Escuchamos Estas Cosas por todas partes: la inflación es incontrolable; es imposible encontrar trabajo; hay que pagar las cuentas; los niños necesitan atención. La gente está haciendo todo lo posible para arreglárselas, pero es difícil mantenerse a flote frente a todas las exigencias. Mi país natal no es el único, por supuesto, en el que desafíos de esta naturaleza aparecen en los titulares de los diarios. En Brasil hasta tenemos un dicho que es compartido por muchos: “Dê um jeitinho, por favor?” Que esencialmente quiere decir: “Seguramente, habrá algún modo de hacerlo ¿no?” Y da la idea de que siempre hay una forma de darle vuelta a las cosas, de eludir requisitos o reglas formales.
Cuando las complejidades, escasez y desafíos impregnan hasta las actividades más rutinarias de la vida diaria, no es tan difícil entender cómo se van haciendo esos ajustes. Ni es difícil ver que el pedido mismo y el desaliento que refleja pueden afectar mucho a la gente.
Hay momentos en que parece que ninguna situación está exenta de este desafío. No hay más lugar en el ómnibus, pero uno debe ir a trabajar; seguramente podemos “acomodarnos”, hallar un modo de hacer que quepa más gente. Llega el día en que se tiene que cumplir un compromiso específico, pero sentimos que seguramente se puede arreglar una prórroga una vez más. Uno tiene la impresión, entonces, que en todo hay una forma de ajustarse a los retrasos, de evitar las consecuencias de una situación desagradable, de evadir equivocaciones.
Si bien esas formas de “ir pasando” pueden parecer inofensivas cuando se consideran separadamente, al juntarlas, pueden formar una montaña de retrasos, morosidad, carencias, insuficiencias, excesos, desórdenes y otras situaciones lamentables causadas por el error humano.
A veces es posible que tales compromisos temporales sean lo mejor que se puede hacer de acuerdo con las circunstancias, pero a la larga, es necesario considerar con más detenimiento nuestra vida y lo que creemos que nos gobierna. Eso es lo que me sucedió. De hecho, lo que he aprendido de la Ciencia Cristiana Filip. 1:6. ha hecho una gran diferencia a medida que he llegado a ver que la vida del hombre verdaderamente está gobernada por Dios y Su ley.
Una experiencia en particular realmente me ayudó a abrir el camino para obtener una comprensión más profunda de la ley siempre presente de Dios y su utilidad en la vida diaria. He aquí lo que sucedió.
Para completar su educación, nuestro hijo y su esposa tuvieron que ir a otra ciudad. Habían llegado a sentirse confiados, mediante el estudio de la Ciencia Cristiana, en que Dios verdaderamente gobernaba su vida. Sin embargo, aunque ellos pudieron hacer los arreglos iniciales para mudarse y a nuestro hijo lo transfirieron en su empleo, se enfrentaron con una terrible escasez de viviendas en esa zona. A menudo encontrar una casa es muy problemático, pero esto parecía ser el caso especialmente en la zona a la que la pareja se iba a mudar.
Un sábado, mientras oraba acerca de la situación, una parte de un versículo bíblico en el Nuevo Testamento vino a mi pensamiento. Es de la carta a los Filipenses: “El que comenzó en vosotros una buena obra, la perfeccionará”.Ciencia y Salud, pág. 421.
Como resultado de nuestra oración, fuimos guiados a tener en cuenta una serie de cosas. En primer lugar estuvo nuestra gratitud por el gobierno de Dios en nuestra vida y el hecho de que el Amor divino nos guía. Desde este punto de vista, reflexionamos sobre si mudarse era realmente lo correcto; cuáles eran los motivos; y si beneficiaría verdaderamente a otros, o si era simplemente una búsqueda egoísta. Como resultado, llegamos a la conclusión honesta de que si alguna acción humana no era esencialmente buena y sabia, habría una manera, algún modo divinamente dirigido de descubrirlo. Podíamos confiar en la verdad espiritual de que la obra de Dios ya es completa y que esta compleción se debe expresar de alguna forma en lo que podemos ver y comprobar.
Exactamente al día siguiente nos enteramos de que un departamento pequeño estaba disponible. Estaba ubicado cerca del empleo que tenían mi hijo y su esposa. El lunes por la mañana, se comunicaron con la inmobiliaria que tenía el departamento. Pero cuando llegó nuestra nuera a su cita, se le informó que otra familia había llegado antes y que las llaves del departamento se las habían entregado a esa familia.
Confiando en lo que Dios provee en la vida del hombre, nuestra nuera respondió de una manera inesperada, pero fue lo que se sintió espiritualmente guiada a hacer. Le dijo al agente que estaba dispuesta a esperar y ver si el departamento era realmente lo que los otros querían. Aunque esto debe de haberle parecido extraño al agente, a los quince minutos volvió la familia diciendo que el departamento no era adecuado para sus necesidades. No obstante, resultó ser perfecto para nuestros hijos.
Ante las complejas condiciones y dificultades humanas, tal vez con frecuencia tengamos que ser muy radicales al confiar en la ley de Dios y en Su omnipresencia. Dios no es gobernado por las condiciones humanas, sino que a medida que cedemos a la comprensión espiritual de que Dios es la Vida y la Mente verdaderas del hombre, podemos ver que se desarrolla correctamente en nuestra propia experiencia lo que El ha provisto y nos damos cuenta de que la misma ley del bien está funcionando para todos los hijos e hijas de Dios. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, ciertamente llega a la raíz de tal confianza espiritual. A cierta altura escribe respecto a la necesidad de tomar una posición firme a favor del control de Dios en situaciones de crisis. “Insistid con vehemencia”, escribe, “en el gran hecho que abarca toda la cuestión, que Dios, el Espíritu, es todo, y que fuera de El no hay otro”.2
El tomar conciencia del control divino no es simplemente ingenio humano bajo otro nombre, ni es una solución simplista para resolver problemas graves. El tener una mentalidad espiritual requiere persistencia, dedicación y amor desinteresado. No se trata de ocuparnos meramente de nuestro propia bienestar al punto de excluir el bien de los demás. Es una comprensión espiritual del afecto que tiene el Amor divino infinito que todo lo abarca, por todos Sus hijos espirituales, sin dejar a nadie ni a ninguna situación fuera del gobierno correcto del Amor divino.
Sea lo que sea la manera en que podamos pensar en cosas tales como la inflación, el desempleo, los gastos desenfrenados, la inestabilidad social debido a los malos gobiernos, nada de esto pertenece a Dios ni puede separarnos de El, que es todopoderoso. Estas desarmonías de la vida humana son conspiraciones proyectadas por el materialismo, o lo que la Biblia denomina “la mente carnal”, que pretende imponer su dominio sobre nosotros. Debido a esto, es preciso volver continuamente al hecho de que sólo hay un control verdadero, sólo hay una ley verdadera, sólo hay un gobernador del hombre: Dios. Entonces llegaremos a entender que el desgobierno, las demoras, el desajuste, la falta de control, no son las fuerzas ni las cosas inevitables que parecen ser.
Cada vez más podemos ver que el gobierno continuo y correcto de Dios invalida las equivocaciones y desórdenes a medida que comprendemos que la ley de Dios está siempre operando. Nunca necesitamos ceder nuestro pensamiento o vida al materialismo, al temor o a ningún otro aspecto de la ignorancia espiritual. El hombre en su verdadera naturaleza es espiritual y eterno bajo el gobierno ininterrumpido e invariable de Dios. El hombre como la imagen y semejanza espiritual de Dios no tiene que esforzarse continuamente para estar bajo el control divino. Es imperativo que reconozcamos que el control de Dios está siempre activo.
También he aprendido que en mis actividades diarias, es preciso abandonar la creencia de que somos autosuficientes y que no es necesario depender enteramente de Dios. El abandonar ese sentido personal de suficiencia desarrolla verdadera autoconfianza espiritual, y revela nuestra inquebrantable relación con Dios, que es nuestra Vida. Es además importante no expresar una falsa humildad que sugiere que estamos dependientes de alguien más que tiene más medios o mejores condiciones físicas y materiales. La humildad que abre nuestro pensamiento a la provisión de Dios y a nuestras habilidades espirituales es la que realmente desea ser gobernada por Dios. Cada persona es bendecida por esta creciente comprensión espiritual, y las oportunidades se nos presentarán a todos de la manera correcta. No sólo se pueden superar los problemas de carencia y desafíos relacionados con los negocios y las finanzas, sino que del mismo modo se pueden resolver los problemas personales.
Nada está más allá del alcance del gobierno de Dios. No hay necesidad de temer ni de recurrir a simplemente “arreglárselas de alguna forma”. Ya tenemos todo lo que necesitamos para realizar las obras que Dios espera de nosotros. Este es un gran hecho que debemos reconocer.
El único modo verdadero de “acomodar” nuestra vida es recurrir a la sabiduría infinita de Dios. El obstáculo común que pretendería impedir que recurramos a Dios, no es nada más que la manera obstinada en que a menudo parece pensar la mente humana. Creería que es mejor confiar en la voluntad humana que someternos al control divino. La comprensión de que la ley de Dios nos gobierna siempre, puede desatar todas las ataduras que pretenderían enredar nuestra vida humana y limitar nuestro conocimiento de la provisión de Dios y de Su cuidado amoroso.
La forma de “arreglárselas” es insistir en el perpetuo gobierno de la ley divina. Al prestar atención a esta exigencia y obedecerla con humildad, cada uno puede resolver y resolverá sus problemas, cualesquiera que sean. El gobierno de Dios es realmente bueno y eficaz, y se extiende a todo el mundo.
    