
Para jóvenes
Me pregunté: “¿Cuál es mi propósito en esta carrera? ¿Y cómo expreso a Dios?”. Razoné que había venido a la carrera para probar algo nuevo que realmente fuera un desafío para mí.
Dios ya me estaba proporcionando lo que yo pensaba que me faltaba.
Cuando el terror está cerca, la oración trae respuestas y ayuda.
Anhelaba saber si Dios realmente existía.
Mi forma de nadar se volvió más fluida y realmente disfruté de la experiencia de la manera en que normalmente lo hago.
La curación ya había comenzado, y pude disfrutar el resto de mi viaje. Estaba muy agradecida y le di gracias a Dios.
Me concentré en comprender que Dios me ve a mí, Su expresión, como perfecta, siempre buena y saludable. Esta era un fundamento sólido con el que podía contar.
La respuesta estaba en reconocer que la fuente de la inteligencia es la Mente divina y en verme a mí misma como la expresión de esa inteligencia.
Resultó que mi vida después de esa caminata también llegó a una especie de claro.
Puesto que Dios nos ama, debemos ser completamente dignos de ser amados: impecables.