Desearía expresar mi honda gratitud por la Ciencia Cristiana pues he recibido muchas curaciones.
En 1901 por razones de la salud de mi madre, nuestra familia se trasladó del estado de Kansas al estado de Colorado. Mi madre se encontraba en ese tiempo padeciendo de tuberculosis y más o menos un año más tarde se encontraba totalmente postrada en cama a causa de la enfermedad. A otros miembros de la familia los atacó la influenza, y a mi madre y a un hermano les dio pulmonía. Dos médicos los atendían y una tarde le dijeron a mi padre que mi madre y mi hermano no pasarían la noche.
Poco antes mi madre había conocido a una Científica Cristiana y cuando se enteró del diagnóstico médico me llamó a su lado y me dijo que fuera a buscar a su amiga que vivía a más o menos kilómetro y medio de distancia. Me abrigaron bien y salí a buscarla. Esta bondadosa mujer vino conmigo a casa y permaneció con nosotros toda la noche. A la mañana siguiente como resultado de sus oraciones, mi madre y mi hermano estaban mucho mejor. Muy pronto mi hermano se restableció completamente y en dos semanas mi madre estaba lo bastante bien como para reanudar sus quehaceres domésticos. Mi hermano llegó a adulto, tuvo seis hijos, y mi madre tuvo tres hijos más después de esta experiencia y vivió una vida larga y fructífera.
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