
Editoriales
El Cristo siempre presente es nuestro abogado. Habla la Palabra de Dios, la Verdad, a cada corazón humano, y es lo suficientemente poderosa como para desinflar la contención, anular el mal y sanar la enfermedad.
A través de la humildad vemos que nuestro verdadero ser es expresado por Dios, totalmente aparte de una visión limitada y mortal.
El mundo necesita nuestra gratitud basada en la evidencia espiritual. Necesita que nuestros corazones rebosen de amor por Dios y por todo lo que Dios es y hace.
Cuando nuestro corazón realmente quiere comprender y hacer la voluntad de Dios, nuestro corazón obtiene lo que quiere el 100 por ciento de las veces.
Esta revelación a la manera del Cristo nos libera de los temores, de las arraigadas tendencias materialistas y egoístas, y de los síntomas físicos preocupantes.
La inmensidad de las necesidades humanas requiere más de lo que los mejores esfuerzos humanos pueden ofrecer. Pero el poder ilimitado del Cristo, visto en el ministerio eterno de Jesús, ofrece la curación, restauración y redención tan fundamentales para el mundo de hoy.
Cada parte del sistema educativo de la Ciencia Cristiana existe para ayudarnos a hacer precisamente eso: a cultivar las cualidades que son naturalmente nuestras por ser los hijos puros y perfectos de Dios que realmente somos.
Todas las acciones provienen de los pensamientos. La oración, con su impacto directo en la consciencia, la cambia a puntos de vista más elevados y espirituales.
La Ciencia Cristiana proporciona una base espiritual sólida para la inclusión: la verdadera naturaleza de Dios.
Un momento de búsqueda tan humilde y espiritual —incluso en una cabina electoral— puede elevar el pensamiento y purificar nuestros deseos.