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Una barrera contra la inflación

Del número de junio de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es posible que ni usted ni yo comprendamos todos los intrincados factores que contribuyen a la inflación o las normas económicas que se emplean para combatirla. Lo que sí comprendemos es que, cuando vamos a la tienda, nuestro dólar o yen o peso no compra tanto como hace algunos años — o incluso unos meses antes.

¿Existe una defensa eficaz — una barrera — contra esta crónica enfermedad económica? Es posible que pase algún tiempo antes que la sociedad en conjunto esté dispuesta a dar los pasos necesarios para controlar la inflación, pero hay algo que podemos hacer individualmente. Podemos desarrollar una cualidad que nos dé una medida de protección contra la inflación. Esa cualidad es la modestia.

Para los millones de gente que luchan por aumentar sus entradas, deseosas de pagar cualquier aumento en el costo de las mercancías, sea el que fuere, — siempre pensando en obtener más bienes — la palabra “modestia” pudiera parecerles extraña. Hasta inaplicable. ¿Pero no será que nuestros puntos de vista en cuanto a lo que tiene que ofrecer la existencia materialista son los que están inflados? ¿No será que estamos exagerando nuestra valía y habilidad como mortales? ¿No nos proveería una perspectiva más equilibrada una estimación más moderada en cuanto a los valores y actividades materiales? Muy bien podría ser que lo que necesitamos es desinflar la valía que muy a menudo se les concede a los aspectos materiales de nuestra vida.

Ahora bien, ¿cuánto puede lograr realmente una actitud más modesta? La Sra. Eddy nunca limitó las posibilidades de la modestia. Vinculándola al afecto, vio que podía lograr mucho más que contender con un problema económico. Escribe: “Estoy persuadida de que únicamente por la modestia y distinguido afecto ejemplificados en la carrera de Jesús, pueden los Científicos Cristianos ayudar al establecimiento del reino de Cristo en la tierra”.Retrospección e Introspección, pág. 94;

Jesús estaba libre de la extravagancia del materialismo. No obstante, tenía todo lo que necesitaba. Su vida fue un modelo de modestia, y, sin embargo, la riqueza y la abundancia espirituales caracterizaron su vida. Cristo Jesús comprendió la relación del hombre con Dios. Percibió que el verdadero ser del hombre es una manifestación de la afluencia del Espíritu, más bien que una víctima de las limitaciones de la existencia mortal. Y lo más importante, Jesús comprendió que la identidad espiritual del hombre es un hecho ahora mismo. Demostró que a medida que admitimos y comprendemos nuestra perfección como hijos de Dios, las limitaciones empiezan a desaparecer — aun aquellas limitaciones que todo el mundo acepta como inevitables.

Cuanto más rica sea nuestra consciencia en espiritualidad, tanto más modesta será nuestra estimación del materialismo. Algunos lectores es posible que piensen: “¡Mira: el nivel de vida de nuestra familia es tan modesto ya, que una palabra mejor sería ‘pobreza’!”

Pero no estamos hablando aquí acerca del número de cosas materiales que tenemos. Estamos hablando acerca de nuestra actitud hacia la materialidad — una evaluación acerca de lo que es la vida en general. Las expectativas del mundo en cuanto a la materialidad están infladas. Mientras algunas personas sufren escasez, otras sufren de exceso. En ambos casos las expectativas están infladas y necesitan que se las desinfle.

El factor importante no es tanto lo que tengamos o no tengamos materialmente; es nuestro deseo de desafiar nuestra falta de modestia, y, quizás, lo más importante sea desafiar la falta de modestia del mundo — su pretencioso materialismo. Sin tomar en cuenta lo que pueda ser nuestro nivel de vida presente, nos sería conveniente a todos ver de cerca nuestra vida. ¿Existen aspectos donde podríamos revisar nuestra evaluación de lo que constituye la abundancia y la valía?

Debiéramos sentirnos guiados a ampliar nuestra consciencia en espiritualidad y moderar nuestra expectativa en cuanto a lo que la existencia mortal tiene para ofrecernos. Hay herramientas vitales a mano: la Biblia, los escritos de la Sra. Eddy y las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. Podemos empezar a abandonar la suposición general de que el hombre es mortal — económicamente limitado y sujeto a factores económicos difíciles de controlar. El hombre es inmortal. Su estado verdadero es la expresión del Espíritu infinito. Su actividad de existir es ilimitada porque la consciencia verdadera no tiene restricciones. Éstos son hechos poderosos de la realidad. Tan grandes como son estas verdades, nuestras pretensiones sobre la medida en que la hayamos demostrado debieran ser ellas mismas modestas. Nuestra vida, más bien que nuestras palabras, expresará lo que hemos aprendido. La Sra. Eddy aconseja: “El estudiante sincero de la Ciencia Cristiana es modesto en sus afirmaciones y concienzudo en el deber, y espera y trabaja para que madure lo que se le ha enseñado”.No y Si, pág. 2.

Una modestia más consecuente en todo aspecto de nuestra vida moderará la tendencia a inflar las evaluaciones de materialismo. El efecto de este cambio en énfasis es quitar la excesiva dependencia en el materialismo y, sin embargo, satisfacer las necesidades legítimas de aquellos que no hayan sido satisfechas. Pero obtenemos una actitud más modesta al desarrollar nuestra expresión de espiritualidad. Si bien algunos encuentran atrayentes las sencillas virtudes de la modestia en el vestir y en el comportamiento, algo mucho más fundamental es necesario. Necesitamos arrancar la corteza total de los extravagantes ideales y acciones materialistas. Esto ocurre inevitablemente a medida que se desarrolla la comprensión espiritual individual.

En el análisis final, el problema de la inflación será resuelto por el individuo. La inflación retrocederá a medida que cambien las actitudes individuales. Los que tengan suficiente percepción espiritual para ver el valor de un enfoque más modesto a la existencia humana y una expansión de espiritualidad en su vida están levantando la barrera más eficaz de que se dispone contra la inflación.

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