La Ciencia Cristiana [Christian Science] está revelando a la humanidad el modo de sobreponerse a las limitaciones humanas, incluso aquella de la inteligencia limitada. Muchos están probando el dominio que Dios otorga sobre las insuficiencias humanas, mediante la comprensión científica de que Dios es la Mente infinita y de que la identidad del hombre es el reflejo espiritual de esta Mente única.
En Ciencia y Salud Mrs. Eddy dice: “Las aptitudes humanas se aumentan y perfeccionan a medida que la humanidad alcanza el concepto verdadero del hombre y de Dios” (pág. 258). De modo que no tenemos por qué permanecer esclavos a la creencia de una inteligencia limitada. A medida que adquirimos la comprensión del hecho que la inteligencia es espiritual, es decir una cualidad de Dios que el hombre refleja, nos vemos libres de la creencia de la ineptitud humana.
En el tercer capítulo de II Corintios leemos esto: “No que seamos de nosotros mismos suficientes para reputar cosa alguna como procedente de nosotros mismos; sino que nuestra suficiencia es de Dios.” No estamos obligados a aceptar la creencia que estamos viviendo en un cuerpo mortal y que, en consecuencia dependemos de una mente mortal limitada como la fuente de nuestra inteligencia.
En razón de que el hombre es la imagen y semejanza de Dios, este jamás ha vivido en un cuerpo mortal o ha estado sujeto a las creencias mortales acerca de la inteligencia. En este mismo instante la capacidad del hombre es ilimitada, dado que ahora mismo el hombre está expresando todas las cualidades de la Mente en medida infinita.
La humanidad tiene al parecer tendencia a aceptar la creencia falsa de que existen muchas mentes, todas ellas expresando cierto grado de inteligencia. Si aceptamos la creencia de que existe una mente mortal o que el cerebro humano es la fuente de nuestra inteligencia, entonces estamos aceptando la creencia de que la inteligencia es limitada, inadecuada y sujeta a deterioro.
En la página 467 de Ciencia y Salud, Mrs. Eddy hace esta declaración: “No teniendo otros dioses, no dirigiéndose a ninguna otra sino la única Mente perfecta para que le guíe, el hombre es la semejanza de Dios, puro y eterno, teniendo aquella Mente que estaba también en Cristo.” Los Científicos Cristianos están aprendiendo a no aceptar ninguna otra Mente o inteligencia sino Dios. La afirmación positiva de que sólo existe una Mente infinita elimina la ilusión de que pueda haber tal cosa llamada inteligencia limitada.
Los jóvenes Científicos Cristianos hallan innumerables oportunidades de aplicar en sus estudios el concepto correcto de inteligencia. Un Científico Cristiano no emprende el estudio con la expectativa de que a la mente mortal debe hacérsela más inteligente, mas afirma que el hombre está ya expresando la inteligencia infinita.
Es justo que se dedique tiempo razonable al estudio que exige la escuela, pero no primordialmente con el objeto de obtener ciertas clasificaciones. Un Científico Cristiano se esfuerza sobre todo por probar la disponibilidad eterna de la Mente infinita que siempre provee ideas espirituales al pensamiento receptivo, y al hacerlo halla que sus estudios se tornan más comprensibles.
Mientras un estudiante de la Ciencia Cristiana [Christian Science] asistía a la universidad, tuvo numerosas oportunidades de aplicar en sus estudios una comprensión correcta sobre la inteligencia. En cierta ocasión se sintió muy desalentado con el trabajo que estaba haciendo en uno de los cursos. Estaba experimentando extrema dificultad para comprender la materia. Además no se hallaba en armonía con el profesor ni tampoco parecía ser capaz de interesarse por sus estudios. Como resultado de todo esto sufrió gran desilusión con sus clasificaciones, aun cuando le estaba dedicando mucho tiempo a esa materia.
Echaba la culpa de su situación a su instrucción anterior en esta materia que consideraba inadecuada, y al profesor que según él no estaba presentando la materia de manera comprensible. El estudiante acabó el semestre con clasificaciones muy bajas pero no aplazado.
Pensó que resolvería su problema en el próximo semestre pues tendría otro profesor, pero encontró que había sido asignado a la clase del mismo profesor. Se sintió muy desalentado, hasta que de pronto se dió cuenta que la solución del problema no se hallaba en un cambio de las condiciones materiales, mas debía buscarla en el concepto correcto de la inteligencia y la relación del hombre con Dios.
A raíz de todo esto comenzó a pensar muy sinceramente acerca de la fuente y naturaleza verdaderas de la inteligencia del hombre. Se percató que debía abandonar la creencia de que existen muchas mentes mortales, y afirmar que sólo hay una Mente infinita que todo lo gobierna y que por siempre provee al hombre con las ideas correctas. Percibió que la dificultad no se debía a un profesor mortal que era necesario cambiar, mas era en vez un concepto errado de él y que debía ser reemplazado con el concepto verdadero del hombre. Empezó a comprender que no era una mente mortal la que debía tornarse más inteligente sino una creencia falsa de la Mente que debía ser corregida.
A medida que rectificaba su concepto de la situación se operaron cambios maravillosos. Ya no tenía dificultad para comprender la materia; el profesor lo elogiaba por el excelente trabajo que estaba haciendo y sus clasificaciones finales fueron altamente satisfactorias.
El concepto correcto de la inteligencia está disponible para todos nosotros ahora. Lo único que debemos hacer es tornarnos conscientes del hecho que el hombre refleja eternamente la Mente infinita. Los Científicos Cristianos están probando que las creencias falsas acerca de la inteligencia deficiente pueden ser vencidas cuando se adquiere el concepto correcto de ella. Y ¿por qué no comenzar a experimentar ahora la libertad y satisfacción que acompañan este concepto correcto?
