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Original Web

“¿A dónde se habían ido las enfermedades?”

Del número de mayo de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 10 de marzo de 2025 como original para la Web.


“¿A dónde se habían ido las enfermedades?”, preguntó una persona que había sido sanada de un problema renal y reumatismo, considerados letales, al leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy. ¿Qué había pasado?

El relato de esa persona es uno de los 84 testimonios en el capítulo final del libro, “Los frutos”. Este capítulo incluye curaciones de un brazo fracturado, cáncer, enfermedades cardíacas, hernia, tuberculosis, cataratas, visión escasa, sordera y  muchas otras, todas logradas a través de la lectura de Ciencia y Salud.

¿Qué tiene este libro que podría producir tales resultados?

En pocas palabras, estos lectores sintieron y experimentaron el poder y el amor de Dios. No como una proyección lejana y teórica de una deidad a menudo malinterpretada, sino como la totalidad sagrada y profundamente cercana del único Dios infinito, totalmente bueno y totalmente amoroso. Ellos sintieron profundamente el poder de la presencia y el amor transformador de Dios, que se manifestó en libertad física.

El testificante escribió: “Persistí en leer Ciencia y Salud, junto con la Biblia, sabiendo que Dios, tal como fue revelado por Cristo Jesús, puede hacer todo, que todas las cosas por Él fueron hechas, que Él puede sanar, y que efectivamente sana a los enfermos. Él me ha sanado, gracias a Su santísimo nombre” (pág. 616).

 Cualquier persona, cuya vida haya sido mejorada e incluso transformada a través de su estudio de Ciencia y Salud, se identifica con tal declaración. Este magnífico libro es accesible a todos los lectores, y su teología única es universalmente aplicable. Las verdades de este libro, reveladas por Dios, nos hablan directamente a cada uno de nosotros. Invitan al lector a reflexionar sobre cómo estas declaraciones abordan y pueden sanar cualquier situación difícil que podamos enfrentar.

El descubrimiento de la Ciencia Cristiana que hizo la Sra. Eddy da vida a la Biblia al explicar su significado espiritual. Por ejemplo, Génesis 1:27 afirma que todos estamos hechos a imagen de Dios. Reflejar al Espíritu divino, Dios, significa que somos fundamentalmente espirituales y semejantes a Él. Como somos totalmente espirituales, no estamos sujetos a condiciones materiales, pronósticos, limitaciones o temores. De hecho, estamos naturalmente exentos de todo eso por ser las creaciones puras, impecables, perfectas y hermosas de Dios. Y la comprensión que Ciencia y Salud da de nuestra verdadera identidad espiritual como hijos de Dios conduce naturalmente a la curación. 

La Sra. Eddy se inspiró profundamente en la Biblia, en los Evangelios en particular. Estudió cómo la comprensión de Cristo Jesús de su identidad como el Hijo de Dios le permitió sanar todo tipo de enfermedades e incluso devolver a la vida a personas que habían muerto. Al contemplarlo como el Mostrador del Camino, ella demostró la aplicabilidad eterna de sus declaraciones, tal como: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Demostró que confiar en las leyes espirituales de Dios —como lo ilustran y demuestran muchas personas en las Escrituras— sana dolencias mentales, morales y físicas de toda clase. Ciencia y Salud —el libro de texto de la Ciencia Cristiana— fue el resultado de su inspiración y experiencia verdadera, y explica que una comprensión más profunda de Dios, que es tanto Amor infinito como Mente divina, sana, y transforma a menudo nuestras vidas.

El elemento transformador en particular es lo que hace que la curación en la Ciencia Cristiana sea excepcional. Sí, la curación incluye un ajuste adecuado del cuerpo físico. Pero Ciencia y Salud explica que el cuerpo es simplemente la presentación externa del pensamiento. El cambio en el pensamiento es el resultado del crecimiento espiritual y de un sentido más profundo de la presencia y el poder de Dios, y por lo general trae una reforma del carácter. 

La Sra. Eddy escribió acerca de su descubrimiento: “Yo había aprendido que el pensamiento debe espiritualizarse a fin de comprender el Espíritu. Debe volverse honrado, desinteresado y puro, a fin de obtener la más mínima comprensión de Dios en la Ciencia divina. Lo primero debe ser lo postrero. Nuestra confianza en las cosas materiales debe transferirse a la percepción y confianza en las cosas espirituales. Para que el Espíritu sea supremo en la demostración, debe ser supremo en nuestros afectos y debemos ser revestidos con poder divino. …

“Yo había aprendido que la Mente reconstruyó el cuerpo, y que ninguna otra cosa podía hacerlo” (Retrospección e Introspección, pág. 28).

Miles de personas han descubierto que esto es cierto a través de su estudio de la Biblia y Ciencia y Salud. Otra testificante de “Los frutos” escribió: “He sido beneficiada en todo sentido por la Ciencia Cristiana, física, mental y espiritualmente, y por nada del mundo prescindiría de la comprensión que poseo de esta Ciencia” (pág. 615).

El testificante citado al principio de este editorial preguntó con asombro: “¿A dónde se habían ido las enfermedades?”. Comprender las leyes espirituales dilucidadas en el libro de texto nos permite demostrar nuestra libertad, incluso de la idea errónea de que la enfermedad es o alguna vez fue parte de nosotros. Después de todo, ¿cómo podríamos, como expresiones de Dios, ser atrapados, limitados o dañados de alguna manera? No podemos, y no lo somos. La realidad es que la expresión de Dios es inherentemente ilimitada, alegre, libre y completa. Aquellos sanados por este libro tan singular dan fe de este hecho. Como otra persona escribió: “El libro ha hecho su obra, y estoy completamente bien” (pág. 618). La invitación a abrir, estudiar y ser sanados por Ciencia y Salud se extiende a todos. 

Jennifer McLaughlin, Escritora de Editorial Invitada

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