“Bendice, alma mía, a Jehová; y bendigan todas mis entrañas su santo nombre” (Salmo 103:1). Estas palabras de alabanza expresan en cierto modo lo que yo siento por la Christian Science. Las palabras no alcanzan a expresar cuán profundamente agradezco a Dios haya revelado esta grandiosa verdad a nuestra Guía, Mary Baker Eddy.
Desde que empecé a estudiar esta verdad que guía, yo he venido naciendo otra vez porque se me ha presentado un modo nuevo de vivir. La lástima que sentía de mí misma a causa de una tragedia que sufrí a principios de mi juventud, ha sido reemplazada con valor y fortaleza. Una timidez excesiva ha cedido su puesto a intrépida confianza, y mi mala salud quedó vencida después de haber consultado doctores uno tras otro que la diagnosticaban de diferentes maneras incluso la de debilidad cardíaca.
Se me ha presentado un modo de progresar que yo estaba lejos de imaginar. Mi caro anhelo de viajar ha sido satisfecho. Me he visto bendecida con una forma de trabajo que me ha llevado a muchas partes del mundo y he disfrutado el privilegio de ver y de gozarme en la contemplación de su belleza y grandiosidad. Siempre que me encuentro en algún pequeño lugar extraño y que la mente mortal me tienta a que escuche su voz de angustia, tengo mi Biblia y las obras de nuestra Guía y las admirables publicaciones periódicas de la Christian Science a que volver mis ojos.
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