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Nuestra resurrección

Del número de abril de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Que mensaje nos trae la Pascua florida? La respuesta es: ¡Resurrección! ¿Y qué significa resurrección en la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”.? Mary Baker Eddy la define en ‟Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” así (pág. 593): “La espiritualización del pensamiento; una idea nueva y más elevada de la inmortalidad o la existencia espiritual; la creencia material cediendo al entendimiento espiritual.”

Somos los hijos de la resurrección cuando, con anhelo espiritual y candorosa confianza, damos principio a la gran tarea de espiritualizar nuestro pensamiento viviendo y trabajando por las cosas del Espíritu. La espiritualización del pensamiento imparte claridad de la mente y donaire del cuerpo. Hace que surja el precioso don del gozo espiritual que eclipsa el falso placer que ofrecen las cosas materiales.

Cristo Jesús, nuestro Ejemplificador del camino, resucitó de entre los muertos. Fué doble su resurrección: Consistió en la espiritualización del pensamiento y, consecuentemente, en la restauración de su cuerpo. Tan vital, tan dinámica fué esa espiritualización que lo levantó del sepulcro en su propio cuerpo. Su pensamiento estaba tan henchido de fuerza espiritual y el glorioso esclarecimiento del amor espiritual que la tierra tembló y la piedra rodó de la puerta de la tumba, y él salió a la radiante luz de aquel domingo que así dió origen a la Pascua de Resurrección.

¿En dónde hallar mayor aliento que en esta victoria sin par de Jesús? ¡Qué gozo y dominio encierra su salutación a las dos Marías que encontró después de su triunfal resurrección: “¡Salve!” les dijo (Mateo 28:9), y esa palabra ha de haberles impartido salud, santidad e inmortalidad.

Al leer el sagrado relato de la mañana de resurrección nos damos cuenta del gozo espiritual y de la convicción que han de haber amanecido vivificantemente en los discípulos, antes incrédulos, a medida que se percataban del suceso. Aunque por tres años Jesús los había instruido en las cosas del Espíritu y aunque les había probado su mesiánica misión repetidas veces con sus hechos compasivos y sus obras curativas, todavía se mostraban incrédulos al llegar el momento supremo. A este respecto les había precavido contra la falta de fé cuando les dijo (Lucas 18:8): “Cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?”

Se necesitaron la fiel María, el discípulo amado Juan y el activo e impetuoso Pedro para desvanecer el mesmerismo que los tenía pasmados de temor y de nostalgia. Jesús había previsto ese peligro. Les había advertido que se esparcerían, pero, como Salvador del mundo, volvió otra vez a reunir a los dispersos, a vendar a los quebrantados de corazón y a restituirle a Israel su herencia espiritual.

La obra de Jesús no fué la obra del tiempo; es la obra de la eternidad. Mostró los hechos eternos de la vida que Moisés y los patriarcas habían percibido pero que nunca se habían probado plenamente sino hasta que Jesús curó a los enfermos, regeneró a los pecadores y resucitó a los muertos.

Estos hechos de misericordia y compasión acontecieron hace casi dos mil años, pero el golfo que desde entonces había interpuesto la apatía respecto a las cosas del Espíritu ha quedado salvado o zanjado con el descubrimiento de la Christian Science. Esta Ciencia del Cristo está de nuevo en acción en el mundo, espiritualizando el pensamiento, sanando enfermos y rescatando a los réprobos. Mrs. Eddy ha revelado el Cristo individido, la verdad relativa a Dios y al hombre que cura toda clase de discordancias. Ella nos ha restituido nuestra herencia que habíamos perdido por tan largo tiempo con todo lo que incluye: gozo, fuerzas y dominio espiritual.

Ella es como la mujer de la parábola que tomó levadura y la metió en tres medidas de harina hasta que todo se leudó. Ella ha impregnado los tres grandes sistemas del pensar mortal — ciencia, teología y medicina — con un significado divino. Ha sacado del materialismo a la ciencia para restituírsela a Dios. Ha revivido el interés en las Sagradas Escrituras explicando su significado espiritual; y en la esfera médica ha probado la superioridad de los medios espirituales para curar las enfermedades y vencer toda forma de mal.

Mrs. Eddy ha revelado a todos y cada uno de nosotros que somos los hijos de la resurrección. Tenemos una habilidad divinamente derivada para utilizar las cosas del Espíritu como las utilizó Jesús. Cada día podemos tomar parte en nuestra resurrección espiritualizando nuestro modo de pensar y así obteniendo “una idea nueva y más elevada de la inmortalidad.”

Si en nuestra experiencia parecen faltar pruebas espirituales de la presencia y el poder de Dios; renovemos nuestros esfuerzos por espiritualizar nuestro modo de pensar y examinemos más de cerca nuestros móviles y nuestras miras. ¿Pensamos acaso más en el amasijo que en la levadura? Si nuestra comodidad en la materia nos importa más que nuestro progreso espiritual, entonces hay trabajo a que atender nosotros. Escribe Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 426): “El hombre debería renovar sus energías y esfuerzos, y ver la insensatez de la hipocresía, a la vez que aprende la necesidad de llevar a cabo la obra de su propia salvación.”

Hoy muchos están consagrados a la Causa de la Verdad y se requieren muchos más en las filas de la Christian Science. Como hijos de la resurrección, estamos dedicados a la espiritualización del pensamiento. El fin del viejo materialismo se acerca. Blancos están los campos y los segadores listos. Vayamos a cosechar con canción de siega y recojamos los ricos frutos del pensar espiritualizado, los áureos dones de la consagración espiritual.

“La espiritualización del pensamiento” y “la creencia material cediendo a la comprensión espiritual” es lo que determina nuestro progreso en la verdad y nuestra inmortalidad siempre presente.

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