Durante la primera guerra mundial tuve la infortunada experiencia de ser víctima de las bombas de gas del enemigo. Como resultado de esto sufría continuamente de dificultades digestivas. Muchos fueron los médicos que me atendieron pero desgraciadamente a ninguno de ellos les fue posible aliviar mi situación.
Finalmente un pariente que era cirujano me envió a un médico que era considerado como una eminencia en su profesión. Después de examinarme me dijo que la membrana que recubría el interior de mi estómago había sido destruida casi totalmente por los gases, y que por lo tanto no había para mí ninguna cura posible. Dijo que haría lo posible por alargarme la vida por un año o dos, y que eso sería lo único que podía hacer por mí. Me prescribió varias medicinas, las cuales tomé, pero todo fue en vano.
Un amigo que estaba al tanto de mi situación me recomendó que estudiara la Ciencia Cristiana [Christian SciencePronunciado Crischan Sáiens.], asegurándome que hallaría gran ayuda. Me deshice de toda la medicina y comencé de inmediato el estudio de la Biblia y del libro de texto de la Ciencia Cristiana [Christian Science], titulado “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy. Mi salud comenzó a mejorar en seguida y a los seis meses me sentí completamente bien.
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