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La voluntad divina

Del número de julio de 1963 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La prontitud con que se acepta la voluntad de Dios abandonando la propia es una cualidad esencial del cristiano verdadero y de cualquier monoteísta sincero. Empero, para que esta buena voluntad sea espontánea y sin reserva debe basarse enteramente sobre la comprensión de Dios, la sabiduría y la bondad supremas del Amor divino. Estas cualidades actuando conjuntamente indican la naturaleza de la voluntad divina, la cual decreta que en armonía con nuestro ser verdadero sirvamos nuestro propósito individual establecido por Dios y sigamos la guía de la inteligencia y del amor infinitos de Dios, sin ofrecer resistencia, de modo que podamos gozar de Sus bendiciones. Cuando discernimos esta realidad espiritual, y aceptamos confiadamente la responsabilidad que esto implica, estas bendiciones aparecerán ciertamente en nuestra experiencia.

A menudo se formulan estas preguntas. Pero, ¿cómo puedo discernir cuál es la voluntad de Dios, y qué es lo que Dios quiere que haga? ¿Me habla El a mí y puedo yo acaso oir Su voz? La vida de Mary Baker Eddy ofrece las respuestas inequívocas a estas preguntas. A temprana edad, ella aprendió a escuchar la voz de Dios para que la guiara, con una sumisión de sus propios deseos verdaderamente humilde. Su actitud hacia Dios aun antes de su descubrimiento de la Ciencia Cristiana [Christian Science], era una combinación de reverencia y de absoluta confianza que se basaba en una instintiva convicción de la bondad de Dios, y posterior al gran descubrimiento, se basó en la comprensión científica de la naturaleza del creador.

El descubrimiento de Mrs. Eddy de la Ciencia Cristiana [Christian Science], su establecimiento como religión mundial mediante la Iglesia Científica de Cristo, y por medio del ejemplo de su vida entera, prueba que todo había sido el resultado de su constancia habitual de escuchar la voz de Dios, y de la capacidad espiritual de oirla que ella había cultivado y de su prontitud sin reservas para obedecerla. “Estad seguros que Dios dirige vuestra senda y luego apresuraos para seguir Su dirección en toda circunstancia”, es el consejo que ella da a sus seguidores en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 117). Y esto era lo que ella practicaba invariablemente.

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