¿Por Que Es la curación a través de la oración tan importante para los Científicos Cristianos? Por la misma razón que fue importante para Cristo Jesús. Las curaciones ilustran en forma palpable la autoridad divina de la Ciencia a través de la cual se logra la curación. Prueba el poder de la Verdad divina para eliminar de la experiencia humana lo que no es semejante a Dios, que es el bien infinito.
En la Ciencia Cristiana aprendemos que la oración es el medio por el cual nuestros pensamientos son encaminados hacia Dios. La oración nos permite demostrar la indisoluble unidad del hombre con Dios y sentir su cuidado amoroso. Mientras que la oración es a menudo como una simple petición, la oración eficaz incluye un tipo de razonamiento espiritual, basado en premisas que son las verdades eternas de Dios y Su creación. Los Científicos Cristianos han encontrado que Dios gobierna todo lo que es real a través de las leyes infalibles e invariables que tienen resultados certeros. La operación de estas leyes espirituales constituye la Ciencia divina de Dios.
Cuando un Científico Cristiano basa sus oraciones en la Ciencia divina, está confiando en un entendimiento de las leyes de Dios y de su operación para así eliminar la evidencia de la enfermedad y del pecado. A menudo usamos el término tratamiento en la Ciencia Cristiana cuando se emplea la oración para obtener curación. Este tratamiento recurre a la revelación del ser espiritual de Dios para corregir aquello que necesita curación.
¿Cuál es la forma correcta de dar ese tratamiento? No hay una sola respuesta correcta. No es cuestión de seguir un proceso prescrito. Sino que el tratamiento de las llamadas enfermedades humanas consiste sobre todo, en tener una profunda convicción de que el hombre es siempre espiritual y uno con Dios, y que nuestro amado Padre-Madre fielmente cuida de todos Sus hijos. Esto incluye la comprensión de que el hombre es en realidad espiritual, no material, y que Dios mantiene por siempre al hombre como Su imagen y semejanza espiritual.
El propósito de este artículo no es tratar de explicar en gran detalle los fundamentos de un tratamiento espiritual eficaz o cómo orar en forma científica. Esto se puede aprender mejor estudiando la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy. Pero, cualquiera sea la forma de orar, hay ciertos aspectos fundamentales que son comunes a todo tratamiento exitoso. Me gustaría repasar dos aspectos importantes.
Primero, debemos tener en claro que Dios es el Principio divino, la única fuente, causa y creador de todo lo que es real. Todo lo verdadero que el hombre representa, el espiritual de Dios, tiene que tener su origen en Dios y debe expresar la operación del Principio divino.
Segundo, debemos estar convencidos de que toda condición que se manifieste en el hombre, pero que no puede ser atribuida a Dios como causa, es una mentira; no es verdadera ni para el hombre ni para Dios.
La Ciencia Cristiana pone en claro que para entender la Ciencia de la Ciencia la Verdad, uno debe reconocer que Dios, el Espíritu, es infinito, e incluye dentro de Su infinitud todo lo que es real. Nada real existe fuera del Espíritu que todo lo envuelve, o Dios no sería infinito. Dado que Dios lo incluye todo, no puede haber una causa operando fuera de El.
Este es el punto de partida en el tratamiento de la Ciencia Cristiana. Para recalcar esto, la Sra. Eddy aclaró: “Para comprender la realidad y el orden del ser en su Ciencia, tenéis que empezar por reconocer que Dios es el Principio divino de todo lo que realmente existe”.Ciencia y Salud, pág. 275. Principio es un sinónimo de Dios y lo reconoce como el único origen, la fuente, causa y creador de todo lo que realmente existe. Entonces, todo lo que se identifica correctamente con el hombre tiene que representar al Principio divino y su orden, armonía y perfección. Es imposible que pueda haber algún desarrollo o proceso operando en el hombre que no derive de la única y gran causa. Y el hombre es el eterno testigo del hecho de que Dios es bueno y produce sólo lo bueno.
Tendría que comprenderse entonces, que la enfermedad, los trastornos en las funciones, la destrucción, o cualquier otra forma de mal, no tienen realidad en el hombre. Si esto aparenta ser perceptible en algún hombre, es una mentira falsa que se atribuye a aquel hombre, puesto que es imposible que el hombre, la semejanza perfecta de Dios, desarrolle cualquier condición que no sea representativa de la operación del Principio divino. Cuando se comprenden y aceptan hechos como estos con convicción, ellos destruyen con eficacia la mentira que aparenta ser real.
Una experiencia que tuve ejemplifica cómo el tratamiento de la Ciencia Cristiana elimina la falsa mentira que se le atribuye al hombre. En una oportunidad, mi hermana me dijo con cierta vergüenza que había oído un rumor que estaba circulando acerca de mí. Se estaba alegando que había cometido un acto que no era ético ni legal. La naturaleza del rumor era tan absurda que me hizo reír. Sabía que no había en él ni el más leve elemento de verdad. También lo sabía mi hermana. Sin embargo, sentía que yo podía estar interesado en saber lo que estaban diciendo ciertas personas de mí.
Luego pensé, supongamos que alguien que creyó esa mentira me acusara cara a cara. ¿Cómo podría demostrarle que era inocente? No sería suficiente decirle que no lo había hecho. Tendría que ser más convincente que eso. Sabía que podía lograrlo fácilmente. El hecho es que la actividad a la que me dedicaba está bajo un control estricto, y sería imposible para mí haber cometido algo incorrecto, aun si lo hubiera querido hacer.
En la época en que me enteré de los falsos rumores, había estado enfrentando por varias semanas un persistente dolor físico. No me incapacitaba totalmente, pero era molesto. A menudo me preguntaba qué se había desarrollado, qué indicaba, si se agravaría. Había orado para resolver el problema, pero no veía ninguna evidencia de progreso.
Después de evaluar los falsos rumores acerca de mí, comprendí que la condición de dolor no era más que otro rumor, o mentira, una falsa imputación. Con esta comprensión, empecé a tratar con nuevas fuerzas y devoción la condición física.
Comencé pensando en el hombre, creado y mantenido como la semejanza misma de Dios. Sentí la certeza de que todo lo que verdaderamente se identifica con el hombre tiene que representar a Dios, la fuente de todo el ser verdadero. Y el trabajo creador de Dios se manifiesta armoniosamente. Comprendí que todo aquello que se expresa en el cuerpo y que es contrario al bien que el Principio divino produce y mantiene, tiene que ser una mentira diabólica en cuanto al hombre. Por lo tanto, era seguro e inteligente que tratara a esta dolorosa condición como una mentira.
Al hacer referencia al diablo, o mente mortal, Cristo Jesús dijo: “Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. Juan 8:44. Pude ver claramente que el trastorno que aparentemente se manifestaba en mi cuerpo era una de las mentiras del mentiroso. Nunca fue más que un falso concepto mental, un error de creencia, que según se rumoraba se identificaba conmigo. Dado que era imposible que el hombre, la idea espiritual de Dios, desarrollara tal condición, era imposible que yo la tuviera. Sané instantáneamente, y el problema nunca volvió a manifestarse.
Dios tiene infinitas posibilidades para el hombre y todas ellas son buenas. Pero el mal en cualesquiera de sus formas, nunca está dentro de las posibilidades de la Mente divina. Es imposible que Dios haga mal al hombre. Del mismo modo, no es realista suponer que el diablo pueda entrar en el hombre por sí solo, puesto que la Mente es el único Principio, y mantiene la condición de todo aquello que es real.
El tratamiento en la Ciencia Cristiana no busca restaurar cuerpos físicos concentrándose en la condición de la enfermedad o tratando de cambiar el cuerpo. Más bien, reconoce que el cuerpo manifiesta lo que la mente mortal cree acerca del hombre.
La Sra. Eddy declaró en Ciencia y Salud: “La enfermedad siempre es producida por un concepto falso que se abriga mentalmente y no se ha destruido. La enfermedad es una imagen de pensamiento exteriorizada”.Ciencia y Salud, pág. 411. Uno de los significados de la palabra exteriorizar es el de transformar una imagen mental que se manifiesta externamente en el cuerpo. Esta es la falsa imagen mental ampliamente difundida que causa la enfermedad que se manifiesta en el cuerpo. Si queremos erradicar la enfermedad, debemos corregir el concepto falso de que la enfermedad es real y sustancial.
El tratamiento en la Ciencia Cristiana tiene el propósito de corregir los errores de la creencia mortal, que son la causa de todas las enfermedades del cuerpo. El tratamiento identifica que la condición discordante es una mentira acerca de las posibilidades que tiene el hombre por ser el reflejo de Dios. Pero la oración no es tan sólo negar la enfermedad. La eficacia del tratamiento se produce cuando se alcanza la profunda convicción de que Dios, el Espíritu, es infinito, Todo; y que todo lo que se incluye en Su infinitud Lo expresa a El.
La Sra. Eddy resume esta convicción tan necesaria en el tratamiento en la Ciencia Cristiana, cuando escribe: “Si Dios es Todo, y Dios es el bien, se deduce que todo tiene que ser bueno; y que no puede existir ningún otro poder, ley o inteligencia. Sobre esta prueba descansan las premisas y conclusiones en la Ciencia, y las verdades que refutan el testimonio de los sentidos”.Esc.Mis., pág. 101.
