Hace Unos Años, un amigo mío se fijó una meta muy interesante. Dijo que quería quitar de su vocabulario la palabra necesito.
Era un comentario comprensible. Estábamos trabajando juntos en un departamento enteramente nuevo; teníamos una cantidad de trabajo muy grande, límites de plazo inflexibles y muy pocos recursos. Parecía como si todo comentario que se hacía (¡y algunos eran expresados muy enérgicamente!) empezaba con “Necesito...” Tal vez mi amigo percibía una norma que empezaba a molestarme a mí también. Podría describirse como una creciente certeza de que cada día nos va a faltar algo necesario.
En formas que al principio no son siempre obvias, muchos de nosotros estamos familiarizados con lo que significa carecer de algo. Puede ser en la forma de falta de progreso o dudas acerca de nuestra valía; tal vez no hayamos encontrado aún nuestro nicho, o el trabajo que hacemos puede parecernos que no tiene propósito. Creamos lo que creamos que nos falta, jamás podemos estar sin los recursos inagotables del Espíritu, Dios.
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