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Cuán importante es pensar correctamente

Del número de julio de 1963 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La suave influencia de la Ciencia Cristiana [Christian Science] en mi vida comenzó en mi juventud y fue a consecuencia de la declaración titulada: “Lo que dice nuestra Guía" que se hallaba encuadrada y colgaba en una de las paredes de mi habitación. Esta declaración de Mrs. Eddy aparece en la página 210 de la obra “The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany” (La Primera Iglesia Científica de Cristo y Miscelánea). “Queridos Científicos Cristianos: Tened la mente siempre tan llena de Verdad y de Amor, que ni el pecado, ni la enfermedad, ni la muerte puedan entrar en ella.”

Este era por cierto un consejo muy bueno para una persona joven que recién conocía la Ciencia Cristiana [Christian Science]. Obedecer un consejo tan tierno y ofrecido con tanto afecto, aportó la solución de problemas de familia muy confusos y de relaciones con otros estudiantes, como también la corrección de muchos conceptos falsos respecto al progreso y al éxito humanos.

¡ Cuán importante es que mantengamos nuestra consciencia llena de pensamientos semejantes a Dios! No tenemos porque esperar hasta que la otra persona sea afectuosa y comprensiva, mas podemos comenzar a serlo nosotros mismos. Algunas veces lo único que necesitamos para solucionar una situación penosa o una condición física, es reconocer y aceptar humildemente este hecho. ¿Y porqué? Porque jamás es una persona la que necesita curación o corrección es sólo el pensamiento — la creencia falsa de que Dios, el Amor divino, hubiera podido crear un hombre egoísta, cruel o enfermo.

Según la Ciencia Cristiana [Christian Science], el hombre es la idea, imagen y semejanza de Dios, el Espíritu, y que por siempre se halla unido con El. Al aceptar este hecho como la verdad acerca del hombre, cesamos de luchar con el concepto falso o imagen mental, es decir, una persona pecadora o enferma y sentimos el goce celestial viendo al hombre como es en realidad, la imagen de Dios, o reflejo espiritual, armonioso y bueno.

Cristo Jesús, nuestro gran Mostrador del camino, sabía que este es el único camino y así lo dicen sus palabras que aparecen en el capítulo 8 del Evangelio de San Juan, donde el Apóstol llanamente indica: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

Guando reconocemos que estamos tratando fundamentalmente con cualidades del pensamiento, es mucho más fácil acallar la justificación propia, la vanagloria de la propia virtud y el temor, que en realidad no tienen cabida en la consciencia verdadera. Los pensamientos infelices, crueles, egoístas e impuros son exactamente el opuesto de los pensamientos felices, afectuosos, desinteresados y puros, y estos opuestos no pueden de ningún modo manifestarse en el mismo lugar a un mismo tiempo.

La solución es asunto nuestro. No tenemos nada que temer, cuando estamos dispuestos a permitir que nuestro ser verdadero reemplace las creencias mortales ilusorias que claman por ser admitidas en nuestro hogar mental. De modo que, a medida que nuestros pensamientos se alinean al lado de la Verdad y los mantenemos allí, hallamos que estamos morando de veras en la consciencia gozosa del cuidado y la protección del Amor.

Con referencia a la declaración “Lo que dice nuestra Guía” hallamos también estas palabras: “Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos de ella, estaréis completamente protegidos contra los ataques de toda clase de error. Y no sólo estaréis a salvo vosotros mismos, sino que también se beneficiarán todos aquellos en quienes pensáis.”

Estas verdades probaron ser de gran poder en el incidente que sigue. Una arrendataria le pidió al administrador de un edificio de apartamentos que hiciera una reparación en su apartamento. Su reacción fue muy inesperada e inexplicablemente beligerante. La arrendataria, que era Científica Cristiana puso fin a la conversación tranquilamente y luego se tornó rápidamente a Dios y Su infinitud, que incluye solo el bien. No desperdició tiempo asumiendo una actitud de indignación y justificación propia, pero tomó una actitud mental basada en el hecho fundamental de que Dios es siempre Todo y que El es bueno.

Desde esta premisa razonó de que el bien, para seguir siendo el bien, no puede variar o cambiar en ningún caso y ser algo menos que el bien. Esto excluye el mal de cualquier especie. Afirmó que esta manera correcta de pensar constituiría su armadura y escudo. A la hora, el administrador la llamó rogándole que lo disculpara.

El hijo de Dios, el reflejo del Amor divino, mora bajo la sombra protectora del Todopoderoso. A medida que el poder de la Verdad y el Amor se convierten en realidad y substancia tangibles para nuestro pensamiento, nos invade la certidumbre de que su presencia eterna rige nuestra vida. Como dijo el Salmista (Salmo 91:1): “El que habita en el retiro del Altísimo, morará seguro bajo la sombra del Omnipotente.”

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