Gracias a la pureza e inspiración de una noble mujer, Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Christian Science, los sinceros buscadores de la Verdad tienen hoy la oportunidad de comprender que “El Amor universal es el camino divino en la Christian Science.” Esta admirable declaración que hace nuestra Guía en la página 266 de su magistral obra, ‟Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” indica la verdad de que el único modo de obtener una sensación perfecta de salud, felicidad, prosperidad y éxito es amando en la vida diaria. Dijo pertinentemente el Apóstol Pablo en su primera epístola a los Corintios (13:1, 2): “Si yo hablare las lenguas de los hombres, y de los ángeles, mas no tuviere amor, soy como bronce que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviere el don de profecía, y supiere todos los misterios, y toda la ciencia; y si tuviere toda la fe, de modo que pudiese remover montañas, mas no tuviere amor, nada soy.”
A fin de vivir más eficientemente, debemos adquirir un conocimiento exacto de la naturaleza del Amor. No se trata de amor humano o personal, sino de reflejar el Amor divino, siendo así su expresión. Sólo Dios es Amor, y el hombre, como idea, lo expresa constantemente. El amor de Dios, el bien infinito, no sabe de restricciones ni límites de ninguna clase. Es universal y omnipresente. El hombre creado por Dios es espiritual; su hermosura está en el Alma. De Dios hereda Su naturaleza perfecta y Sus cualidades imperecederas. Sólo esas cualidades son dignas de ser amadas. Una sensación puramente material de amor toma la forma de emotividad que a veces aparece como afecto sincero, pero que a menudo reserva a los humanos crueles decepciones. Querer la personalidad material y dejarse seducir por la sola atracción de un físico agradables es un error garrafal.
Si los hombres purificaran sus afectos y amaran a sus semejantes viéndolos en su entidad verdadera como idea espiritual, no darían lugar al efecto depresivo que ocasiona la pérdida aparente de los afectos humanos. El Amor divino no nos priva de nada bueno, sino que como dice Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 5): “Dios derrama las riquezas de Su amor en la compresión y los afectos, dándonos fuerzas según lo requiera el día.” La naturaleza inagotable del Amor divino hace posible que todo hombre exprese más amor desinteresado ennobleciendo más sus pensamientos y sus deseos.
El ejemplo siguiente muestra cuán bien recompensado es dar el primer lugar al amor en todo caso. Dos sinceros Científicos Cristianos se ocupaban de una tarea que los hacía que estuvieran en comunicación entre sí con regularidad. Una divergencia de opiniones los separó entonces a tal grado que su colaboración, en vez de ser eficiente y benéfica para los demás, se hizo casi nula, y la animadversión creció. Ambos creían que la razón estaba de su parte, persistiendo cada cual en su modo de ver, hasta que por fin decidieron entrevistarse con la esperanza de poner fin a la desavenencia.
Entre tanto, uno de ellos resolvió solucionar el problema desentendiéndose del cuadro o aspecto humano de la situación y atendiendo sólo a los hechos espirituales. Pronto percibió que la falta de armonía la ocasionaba la falta de amor, y que él había hecho mal en admitir la existencia de mentes u opiniones humanas contradictorias en vez de someterse a la jurisdicción de la Mente divina que es Dios, gobernando Su creación en armonía perfecta. Inmediatamente sintió una inmensa ternura por el que parecía ser su adversario, y prosiguió a la entrevista con amor imparcial, libre de toda tendencia a justificarse a si mismo.
Con gozo pensó en las palabras de nuestra amada Guía (Miscellaneous Writings, pág.8): “Cuenta simplemente como tu enemigo lo que degrada, afea o destroza la imagen de Cristo que tú debes reflejar.” Desde que se encontraron los dos en donde se habían citado, y antes de hablar ni una palabra, ambos sintieron que algo había cambiado. Un efusivo estrechar de sus manos fué la tangible manifestación de ese cambio radical en el modo de pensar de estos Científicos Cristianos por haber reconocido que una sola Mente lo gobierna todo y que nada puede oponerse a su designio perfecto. Vieron ellos que ninguna intervención humana pudo haber resuelto el desacuerdo, pero que el Amor infinito, cuando se le manifiesta en la práctica, obra en bien de todos.
Es pertinente hacer notar que uno de estos Científicos Cristianos halló poco después una vivienda o apartamento a su entera satisfacción aunque a la vista humana parecía muy difícil resolver el problema del alojamiento. Y otros problemas quedaron resueltos más armoniosamente de lo que había esperado. Esto prueba cuán importante es excluir de la consciencia de uno todos los conceptos erróneos a fin de abrir de par en par las puertas a las bendiciones.
Aplicada a otras esferas de acción, la lección así aprendida puede dar provechosos resultados, porque en la proporción en que se comprenda y acepte la necesidad de vivir en la práctica el amor, las naciones han de colaborar eficazmente al establecimiento de los cimientos de una paz universal. Pero este siglo de oro se logrará sólo a medida que uno se esfuerce por demostrar su amor a todos los que encuentre a su alrededor, teniendo siempre presente que así contribuye a la edificación de un mundo pacificado. Entonces se cumplirá la promesa de Isaías (11:6, 9): ‟Habitará el lobo con el cordero, y el leopardo sesteará junto con el cabrito; también el becerro y el leoncillo y el cebón andarán juntos; y un niñito los conducirá .... No dañarán ni destruirán en todo mi santo monte; porque estará la tierra llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.”
El Evangelio dice que amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo “más es que todos los holocaustos y los sacrificios” (Marcos 12:33). Mantengamos pues en alto la antorcha del amor verdadero y recorramos con humildad el camino que nos trazaron nuestro Maestro y nuestra Guía. Entonces despuntará un nuevo día repleto de felicidad limitada, porque toda discordia, error y creencia falsa cederán ante la inteligencia espiritual. En todo corazón se elevará un himno de gratitud y alabanza al Altísimo que colma de bendiciones a Sus hijos e hijas bienamados. Finalmente todos los hombres reconocerán a una sola voz que ‟Amor, y sólo Amor es Rey” (Himnario de la Christian Science, No. 83).