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Dos niños prueban que aman a Dios

[De especial interés para los niños]

Del número de julio de 1963 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tanto los niños como las niñas gozan leyendo los relatos bíblicos que cuentan hazañas de gran valor y experiencias interesantes. Podría creerse que sólo a aquellos que vivieron en la época bíblica les fue posible pasar por tales experiencias. No obstante, éste no es el caso. Dios está tan cerca de nosotros hoy como lo estaba de Moisés, Daniel o Cristo Jesús. Todo aquel que ama el bien ama a Dios. Pensando y haciendo lo correcto servimos a Dios y al resolver los serios problemas que nos enfrentan, probamos que Dios nos ama.

Dos hermanitos, llamados Guillermito y Tomasito, aprendieron en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que hace mucho tiempo un hombre llamado Daniel fue arrojado a la cueva de los leones porque no se inclinaba y adoraba al rey y en vez adoraba a Dios. Daniel sabía que era importante obedecer a Dios y que Dios protege a los que le obedecen. Y Dios en verdad le protegió. Además cuando el rey descubrió que los leones no habían dañado a Daniel quedó tan impresionado que él también adoró a Dios y libró a Daniel.

En cierta época, mucha de la gente en el vecindario en que vivían Guillermito y Tomasito, se vió presa del temor porque creía en la existencia de una cierta enfermedad que podía atacar a los niños. Empero, Guillermito y Tomasito le dijeron a su mamá que ellos no querían tener miedo y así inclinarse ante el error.

La madre les señaló la declaración de Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 183) que dice: “La obediencia a la Verdad le da al hombre poder y fortaleza.” Los niños sabían que la Verdad es otro nombre para Dios, de manera que ellos poseían el poder y la fortaleza para sobreponerse al error si obedecían a Dios.

La madre de los niños les pidió que leyeran el Salmo 91 varias veces al día y que meditaran acerca de él. “Porque dará encargo a sus ángeles acerca de ti,” es una de las promesas que hace este salmo (91:11). En la página 581 de Ciencia y Salud, Mrs. Eddy define así a la palabra “ángeles”: “Pensamientos de Dios comunicándose al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, pureza e inmortalidad, contrarrestando todo mal, sensualidad y mortalidad.”

Esta definición era familiar para la madre de modo que ella sabía que los pensamientos buenos y puros de Dios que este salmo incluía protegerían a Guillermito y Tomasito de las sugestiones erróneas de enfermedad.

Los niños obedecieron. Apenas otro niño hablaba acerca de la enfermedad, Guillermito y Tomasito entraban a la casa, leían el salmo y pensaban en cosas buenas. De esta manera se mantenían cerca de Dios y probaban que el temor y la enfermedad no tenían poder sobre ellos.

Después que la gente del vecindario hubo perdido el temor a la enfermedad y ya no se inclinaban ante ella, la madre de los niños les preguntó cual era la parte del Salmo que más les había ayudado.

Guillermito respondió: “no te sucederá mal alguno, ni plaga tocará en tu morada.” (versículo 10). Explicó entonces que él pensó que la plaga era el temor acerca de la enfermedad y que su morada eran sus pensamientos. El sabía que ni el mal ni la plaga podían tocar su morada en tanto que él permitía que Dios llenara su pensamiento con Sus angeles.

A Tomasito le gustaba sobre todo el versículo 7 que dice: “Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; pero a ti no llegará.” Esto significaba para él que aún cuando un millar de personas tratara de tentarlo persuadiéndole a inclinarse ante el error, él no tenía porqué hacerlo. Y aún cuando diez mil personas abrigaran temor él no tenía porqué temer.

La madre de Guillermito y Tomasito quedo muy agradecida porque sus hijos habían aprendido mediante esta experiencia, a obedecer y a tener confianza y valor. Sentía que habían probado algo de lo que se dijo acerca de Daniel (Daniel 6:23): “Ninguna lesión fué hallada en él; porque había confiado en su Dios.”

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