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En Una Visita al dentista me...

Del número de octubre de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Una Vista al dentista me informaron que mi hija adolescente tenía diecisiete caries. Como ella había ido al odontólogo seis meses antes, me costó mucho aceptar esto. Pero poco después, estando lejos de casa, se quejó de que le dolían los dientes y fue al dentista en otra ciudad. Este le encontró once caries y dijo que los Rayos X probablemente revelarían más.

Yo ya había empezado a orar sobre el diagnóstico de la primera visita al dentista, y entonces comencé a hacer un estudio profundo en la Ciencia Cristiana, usando concordancias de la Biblia y de las obras de Mary Baker Eddy, en busca de ideas sanadoras. Uno de mis primeros pensamientos fue buscar referencias sobre espacio y llenar, ya que de acuerdo con el diccionario una caries es un “espacio dentro de una masa que no está lleno”. El solo ver esta definición me alertó al hecho espiritual del problema, que Dios es omnipresente y llena todo el espacio.

Entre las citas particularmente inspiradoras que encontré se encontraban las siguientes: “Abre tu boca, y yo la llenaré”, “Sea llena mi boca de tu alabanza, de tu gloria todo el día” (Salmos), “La profundidad, anchura, altura, poder, majestad y gloria del Amor infinito llenan todo el espacio. ¡Eso es suficiente!” ( Ciencia y Salud por la Sra. Eddy).

Muy pronto mi hija dejó de quejarse del dolor. Luego empecé a pensar en algunas de las causas que comúnmente se cree producen caries. Lo que tenía que tratar en particular era la sugestión de que comer mucha azúcar o comida de poco valor nutritivo había causado un daño irreversible. Inmediatamente recordé las palabras de Jesús: “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre”, lo cual me guió a la oración del salmista: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía y redentor mío”.

Recibí más entendimiento cuando asocié estas ideas con las dificultades que mi hija estaba teniendo en el colegio, tanto académicamente como con sus amistades. Algunos profesores se quejaban de que había mucho sarcasmo en el colegio, como si la manera de sentirse bien fuera pisoteando a otro.

Me di cuenta de que esta actitud se podía resumir en dos extremos. El primero era: “Yo soy maravilloso — lo sé— ¿Cómo puedes ser tan estúpido?” La lección que Jesús nos dio a todos nosotros sobre esta actitud es: “No puedo yo hacer nada por mí mismo”. El otro extremo era: “No puedo entender nada; soy tan estúpido”. La respuesta de Pablo a esto es: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses). La Ciencia cristiana enseña que lo que sana ambas actitudes es una comprensión de la naturaleza de Dios que subordina la voluntad humana centrándose en Dios, la Mente divina.

No se hizo ningún trabajo dental para llenar las caries. En cambio, yo oré por varios meses con la ayuda de las Lecciones Bíblicas semanales de la Ciencia Cristiana, tratando de obtener una mejor comprensión de la descripción que hace la Sra. Eddy del hombre como “la representación completa de la Mente” (Ciencia y Salud). Llegó el momento de hacer otra revisión dental. Después de hacer la cita tomé tiempo específicamente para reconocer en oración que el hombre, como imagen y semejanza de Dios, es perfecto, y que sólo esta perfección puede manifestarse. El hombre de Dios sólo puede saber lo que Dios sabe.

Mientras esperaba en la sala a que revisaran y limpiaran los dientes de mi hija, no sentí ninguna preocupación. Precisamente antes de la cita yo había declarado para mí que ella estaba al cuidado de Dios, sabiendo que el trabajo de oración se había hecho y estaba completo. Después de más o menos una hora, ella salió sonriendo como en una propaganda con el veredicto del dentista de “No hay caries”. La curación fue completa. Luego me hicieron la revisión a mí y obtuve el mismo informe.

El “efecto secundario” de esta curación fue que mi hija dejó de sentir la animosidad y el resentimiento que había sentido hacia otro estudiante, sus notas mejoraron, y se transformó en una persona más feliz.

Oímos con frecuencia acerca de los efectos secundarios negativos asociados con la medicina. Estoy muy agradecida porque el tratamiento espiritual sólo tiene efectos secundarios positivos y siempre es un paso de progreso a medida que nos esforzamos por nuestra salvación. Crece a diario mi aprecio por las enseñanzas de la Biblia y de Cristo Jesús, por la Ciencia del cristianismo como la reveló la Sra. Eddy, y por nuestra iglesia que de muchas maneras apoya los pasos hacia el progreso espiritual.


Yo soy la hija de quien se habla en este testimonio, y verifico que esto en realidad ocurrió así. Estoy muy agradecida por el maravilloso regalo que la Ciencia Cristiana le ha dado a mi familia: el conocimiento de que cualquier cosa puede sanarse si confiamos en Dios. Es muy alentador saber que todas las respuestas a nuestros problemas las encontramos en la Biblia y en Ciencia y Salud.

Esta es una de las muchas curaciones que he tenido mediante la Ciencia Cristiana.

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