Hace Poco Llegue a comprender que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y ... discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos). Desde que me gradué de la universidad en 1990, he estado disfrutando de una carrera profesional como cantante de ópera. A principios de 1992, tuve el honor de cantar en el Metropolitan Opera de Nueva York.
Un martes recibí una llamada telefónica del Metropolitan, preguntándome si me gustaría hacer mi debut ese mismo viernes; estaría sustituyendo a una cantante que no podía cantar esa noche. (No se suponía que debutara sin hasta el próximo mes.) Acepté la oportunidad con agradecimiento, aunque no había ensayado en el escenario.
Ese jueves desperté sintiéndome bastante enferma de gripe. Pude apenas ir a algunos ensayos por la mañana, pero para mediados de la tarde me sentía peor. Estaba orando, tratando de estar consciente de que Dios, el Bien, es la única realidad. Pero en ese momento parecía imposible reconocer mi salud y perfección inalterables.
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