Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La práctica de la curación cristiana hoy en día

Del número de junio de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Mayoria De las personas que han oído hablar de la Ciencia Cristiana reconocen que es una religión que pone de relieve la práctica de la curación cristiana. Durante cientos de años antes de su descubrimiento, la doctrina del dispensacionalismo había convencido a la gente de que la curación cristiana era un don especial de Dios que había terminado después de la época de los apóstoles. No obstante, en el siglo XIX una extraordinaria mujer estadounidense de Nueva Inglaterra, Mary Baker Eddy, descubrió que la vida de Cristo Jesús todavía daba testimonio del poder omnipresente de Dios para sanar tanto la enfermedad como el pecado.

Así como el descubrimiento de las leyes de la aerodinámica que hizo Sir George Cayley a principios del 1800, suministró la base para comprender que los objetos más pesados que el aire podían volar, el descubrimiento de que la curación cristiana opera de acuerdo con un Principio fijo y divino, la transforma en un designio divino permanente para el bien de la humanidad. Además, el descubrimiento de la Sra. Eddy indica que cualquier persona puede desarrollar la comprensión espiritual y el carácter cristiano que se requieren para ponerlo en práctica.

La clave para tener la habilidad para practicar la curación cristiana es aceptar la prueba que Cristo Jesús dio de que el hombre no es pecador por naturaleza. El demostró que la influencia de Dios en la vida humana destruye el pecado. Los relatos del evangelio dan ejemplos de arrepentimiento, restitución y regeneración. El cristianismo libera a la persona del pecado mediante el reconocimiento de que Dios, el Principio perfecto, es el único autor verdadero del hombre. El hombre espiritual — y esa es nuestra identidad verdadera— no nace con una naturaleza mala; tampoco tiene propensiones mentales que lo obligan a portarse mal; ni está propenso a ser un adicto; ni es innatamente sensual. Jesús sabía esto. El sabía que el hijo de Dios tiene que ser semejante a Dios. De modo que ayudó a hombres y a mujeres a descubrir su verdadera naturaleza espiritual y su filiación divina. El pecado no tiene dominio sobre aquellos que reconocían su identidad y naturaleza espirituales. Cuando nos liberamos de las pretensiones del pecado por seguir el ejemplo de Jesús, adquirimos la habilidad para sanar a la humanidad.

Iniciar sesión para ver esta página

Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / junio de 1993

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.