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Yo perdí a temprana edad la fe en las enseñanzas...

Del número de abril de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Yo perdí a temprana edad la fe en las enseñanzas de la religión en que me criaron, y al verme impelida a leer la Biblia por primera vez me sentí tan enaltecida que me dí cuenta de que había encontrado la respuesta a mi afán de hallar a Dios. Sufría yo de un desorden estomacal crónico acompañado de mucha debilidad, estreñimiento y una enfermedad de los nervios que la ciencia médica pronunció heredada e incurable. Un viaje al extranjero en busca de salud, dos operaciones quirúrgicas y el mejor cuidado médico de los especialistas no me trajeron ningún alivio.

Entonces me habló de la Christian Science una practicista y comencé a estudiar el libro de texto Ciencia y Salud por Mrs. Eddy. Aunque poco entendía yo de su contenido, sabía que había hallado la verdad; y desde entonces fuí una estudiante devota y obrera activa en una Iglesia Científica de Cristo.

Mi primera curación fué de dolores de cabeza neurálgicos con dos tratamientos de una practicista. La curación de mi enfermedad del estómago y de los nervios fué lenta; me causó una agonía indecible, pero yo seguí firme en la fe y en mis obras. Un día oré a Dios que me indicara qué más podía hacer yo. Sentí el impulso de abrir el libro de texto en la página 272 y mis ojos dieron con estos renglones: “El sentido espiritual de la verdad tiene que obtenerse antes de que la Verdad pueda ser entendida. Este sentido se asimila sólo a medida que seamos sinceros, abnegados, bondadosos y humildes.” Eso me despertó a la necesidad de aplicar la verdad según nos enseña la Christian Science, y a estar más alerta al esforzarme por espiritualizar mi modo de pensar. ¿No había dicho Jesús (Juan 8:31, 32): “Si permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres?‟

Muchas cosas bellas y bendiciones he experimentado desde entonces en mi paso de los sentidos al Alma. Una noche que batallaba con inquietud y zozobra mental oré casi hasta el amanecer cuando oí claramente estas palabras: “No te dejaré ni te desampararé.” Sentí que me inundaba el gozo entonces, aunque el error susurraba que no era más que la mente mortal la que hablaba así. Inmediatamente tomé mí Biblia y se abrió en Josué 1:5: “Como yo fuí con Moisés así seré contigo; no te dejaré ni te desampararé.” Eso me convenció de que Dios me había hablado. El resultado fué una curación permanente acompañada de una impresión de Su amorosa presencia que nunca me ha dejado. Mi curación de la dislocación de unos órganos que me había hecho sufrir por más de treinta años, la experimenté mientras asistía a la reunión de nuestra asociación hace cuatro años. Esta curación la agradezco con especialidad porque me ha capacitado para ser tan activa como las otras mujeres ya sin dolencia ni incomodidad.

Doy las gracias por la bendición de haber recibido instrucción facultativa de la Christian Science y por el glorioso privilegio de trabajar exclusivamente en Su viña; ambas cosas me han traído un anticipo del gozo eterno y cierto grado de esa “paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Estoy profundamente agradecida a Dios por múltiples demostraciones de provisión o recursos, por haberme curado de muchos defectos de carácter y por vivir felizmente acompañada. Aprecio como un tesoro el privilegio de ser miembro de La Iglesia Madre, y mi lealtad a La Junta Directiva es inflaqueable., También reconozco mi deuda a Cristo Jesús y a Mrs. Eddy a la que le fué revelado el Consolador, que hoy nos guía a toda verdad.—

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