
Relatos de curación
Deseo expresar mi más profundo agradecimiento por haber conocido la Ciencia Cristiana, lo cual para mí se ha manifestado en una ininterrumpida protección y guía en todas mis actividades. Antes de comenzar el estudio diario de la Lección-Sermón indicada en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, me encontraba dedicado a una tarea en mi oficina que requería el trabajo continuo con números y cálculos matemáticos.
Me siento feliz de poder testificar acerca del poder infinito de la Mente divina, Dios, que sana todas las enfermedades. La primera vez que oí hablar sobre la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.
Hace más o menos nueve años mi esposo falleció repentinamente. Mientras hablaba acerca de esto con un estudiante experimentado en la Ciencia Cristiana, éste me recordó que yo podía tornar esta experiencia en una manifestación de alabanza y de gloria a Dios.
En el prefacio de Ciencia y Salud por Mrs. Eddy leemos lo siguiente (pág.
La Ciencia Cristiana llegó a mi conocimiento por medio de un ejemplar del Christian Science Sentinel que fue dejado en nuestra casa. El primer artículo despertó mi interés y estimuló en mí el deseo de obtener el libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy.
Con el corazón lleno de gratitud deseo dar testimonio de las innumerables bendiciones y curaciones que he recibido mediante la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.
Hace más de treinta años encontré el camino que me guió a la Ciencia Cristiana. Y he podido constatar que tal como Mrs.
Desearía relatar una de las tantas experiencias que he tenido que prueban la practicabilidad, valor y bendición que ofrece la Ciencia Cristiana. Una tarde sentí la necesidad de orar por un entendimiento más claro de Dios y del hombre creado a la imagen y semejanza de Dios.
Mi madre había sido operada de cáncer, y el médico que la atendía le informó que era necesario que se sometiera a otra operación. No obstante, él abrigaba pocas esperanzas de que se restaurara.
Cuando contaba algo más de veinte años me ví atacada de una piorrea muy molesta. Mi dentista me informó que podía darme tratamiento para los dientes y las encías, pero que en vista de que la condición se había desarrollado muy rápidamente, él estimaba que lo mejor era que me dejara extraer todos los dientes.