Todo se había detenido y no había señales de que cambiara pronto. Cuando comenzó la pandemia, y luego continuó, nada era como solía ser. Debido a la tecnología con la que había crecido, estaba acostumbrada a que las cosas se movieran y cambiaran con rapidez. Entonces, aunque sabía que necesitaba tener paciencia para superar estos tiempos difíciles, me encontraba cada vez más impaciente, ansiosa y temerosa. Solo quería que mi vida volviera a la normalidad lo más rápido posible y poder ver nuevamente a mis amigos y familiares.
A medida que pasaban los meses, sentí que me estaba sumiendo en un profundo agujero de temor, ansiedad e inquietud, y parecía que no podía salir. Finalmente, recurrí a mis padres en busca de ayuda. Juntos acudimos a la Biblia y a los escritos de Mary Baker Eddy, como habíamos hecho muchas veces en el pasado cuando uno de nosotros necesitaba sanar.
Una cosa de la que hablamos fue “Una Regla para móviles y actos” del Manual de La Iglesia Madre (Mary Baker Eddy, pág. 40). Durante meses, mi clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana había estado trabajando en memorizar esta instrucción, pero yo no parecía encontrar el tiempo para memorizarla o para comprender sus ideas. Pero ahora, en uno de los momentos más bajos de mi vida, me encontré recurriendo a ella cada vez más.
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