la Ciencia Cristiana en momentos de aflicción! El hecho de poder recurrir al Cristo, la Verdad, y descubrir la identidad espiritual y eterna de la persona que amamos, trae una paz que ninguna evidencia física que indique lo contrario, puede jamás quitarnos. Esta paz espiritual está siempre al alcance de todo aquel dispuesto a apartarse del cuadro mental de sufrimiento, y volverse a Dios para encontrar la verdad acerca de la vida de alguien.
Cualquiera que estudie los términos del Glosario de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, se preguntará por qué Dan representa el magnetismo animal. Sin embargo, al estudiar el tema más ampliamente en la Biblia, es evidente que las definiciones que el Glosario ofrece de estos términos son correctas, que Dan es realmente un tipo de magnetismo animal.