Es posible que ni usted ni yo comprendamos todos los intrincados factores que contribuyen a la inflación o las normas económicas que se emplean para combatirla. Lo que sí comprendemos es que, cuando vamos a la tienda, nuestro dólar o yen o peso no compra tanto como hace algunos años — o incluso unos meses antes.
¿Existe una defensa eficaz — una barrera — contra esta crónica enfermedad económica? Es posible que pase algún tiempo antes que la sociedad en conjunto esté dispuesta a dar los pasos necesarios para controlar la inflación, pero hay algo que podemos hacer individualmente. Podemos desarrollar una cualidad que nos dé una medida de protección contra la inflación. Esa cualidad es la modestia.
Para los millones de gente que luchan por aumentar sus entradas, deseosas de pagar cualquier aumento en el costo de las mercancías, sea el que fuere, — siempre pensando en obtener más bienes — la palabra “modestia” pudiera parecerles extraña. Hasta inaplicable. ¿Pero no será que nuestros puntos de vista en cuanto a lo que tiene que ofrecer la existencia materialista son los que están inflados? ¿No será que estamos exagerando nuestra valía y habilidad como mortales? ¿No nos proveería una perspectiva más equilibrada una estimación más moderada en cuanto a los valores y actividades materiales? Muy bien podría ser que lo que necesitamos es desinflar la valía que muy a menudo se les concede a los aspectos materiales de nuestra vida.
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