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La gratitud es una amiga fiel

Del número de noviembre de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 22 de noviembre de 2021 como original para la Web.


En muchas culturas, el otoño, cuando se cosechan los cultivos, es tradicionalmente la época de expresar gratitud. Por ejemplo, Sucot, que conmemora los años que los judíos pasaron en el desierto en el camino a su Tierra Prometida, celebra la forma en que Dios los protegió en condiciones difíciles. Y creyentes y no creyentes por igual en Canadá y los Estados Unidos celebran su Día de Acción de Gracias todos los años. La gratitud es siempre una cualidad valiosa, y las expresiones diarias de gratitud brindan un sentimiento tranquilo y fortalecedor de la gracia del Espíritu, Dios.

Este año, esta temporada, muchos de nosotros en todo el mundo podríamos ser perdonados por hacer algunas preguntas difíciles. ¿Es posible estar agradecido después de las luchas que hemos tenido en todo el mundo? ¿Qué pasa si los temores y las incertidumbres, o incluso la apatía, nos convencen de que no tenemos mucho por lo que sentirnos agradecidos?  

¡Estar agradecido realmente no es una opción! Es nuestra respuesta natural a la bondad infalible de Dios.

Como estudiante de la Ciencia Cristiana, he descubierto que recurrir a la Biblia indefectiblemente da respuestas a nuestros pedidos de consuelo. El libro de Isaías nos asegura: “Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán” (Isaías 43:2, NTV). Esta promesa de la liberación de Dios abre nuestros pensamientos a la posibilidad y presencia de un gran bien. Fomenta la gratitud por la capacidad salvadora y sanadora del Amor divino, y la esperanza acompaña esta gratitud.

Cristo Jesús comprendió profundamente el cuidado de su Padre-Madre Dios por todos, y esto le permitió más de una vez expresar gratitud antes de que los resultados completos de su oración fueran obvios. Tomemos, por ejemplo, su multiplicación de los panes y los peces y su resurrección de Lázaro de la muerte (véase Mateo 14:15-21 y Juan 11:1-46).  

En nuestra búsqueda de gratitud podemos aprender una lección del maestro cristiano. No solo deseamos simplemente estar agradecidos por cosas, personas o sucesos en nuestra vida (aunque ese es un buen comienzo); profundizamos aún más. Estar muy agradecido de que Dios es Todo y es el bien inmutable, y nos está enviando el bien a nuestras vidas, fomenta la curación. Es un reconocimiento, tal vez incluso en pequeñas vislumbres, de la presencia y el poder continuos de Dios aquí mismo en este momento, y, por ende, la impotencia y la naturaleza ilusoria del mal se vuelven más claras. Nuestra verdadera identidad espiritual, como el reflejo o la imagen de Dios como la Biblia nos dice que somos, resplandece.

Hace algunos años, cuando enfrentaba desafíos físicos y relacionados con el trabajo, entre ellos, momentos de pánico extremo, ¡no me sentía agradecida en absoluto! Me sentía cada vez más desesperada y separada de Dios.

Había estado orando durante algunos meses con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana. En un momento dado, cuando me sentía particularmente muy alterada, parecía que la vida nunca volvería a ser “normal”. No obstante, las profundas oraciones de ese querido practicista y el hecho de recurrir constantemente a Dios, gradualmente me llevaron a sentir sincera gratitud por el amor inquebrantable de Dios por mí.  

Incluso en mis peores momentos, pude sentir la profunda gratitud de que Dios, la Verdad, estaba allí mismo conmigo y me amaba. A menudo manejaba la rumia o análisis del problema afirmando: “Mi pensamiento está lleno de lo que la Verdad me está diciendo”.

Podía sentir, cada vez más, que Dios ya estaba aquí a cada momento y yo era uno con Él en ese mismo instante. Dios estaba suministrando exactamente lo que yo necesitaba saber a cada momento; estaba a salvo. 

Además, poder dar gracias a Dios simplemente por ser Dios era muy liberador. No necesitaba “mantener” a Dios en mi pensamiento, ¡era al revés! Agradecer la demostración de curación que era inevitable iluminó mi perspectiva.

Equipada con esta comprensión espiritual, pude ver más allá de lo que parecía ser un ciclo continuo de temor y síntomas. Así que pude decir, con el apóstol Pablo, “Más  gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).  

En un momento dado, me pareció correcto avanzar hacia nuevos horizontes respecto a mi carrera, y pude preparar a mis colegas para que se hicieran cargo del trabajo antes de irme amistosamente. Todos los desafíos sanaron por completo, y volví a sentir una paz y tranquilidad permanentes.   

He descubierto que cuando decidimos activamente buscar ejemplos de la gracia durante el día, no podemos menos que sentir un aprecio y amor cada vez más profundos por nuestro afectuoso Padre-Madre. A medida que llegamos a reconocer hasta las evidencias más pequeñas del cuidado de Dios a nuestro alrededor, comprendemos mejor lo que Mary Baker Eddy revela del Amor divino. Su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, dice: “La profundidad, la anchura, la altura, el poder, la majestad y la gloria del Amor infinito llenan todo el espacio. ¡Eso basta!” (pág. 520). Este sentido expansivo del poderoso cuidado del Amor nos lleva naturalmente a sentir una profunda gratitud.  

La gratitud no es un sentimiento pasivo y nebuloso. Para conocer la paz y la alegría que acompañan la gracia de la gratitud, necesitamos expresarla activamente. El Antiguo Testamento registra un requisito para expresar alegría en la celebración judía del Sucot del cuidado de Dios (véase Deuteronomio 16:13-15), y el escritor de Primero de Crónicas registra que los sacerdotes adoraban a Dios: “Y han de estar presentes cada mañana para dar gracias y para alabar al Señor…” (23:30, LBLA). ¡Para mí es un recordatorio importante de agradecer activamente y con regularidad a Dios al orar, ya sea diariamente o a cada hora!

Una definición de gratitud incluye “disposición de manifestar aprecio y devolver amabilidad” (Oxford Languages en Google), y la Sra. Eddy lo expresa de esta manera en sus escritos: “Para amar y ser amado, hay que hacer el bien a los demás. La condición indispensable para ser bendecido, es la de bendecir a otros; mas para ello debes conocerte a ti mismo de tal manera, bajo la dirección de Dios, que harás Su voluntad aun cuando tus perlas sean pisoteadas” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 127). De modo que, nuestra expresión de gratitud no se efectúa meramente en momentos de tranquila oración, sino que debe evidenciarse en la vida diaria: actuando, no simplemente en palabras de agradecimiento. 

Todos encontraremos diferentes maneras de expresar nuestra gratitud, ya sea a través del trabajo en la iglesia, como voluntarios para una organización benéfica, cuidando de las mascotas de un amigo durante el día u orando por otro que esté necesitado. Nuestra gratitud es recompensada con la paz y la alegría que Dios brinda.  

¿Qué pasa si nos hemos sentido ingratos? ¿No es esto solo temor o una creencia ignorante que argumenta que Dios es incapaz de satisfacer nuestras necesidades? Expresar gratitud a Dios frente a tales sugestiones en realidad nos ayuda a liberarnos de la desesperación. Y cuando nos encontramos con la ingratitud de la familia, amigos o colegas, podemos apreciar la expresión de gratitud como una cualidad espiritual que está libre e inmediatamente al alcance de todos. La gratitud es una capacidad espiritual, la habilidad que Dios nos ha dado que está siempre dentro de nuestra consciencia porque refleja el amoroso aprecio de Dios por Sus hijos.  

Me encanta cómo la palabra griega charis, a menudo traducida como gracia, utilizada en el Nuevo Testamento, está estrechamente asociada con la palabra para expresar gratitud, eucharistos. Pablo estaba muy consciente de esta gracia de la gratitud. Sus cartas reconocen que el don de la gracia de Dios es suficiente para satisfacer todas las necesidades, enriqueciéndonos para que no nos falte nada. Él escribe esto a los Colosenses con respecto al Cristo: “Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud” (2:7, NTV).  

Entonces, ¡estar agradecido realmente no es una opción! Es nuestra respuesta natural a la bondad infalible de Dios. Es nuestro reflejo del aprecio de Dios y la profunda alegría por cada uno de nosotros. Brota en nosotros, restaurando la inspiración y la esperanza cuando más las necesitamos. Fomenta la expectativa y reconoce el cumplimiento de las promesas de Dios. La gratitud es una amiga fiel.

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