Para jóvenes
La verdadera belleza es la realidad para cada uno de nosotros y nada puede ocultarla.
Cuando este estudiante universitario se encontró con un grupo de amigos que seguían hablando muy mal de las chicas, él supo que necesitaba hacer algo. Pero ¿podría mantenerse firme frente a la presión de sus compañeros y mantener su amistad? La oración abrió el camino.
Las diferencias que antes parecían tan evidentes se desvanecieron a la luz de la verdad de lo que ambos somos: hijos del mismo Dios.
Una estudiante de la Escuela Dominical menciona algunos aspectos destacados de lo que ha aprendido allí, y la forma en que esta “verdad práctica” la ha ayudado y sanado muchas, muchas veces.
El mundo es bendecido mediante nuestro compromiso con la iglesia. Y nosotros también.
En medio de una situación alarmante, un adolescente halló que, en lugar de temor y pánico, él podía sentir la paz de la presencia de Dios, y eso cambió todo por completo.
Sullivan sanó cuando comprendió que solo podía verse a sí mismo como Dios lo ve, no de una forma mala o distorsionada.
El hecho de que somos espirituales significa que nada puede tocarnos o lastimarnos. Cuando Molly tuvo un virus estomacal y no se sentía bien, orar con estas ideas la ayudó a sanar de forma rápida y permanente.
Nuestra identidad única y real es total y completamente espiritual, y no es tocada por ninguna sugestión del mal.
Al sentirse rechazada después de que su novio rompió con ella, esta joven se dio cuenta de que tenía más para aprender acerca del amor, comenzando con su relación con el Amor divino, Dios.