Todo se había detenido y no había señales de que cambiara pronto. Cuando comenzó la pandemia, y luego continuó, nada era como solía ser. Debido a la tecnología con la que había crecido, estaba acostumbrada a que las cosas se movieran y cambiaran con rapidez. Entonces, aunque sabía que necesitaba tener paciencia para superar estos tiempos difíciles, me encontraba cada vez más impaciente, ansiosa y temerosa. Solo quería que mi vida volviera a la normalidad lo más rápido posible y poder ver nuevamente a mis amigos y familiares.
A medida que pasaban los meses, sentí que me estaba sumiendo en un profundo agujero de temor, ansiedad e inquietud, y parecía que no podía salir. Finalmente, recurrí a mis padres en busca de ayuda. Juntos acudimos a la Biblia y a los escritos de Mary Baker Eddy, como habíamos hecho muchas veces en el pasado cuando uno de nosotros necesitaba sanar.
Una cosa de la que hablamos fue “Una Regla para móviles y actos” del Manual de La Iglesia Madre (Mary Baker Eddy, pág. 40). Durante meses, mi clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana había estado trabajando en memorizar esta instrucción, pero yo no parecía encontrar el tiempo para memorizarla o para comprender sus ideas. Pero ahora, en uno de los momentos más bajos de mi vida, me encontré recurriendo a ella cada vez más.
Una frase en particular me llamó la atención: “Los miembros de esta Iglesia deben velar y orar diariamente para ser liberados de todo mal...”. Durante el estrés de la pandemia, en lugar de recurrir a la Ciencia Cristiana como mi recurso número uno, había estado recurriendo a todas las fuentes de distracción que podía encontrar. En lugar de buscar ayuda para “ser liberada” del “mal” de esta sombría mentalidad, solo había estado esperando que las cosas cambiaran para que mi miseria pudiera terminar. Aunque sabía que podía orar, me había convencido de que la oración no me daría soluciones lo suficientemente rápido.
Pero ahora, habiendo llegado a lo que parecía ser un callejón sin salida, era más evidente que nunca para mí que recurrir a la Ciencia Cristiana era la única opción. Quería dejar de aceptar estas mentiras sobre mí misma y pedirle a Dios que me mostrara lo que era real y bueno acerca de mí como Su hija.
Cuando comencé a orar activamente por mí misma y a estudiar pasajes de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por la Sra. Eddy, sentí que me estaba reencontrando con muchas de mis primeras lecciones de la Escuela Dominical, por ejemplo, que Dios es bueno, así que, por ser Su hija, yo también soy buena. Y esto quería decir que la ansiedad y el temor no podían ser parte de lo que soy. Redescubrí las cualidades espirituales de inteligencia, estabilidad y vivacidad que sentía que me habían faltado. Ahora pude ver que, puesto que reflejo estas cualidades de Dios, siempre están incluidas en mi identidad. Antes, había estado esperando que el mundo cambiara; ahora me di cuenta de que el cambio vendría cuando pusiera mi fe y confianza en mi Padre-Madre Dios.
Después de recurrir a Dios y volver a estar en contacto con la verdad acerca de quién soy, todo comenzó a mejorar. A pesar de que el mundo aún no había vuelto a la normalidad, ya no me sentía perdida y como si todo en mi vida estuviera fuera de control. Pude apoyarme en Dios para obtener mi felicidad y paz, y expresar más constantemente cualidades como paciencia y esperanza. Lo más importante es que redescubrí lo poderoso que es recurrir a la oración cuando tengo una necesidad, y que puedo esperar curación.
