Hace más de siete años, cuando llegaba casi a octagenario gozando todavía de excelente salud, noté que algo pasaba con mi voz. Enronquecía de vez en cuando. Un especialista diagnosticó el caso como tumor canceroso y recomendó mucho que me operara, aunque no dejó de decirme que para eso tendría que amputarme las cuerdas vocales también, dejándome mudo.
Yo rehusé someterme a esa operación y busqué alivio por otro lado. Lo cual me trajo a la Christian Science, y con la ayuda de un practicista sané del tumor y seguí con mi voz. Cualquiera que se ponga o imagine en mi lugar comprenderá cuán agradecido me sentí y me siento — a Dios a quien le debo esta curación, y también a Mrs. Eddy por habernos revelado la Christian Science, y al practicista que me ayudó tan eficazmente.
Someto este testimonio con la esperanza de que alguien que se halle en circunstancias semejantes se sienta animado a encomendarse a la Christian Science con toda confianza. Eso le traerá consigo otros beneficios además, como me los ha traído a mí. Mi estudio de Ciencia y Salud y los otros escritos de Mrs. Eddy, el estudio diario de la Lección-Sermón en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science, y la lectura de los periódicos de la misma, me han abierto los ojos, en cierto grado, para ver la verdad espiritual, así es que me he hecho miembro de La Iglesia Madre con plena convicción. Sólo siento haber recurrido a la Christian Science a edad algo avanzada, pues ahora percibo cuán difícil es a veces que los que dedican sus pensamientos a las cosas materiales por tanto tiempo los cambien por el modo de pensar espiritual. ¡Qué grande es el privilegio de los que desde su temprana niñez aprenden la verdad en la Escuela Dominical de la Christian Science! También eso lo ha hecho posible Mrs. Eddy, y nunca podremos agradecerle suficientemente esta provisión así como tantas otras igualmente sabias.—Harderwijk, Holanda.
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