Editoriales
A medida que las verdades espirituales acerca de Dios y Su totalidad se van revelando en la consciencia humana, la oscuridad de los falsos conceptos materiales se va disipando. La iluminación espiritual sirve de bálsamo sanador para los dolores de las erradas creencias mundiales.
La gente, especialmente la juventud, no quieren quedarse en casa todas las noches después de la escuela o el trabajo. Quieren poder ir a todas partes libremente si lo desean — visitar amistades, ir al cine o salir a caminar.
El hecho de que un diseño o un producto sea nuevo parece ser, a veces, su única virtud. Las muchas ventas que se hacen sobre esta base sugieren el gran anhelo de la gente por la novedad.
“Nuestro Señor aquí está, el Rey del mundo es él” Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 164; es el verso triunfante que asociamos con la conmemoración anual del nacimiento de Cristo Jesús.
Era una reunión de testimonios de los miércoles bastante típica en una iglesia de la Ciencia Cristiana. Noté a dos jóvenes visitantes.
La espiritualidad usualmente tiene una forma de expresión religiosa, pero las enseñanzas y actividades religiosas no siempre tienen un firme elemento espiritual. La espiritualidad no lucha, ya que, sin esfuerzo, eclipsa a cualquier posible oponente.
Debido a que el hombre es creado a imagen de Dios, el Principio divino, es constante en el hombre la expresión de perfección. El ser verdadero es invariable.
Son muchas y muy complejas las decisiones que hay que tomar. Todos los días, la mayoría de las personas deben tomar unas cuantas, y la indeterminación de Hamlet de “ser, o no ser” puede parecerles elemental a los jefes de estado, a jueces y miembros de jurados, a los ejecutivos del mundo de los negocios quienes deben seleccionar equipos que cuestan millones, y aun a las amas de casa que deben escoger entre un sinnúmero de opciones que ofrece un supermercado.
La espiritualización del pensamiento: esto es lo único que adelantará y unirá a nuestra iglesia y la mantendrá segura. Es lo único que finalmente contribuirá a que la Ciencia Cristiana se destaque, separada y apartada del pensamiento y la organización meramente mortales.
—¡Eres asombrosa! ¡En los veinticinco años que te conozco no has cambiado nada! — dijo una mujer a otra. —¿Qué? — respondió la otra con fingida sorpresa —.