Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Hace Poco Llegue a comprender...

Del número de octubre de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Poco Llegue a comprender que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y ... discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos). Desde que me gradué de la universidad en 1990, he estado disfrutando de una carrera profesional como cantante de ópera. A principios de 1992, tuve el honor de cantar en el Metropolitan Opera de Nueva York.

Un martes recibí una llamada telefónica del Metropolitan, preguntándome si me gustaría hacer mi debut ese mismo viernes; estaría sustituyendo a una cantante que no podía cantar esa noche. (No se suponía que debutara sin hasta el próximo mes.) Acepté la oportunidad con agradecimiento, aunque no había ensayado en el escenario.

Ese jueves desperté sintiéndome bastante enferma de gripe. Pude apenas ir a algunos ensayos por la mañana, pero para mediados de la tarde me sentía peor. Estaba orando, tratando de estar consciente de que Dios, el Bien, es la única realidad. Pero en ese momento parecía imposible reconocer mi salud y perfección inalterables.

Regresé a casa y llamé por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana. Cuando le pedí tratamiento por medio de la oración, ella inmediatamente respondió con esta declaración de la Biblia: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Este versículo del libro de Jeremías fue muy apropiado para la situación y pensamos sobre su importancia espiritual.

La practicista me dijo que puesto que Dios es Mente, y El es Todo-en-Todo, yo podía esperar ver la evidencia de este hecho. De hecho, no estábamos tratando simplemente de sanar la incomodidad física, sino que teníamos interés en que al comprender y conocer mejor a mi Padre-Madre Dios, y al entender que Dios no solamente me bendice a mí sino a todos, se espiritualizara mi pensamiento.

También medité sobre la letra del Himno N.° 5 del Himnario de la Ciencia Cristiana que comienza así: “La voz de la Verdad mandó dejar lo terrenal”. El mensaje de este himno me ayudó.

Aunque sentí una gran paz, los síntomas continuaron. Después de hablar con mis padres y mi agente, decidí que por razones profesionales sería conveniente llamar a la compañía e informarles acerca de la situación, para así no dejarlos sin alternativas en caso de que yo no pudiera cantar. Los agentes se mostraron muy corteses y comprensivos y me pidieron que llamara por teléfono al día siguiente para informarles si podía cumplir. Mientras tanto indicaron que iban a buscar una sustituta, por si acaso.

Continué orando. Comprendí claramente que no era mi voluntad humana estar en el escenario la próxima noche, sino que la voluntad del gobierno armonioso de Dios me incluía a mí y a todos los que estaban involucrados.

Esa noche dormí tranquilamente, y cuando desperté el viernes por la mañana, todos los síntomas de la enfermedad habían desaparecido. Estaba completamente bien. ¡Cuánto me regocijé! Pero cuando llamé al Metropolitan me encontré con una sorpresa, mi última llamada había sido mal interpretada, considerándose como una cancelación y llamándose así a otra persona para que tomara mi lugar. Me indicaron que me llamarían en dos horas para informarme si iba a actuar esa noche.

Juntas, la practicista y yo oramos sobre esta nueva situación. Me indicó que mi oportunidad no dependía de decisiones humanas, personas, lugares ni tiempo. Si cantaba o no cantaba, esto estaba en manos de Dios, la Mente divina. Me indicó que yo cantaría hasta que Dios dijera basta. Este pensamiento me dio completa paz. No necesitaba tener temor, porque comprendí la verdad espiritual que la practicista había declarado tan sencillamente.

El Metropolitan me llamó diez minutos más tarde para decirme que si me sentía capaz, el debut sería mío. Está de más decir que acepté.

La actuación de esa noche fue un éxito absoluto. Me sentí preparada como si hubiese desempeñado el papel muchas veces antes. Me sentí muy inspirada. Había vislumbrado que yo sencillamente reflejaba la habilidad de cantar que se origina en Dios.

Quisiera también mencionar otro aspecto que completa esta curación. La practicista que me ayudaba en mis años como estudiante universitaria y quien era particularmente especial para mí, había muerto de repente. Por un tiempo creí que nunca podría encontrar guía espiritual cuando la necesitara. Por medio de esta curación aprendí que esas cualidades que había amado en mi amiga no eran materiales ni personales. Eran cualidades de Dios que ella reflejaba, y que todos expresamos de formas únicas. Espero que este testimonio ayude a otra persona, como muchos otros testimonios me han ayudado a mí.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1993

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.