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Valor de la Organización de la Iglesia

Del número de abril de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Bien entendida, organización significa cooperación, protección y marcha o proceder en orden. La observación muestra cómo obrando concertadamente y basándose en ideales justos se logra mucho, y cuán poco se hace hoy sin esforzarse organizadamente. Los hombres necesitan aprender a trabajar conjuntamente por el bien de todos y todos por el bien de cada uno.

Una hermandad amorosa que cuide con ternura del bienestar de unos con otros, es el ideal de una iglesia organizada. El espíritu de amigabilidad que se exprese en preocuparse amablemente por los demás y en alentarlos, compartiendo con los otros los tesoros del pensamiento ganados del estudio de la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy, y la demostración de lo que así se aprenda, la buena voluntad para tomar en cuenta las necesidades de los demás y para satisfacerlas en cuanto podamos — estos son los frutos que hallamos en una organización bien fundada sobre una base espiritual.

¡Cuán agradecidos estamos a todos los que, desde tiempo inmemorial, nos han dejado algún ejemplo de bondad! ¿Que norma elevada de carácter noble, de amplitud de visión y de compasiva consideración hacia los demás podemos a nuestra vez legar a la posteridad? ¿Estamos viviendo de manera que haga la santidad más espontánea? En cada miembro de la iglesia recae la obligación de expresar el bien como él quiera que lo exprese la iglesia entera. Como estudiantes de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”., ¿se nos conoce por nuestra buena voluntad hacia todos, por humanitarios, sinceros, prácticos en nuestro modo de ayudar? Las cualidades espirituales que declaramos que constituyen nuestra norma, ¿hallan su expresión en mayor número de curaciones y más rápidas?

La única vitalidad de cualquier religión está en su grado de espiritualidad. Una iglesia puede durar por siglos como sistema político u organización social, pero lo que debe importar a todo creyente en el progreso espiritual es: ¿cuánto crece en su expresión de las eternas cualidades del Espíritu? ¡No es de extrañar que el poder para curar de la iglesia cristiana primitiva haya disminuido hasta perderse finalmente! En vez de perseverar en la senda angosta y recta de la inmolación de uno mismo, comunión con Dios y santa inspiración que Cristo Jesús enseñó, sus adeptos comenzaron a perder la luz espiritual empezando al mismo tiempo a mostrar sus tendencias a ser o aceptar directores personales y a desear posiciones mundanales. Es cierto que había los que clamaban por regresar a ‟la simplicidad que hay en Cristo,” pero es indudable que al concepto humano parecíale que, seguir la corriente que llevaba por la puerta ancha de la adhesión personal que poca o ninguna reflexión requería de parte del así llevado, era más fácil que seguir el ejemplo de Jesús velando en silencio, vigilando diariamente y abandonando todo lo mundanal.

En cualquier comunidad en que esperemos establecer la Christian Science, hay que tener cuidado de no tratar de sembrar antes de preparar el terreno para la siembra. Cuando mediante nuestra vida diaria hayamos probado el hecho de que somos buenos ciudadanos y buenos vecinos, más dignos de que nos tengan en tal comunidad por ser Científicos Cristianos, entonces sí que habremos ayudado a preparar la manera de establecer una iglesia Científica de Cristo.

Ayudamos substancialmente a nuestra iglesia cuando la sostenemos en nuestro pensamiento y mantenemos un concepto correcto de nuestra responsabilidad. Hay en el mundo creencias falsas respecto a organización que nos atañe combatir a fin de que el organismo de nuestra iglesia cumpla con los buenos fines para los que se estableció. Puede uno verse tentado a admitir la sugestión de que los miembros de algún grupo no pueden trabajar en armonía y que algunos tendrán que apartarse. La razón, el sentido común y la observación muestran que nuestra organización es hoy definitivamente necesaria. Por lo cual hay que protegerla venciendo los errores que la asedien. Cuando surgen dificultades en los asuntos de la iglesia, es casi invariablemente que los miembros observan los errores entre unos y otros y los condenan en vez de vencer sus propios errores. Lo que se requiere es pensar recta o correctamente y así descubrir el error de que se trate y que hay que denegar hasta demostrar que no forma parte de nadie, siendo sólo un espejismo que trata de desviar a los estudiantes del curso de servir provechosamente si se le acepta y se le cree.

En caso de que alguna iglesia o sociedad de la Christian Science parezca menguar en lugar de crecer, conviene que cada miembro se pregunte: “¿Hago todo lo que puedo a fin de que mi luz alumbre mediante la misericordia que reflejo, expresando bondad activamente y curando a los enfermos?” A todo miembro de La Iglesia Madre le incumbe sanar enfermos; ¿no dice nuestra amada Guía (Manual, Art. XXX, Sección 7): “Yo recomiendo que cada miembro de esta Iglesia se esfuerce por demostrar con su práctica que la Christian Science cura al enfermo rápida y completamente, probando así que esta Ciencia es todo lo que le atribuimos?”

Los Científicos Cristianos son amantes de concurrir a la iglesia. Ellos saben que hay que llevar algo más que su física presencia. Su anhelo es llevar amigabilidad, gracia cristiana, una bienvenida al extraño que encuentren, atención estricta y la inspiración espiritual que deriven de su estudio diario de los pasajes inspirados que constituyen la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Christian Science. Cuando esto se hace individualmente, se logra el propósito de los servicios religiosos de curar y enaltecer a la congregación.

Recias e intransigentes cualidades morales deben caracterizar a los adeptos de la Christian Science; también se distinguen por su sano sentido común; y por llevar a cabo constantemente las buenas obras que les granjean la aprobación de los que piensan correctamente.

Al alistarnos para agrandar el bien y achicar el mal, todas las fuerzas del bien entran en acción con nosotros. Dijo Calvin Coolidge en una alocución pronunciada el 23 de febrero de 1926, según la prensa: “La envidia, la malicia, la falta de benevolencia, los celos entre clases sociales, los prejuicios raciales y las enemistades internacionales no son realidades. No perduran. Son sólo las ficciones de un entendimiento sin ilustración.” La ilustración que ha advenido con las enseñanzas de Mrs. Eddy obra potentemente ahuyentando tales falsedades. La plenitud con que sus adeptos se ejerciten en la práctica de sus enseñanzas determina el grado de servicialidad con que contribuyan al establecimiento de la gran realidad del bien, dejando así que su luz brille en la Iglesia que ella fundó guiada por el Espíritu.

El concepto espiritual de la Iglesia lo muestra Mrs. Eddy en su vasta y cabal definición (Ciencia y Salud, pág. 583): “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino o procede de él.” ¿Cómo podremos elevarnos a la demostración de esta gloriosa idea espiritual de la Iglesia sino mediante los pasos humanos de la oración desinteresada, haciendo las obras que el Maestro espera de todos los cristianos para vencer el mal y curar al enfermo?

La segunda parte de la definición que da Mrs. Eddy de la Iglesia muestra el trabajo exacto que se espera de cada uno de los miembros: “La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido de sus creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y a la demostración de la Ciencia divina, así echando fuera los demonios, o el error, y sanando a los enfermos.” Preguntémonos: “¿Estoy dando prueba de que mi actividad en la iglesia se manifiesta conforme a esta definición?” En caso afirmativo, la visión celestial de la Iglesia edificada no de mano, vendrá a nosotros y nos fortalecerá en cualesquiera pruebas por que atravesemos. Entonces aprenderemos cuán ciertas son las palabras de nuestra Guiá, que vió ante sí la iglesia victoriosa y el camino hacia ella (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 133): “Así los hijos de la tierra llegarán por fin a reconocer a Dios y a ser como uno solo; morarán en Su monte santo, la cima de la Ciencia divina que Dios corona; la iglesia militante ascenderá a iglesia triunfante, y Sión será glorificada.”

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