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LA PLAZA

Así como la plaza o el mercado en una comunidad es el lugar de encuentro para la gente y sus actividades, LA PLAZA es un lugar donde los lectores del Heraldo pueden compartir experiencias y lecciones que han aprendido mediante las revelaciones espirituales adquiridas al trabajar para la iglesia y la comunidad.

UN FORO

El Antiguo Testamento: una historia de amor entre Dios y Su pueblo

(Cuarta parte)

Del número de junio de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Esta serie ilustrada que se publica en el Heraldo —"El poder reformador de las Escrituras" — trata sobre la dramática historia de cómo se desarrollaron las escrituras en el mundo a lo largo de miles de años. Se concentra en los grandes reformadores que escribieron y tradujeron la Biblia. Muchos dieron su vida para hacer que la Biblia y su influencia reformadora estuviera al alcance de todos los hombres y mujeres. Esta es una serie.

LOS ULTIMOS AÑOS ANTES DE LA VENIDA DE CRISTO JESUS

A medida que el judaísmo se arraigó con firmeza en la relativamente pacífica atmósfera que hubo después del exilio palestino — a salvo bajo el ala protectora del Imperio Persa— la comunidad judía se esforzaba por comprender cómo tratar con el gran imperio que por un lado los había sometido y por el otro les había dado la libertad de volver a su tierra natal.

Algunos judíos sinceros, como el autor anónimo del libro de Ester, no toleraban ninguna otra religión que no fuera la de ellos.

No obstante, el autor del libro de Jonás pensaba de manera muy diferente. En la que puede ser la "fábula" más famosa de todos los tiempos, relata cómo Jonás — a quien Dios envió a predicar a la capital asiria de Nínive— se niega a obedecer, basándose en el hecho de que Asiria es enemigo de Israel. Enojado porque Jonás lo había desobedecido al embarcarse y alejarse de Nínive en lugar de ir hacia allí, Yahvé hace que Jonás sea arrojado al mar durante una tormenta.

A través de una notable serie de acontecimientos, Jonás es tragado vivo por un enorme pez y después vomitado de la boca del pez en tierra. Castigado por esta experiencia, Jonás va a Nínive, donde consigue que toda la ciudad pecadora crea en Yahvé. De esta manera salva a su gran población de la ruina espiritual, y Dios procura enseñarle a no ser intolerante y nacionalista en su punto de vista en cuanto a las naciones extranjeras.

Cerca del cuarto siglo antes de Cristo, una nueva clase de presión amenazaba exterminar al judaísmo — el fenómeno cultural conocido como helenismo— la imposición de la cultura y el idioma griegos en todos los países conquistados por Alejandro de Macedonia. Después, en el año 175 a.C., el rey de Siria, llamado Antoquio IV, convencido de que él era la encarnación viviente del dios griego Zeus, erigió un altar para él mismo en medio del templo de Jerusalén e hizo que la adoración de cualquier dios que no fuera él, fuera un crimen punible con la muerte.

Ante este esfuerzo por erradicar su religión, los judíos libraron una batalla a muerte para conservar su derecho de adorar a Yahvé únicamente y así permanecer fieles a su fe. Al frente de esta resistencia estaba una banda de guerrilleros valientes dirigidos por Judas Macabeo, comúnmente llamado "el Martillo", cuyos fervorosos seguidores lograron una sorprendente victoria sobre Antoquio en el año 165 a.C., asegurando así la libertad religiosa para el pueblo judío durante un siglo.

Fue durante la campaña de "el Martillo" que se escribió el libro de Daniel. El autor de Daniel, como los macabeos, era miembro de los jasidios, secta de los judíos que creía apasionadamente que el pueblo judío debía negarse a adoptar la manera de vivir del helenismo, por mucha que fuera la persecución que tuvieran que enfrentar. Su mensaje era éste: el tiempo viene en que las fuerzas del mal serán totalmente destruidas. Por lo tanto, para evitar la ruina, el pueblo judío tiene que resistir el helenismo de todo corazón.

Entonces, ¿cómo hizo el autor de Daniel para difundir esas ideas en una época en que leer — mucho menos obedecer— la Tora era castigado con la muerte? Escribiendo en un código secreto que sólo comprendían los judíos. Por ejemplo, en los primeros seis capítulos del libro, él relata la historia de Daniel y sus amigos — judíos legendarios del período del Exilio— quienes repetidamente desobedecieron la ley babilónica y obedecieron la Tora, aun cuando enfrentaban la sentencia de muerte por hacerlo. En cada caso, como en la historia de Daniel en el foso de los leones, Yahvé salva a los adoradores hebreos. Pero El también convence a los gobernadores de Su omnipotencia, que El es de hecho el único Dios verdadero.

La lucha de los macabeos para preservar el judaísmo y restablecer la nación judía tuvo buen éxito, pero la paz y la libertad religiosa que ganaron fue, como mencionamos antes, de corta duración. En el año 63 a.C., las fuerzas del general romano Pompeyo impusieron el gobierno romano en Israel. Los judíos estaban enfadados bajo el yugo romano y vivían con la esperanza de que un miembro de su comunidad religiosa — el Mesías prometido en sus Escrituras— los guiaría en una lucha para restablecer su identidad nacional.

Por breve tiempo, algunos de ellos creyeron haber hallado a ese líder en un joven judío llamado Jesús, quien anduvo por esas tierras durante tres años sanando a los enfermos y predicando que el reino de los cielos había llegado. Pero cuando la gente descubrió que el reino del cual hablaba Jesús era un reino que estaba "dentro" y que no era la triunfante nación judía que ellos con tanta desesperación deseaban, quedaron sumamente desilusionados. Sus líderes religiosos entregaron a Jesús a las autoridades romanas e insistieron en que fuera crucificado.

SALVACION DE LA BIBLIA HEBREA DESPUES DE LA DIASPORA

Finalmente, una generación después de la crucifixión de Jesús, los judíos militantes se reagruparon en un último esfuerzo a muerte para deshacerse del gobierno romano. El resultado fue una derrota aplastante. El Templo fue destruido, para nunca más ser reedificado. La mayoría de los judíos se fueron de Jerusalén; sólo unos pocos rezagados permanecieron, un mero remanente de la antigua población. Durante los próximos dos mil años, la idea de un estado judío independiente no fue más que un sueño.

La única manera de conservar un sentido de identidad o unidad nacional ante esta desigualdad abrumadora fue preservar para siempre las Sagradas Escrituras: los escritos que registraban el singular pacto de amor entre el pueblo hebreo y Yahvé. Los judíos eligieron cuáles de los muchos textos disponibles debían aparecer en la Biblia hebrea final o grupo de "libros breves". Y ellos dispusieron esos libros en cierto orden aprobado por sus rabinos, o maestros. Esos libros llegaron a ser el "canon" oficial hebreo, la norma conforme a la cual se debían siempre medir las Escrituras hebreas.

De esta manera la Biblia hebrea, conocida por los cristianos como el Antiguo Testamento, estaba completa, completa en lo concerniente al pueblo judío. Su pacto de amor con Dios fue sellado para siempre en las páginas de sus Escrituras. Este pacto era una promesa que ningún conquistador podía quitarles. Su templo podía ser aplastado y su pueblo cruelmente dispersado por toda la tierra. Pero su fe en las singulares promesas que Dios les había hecho a ellos permanecerían en sus corazones de generación en generación. A pesar de todo lo que habían sufrido, ellos se sentían aún unidos a Yahvé y consideraban que su Biblia era el símbolo, el registro escrito, de esa unión. Y esperaron pacientemente el día en que las promesas de Yahvé, fielmente documentadas en sus Escrituras, fueran cumplidas.

Mary Trammell, nuestra Redactora Adjunta, es especialista en estudios bíblicos, y William Dawley, nuestro Redactor de Secciones Especiales, tiene mucha experiencia en periodismo.

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