En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, leímos una historia en la Biblia acerca de un hombre llamado Jacob. Una noche, Jacob estaba durmiendo en un lugar solitario. Soñó que había una escalera al cielo, y vio a los ángeles de Dios subiendo y bajando por ella (véase Génesis 28:10–19).
Yo también tengo una escalera así. Está en mi pensamiento. Mi escalera es exactamente como la de Jacob, excepto que me gusta pensar que cada peldaño es una idea angelical, o un buen pensamiento, de gratitud. Trato de usarlo todos los días, a veces varias veces al día, porque cada vez que expreso gratitud me siento más cerca de Dios.
Una de las cosas en las que pienso es cuán agradecido estoy por lo que conozco acerca de Dios. Sé que ya sea que esté en la escuela, en la cancha de tenis o navegando en Maine, Dios siempre cuidará de mí, porque Dios me ama y es omnipotente. Otro ejemplo es que estoy agradecido por los himnos de Mary Baker Eddy, porque una noche cuando tuve fiebre, mi papá me cantó los siete himnos de ella, y al día siguiente estaba bien.
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