Muchos expertos creen que el mundo de hoy está amenazado por la explosión demográfica y que esto podría terminar en el terrible problema de la desnutrición y el hambre para millones de personas. Se dice que este predicho aumento de población podría llevar a grandes injusticias en la distribución de alimentos y bienes. Por supuesto que debe hacerse todo lo posible para disminuir o impedir este problema. Las medidas a tomarse bien pueden incluir una extensión de lo que se ha llamado “la revolución verde” o una reorganización en la economía y el comercio internacional.
La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) puede ayudar a poner en práctica las necesarias resoluciones al mostrar lo que está en el fondo del problema — la creencia de que el hombre es un ser corpóreo que se perpetúa a sí mismo y que es capaz de generar descendencia en cantidades superiores a la capacidad agrícola de los granjeros del mundo y a las tierras disponibles para sostenerlo. Hablando científicamente, esta concepción material de la creación y multiplicación se basa en un craso error. El único hombre real es el hombre que el Amor divino crea y cuida. El hombre es totalmente espiritual. Es el linaje perfecto, inteligente, incorpóreo de la Mente.
La Ciencia Cristiana es la Ciencia de la Vida. Dios es la Vida divina y eterna, y la Vida se expresa a sí misma en la creación de ideas. Estas ideas son puramente espirituales. En la Ciencia, lo que se denomina hombre es la idea de la Vida, no un mortal corpóreo. La Vida, el origen de todas las ideas, gobierna supremamente la multiplicación de esas ideas. Esto es lo que el escritor del Génesis da a entender cuando dice de la creación de Dios, el hombre: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. Gén. 1:28;
La Ciencia Cristiana usa también los términos Mente y Amor como sinónimos de Dios. La Mente gobierna la multiplicación de sus propias ideas con la inteligencia infalible de la Mente. Dios, el Amor divino, cuida constante y eternamente a cada idea. En el cálculo infinito de la Mente las ideas de la Vida son incalculables. Las ideas de la Vida no son finitas ni entidades limitadas cuya cantidad pueda determinarse. En el universo de la Vida, las ideas derivan de una fuente infinita — la Vida misma. No puede decirse de estas ideas que alguna vez hayan habido pocas ni tampoco puede decirse que puedan haber demasiadas. Las ideas expresan la infinitud de Dios, y ni se superponen ni una puede desplazar a la otra. Bajo el gobierno de la Vida, su fuente inagotable, una idea o muchas no pueden limitar el bien de otras ideas.
Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy nos dice: “El reflejo — en manifestaciones mentales — de las numerosas formas de la Mente, que pueblan el reino de lo real, es regido por la Mente, el Principio que gobierna el reflejo. La multiplicación de los hijos de Dios no procede de ningún poder de propagación en la materia, sino que es el reflejo del Espíritu”.Ciencia y Salud, pág. 303;
Podemos ayudar a contrapesar las dificultades que nos amenazan al cultivar la habilidad de ver al hombre como éste realmente es, y al dar prueba de las características del hombre en nuestra propia vida. Un sentido material de la existencia siempre presenta un problema, porque no ve las cosas como realmente son. El hombre finito del sentido material siempre está insatisfecho, incompleto y es mortal. Y cree que vive en un ambiente de espacio limitado, recursos agotables y cosechas inciertas.
El Cristo es lo que nos revela la verdadera naturaleza de Dios y del hombre, y lo que nos faculta para demostrar esta realidad espiritual. Jesús, el modelo de la verdad científica acerca de Dios y del hombre, se refería al Cristo al decir: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20; Hasta que — mediante un profundo crecimiento espiritual — la humanidad se despoje completa y permanentemente de la creencia de que el hombre es corpóreo y que el universo es material, el Cristo nos capacita para demostrar lo suficiente de todo aquello que necesitamos para nuestras necesidades humanas. “Cristo, la Verdad, da a los mortales alimento y vestido temporarios,” nos asegura la Sra. Eddy, “hasta que lo material, transformado en lo ideal, desaparezca, y el hombre sea alimentado y vestido espiritualmente”.Ciencia y Salud, pág. 442.
La verdad del ser es que el hombre, el reflejo de Dios, jamás atraviesa por momentos de crisis, jamás padece carencia, jamás está presionado por las creencias de superpoblación, jamás es mortal. Por el contrario, la Mente es la multiplicadora de todas las ideas, y esta multiplicación implica la riqueza y la diversidad de la sustancia indestructible y divina.
En la proporción en que la humanidad considere la existencia desde un punto de vista meramente material, en ese grado los problemas y los dilemas la limitarán y desafiarán. Pero cuando empezamos a admitir, a comprender y a reconocer la verdad espiritual de Dios, del hombre y del universo, percibimos las posibilidades de hallar soluciones adecuadas y las ponemos en práctica. Esto se debe al hecho de que cuando la consciencia humana se despoja de conceptos equivocados se amplía su capacidad — obtiene una mayor percepción, inteligencia y sabiduría de la Mente divina, hasta que supera por completo los viejos conceptos y deja de existir como ente separado de la Mente única y divina.
Podemos encarar toda condición futura de exceso de población siguiendo la dirección de la Ciencia de la Vida y estando dispuestos a abandonar los conceptos restrictivos y mortales acerca de la creación, la sustancia y la realidad.
