A Menudo Los lectores de esta revista y de las otras publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, obtienen consuelo e inspiración o son sanados por medio de su lectura.
Es natural que quienes continúan recibiendo bendiciones por la lectura de estos artículos y testimonios, probablemente sientan el deseo de apoyar estas publicaciones. Y una de las formas más tangibles de demostrar este apoyo es suscribirse a ellas. En realidad, suscribirse a las publicaciones es una manera de demostrar que las apoyamos. Cuando efectuamos una nueva suscripción o renovamos una a la cual ya nos habíamos suscrito, estamos en realidad diciendo: “Apoyo el mensaje y la misión de esta revista, y deseo expresar mi gratitud por ello”.
Para mí el fuerte deseo que sentí de apoyar estas publicaciones fue decisivo para elevarme de una situación que amenazaba limitarme en casi todo sentido. Después de muchos años en los que disfruté de mucha solvencia económica, de pronto me encontré con un ingreso muy reducido. Las necesidades básicas eran satisfechas temporalmente, pero no podía comprender cómo el pequeño ingreso adicional que recibía podría alcanzar para cubrir los gastos de la casa, el mantenimiento de mi auto, y permitirme contribuir económicamente a mi iglesia, sin mencionar cualquier gasto inesperado que pudiera presentarse.
Fue una época de búsqueda durante la cual me vi impulsada a preguntarme: “p¿Cuál es mi mayor necesidad?” Sabía en lo profundo de mi corazón que necesitaba sentirme más cerca de Dios, el Amor divino, a través de un mayor entendimiento espiritual de Dios.
Me apoyaba en la inspiración diaria que obtenía del estudio de las Lecciones Bíblicas que aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Aguardaba la llegada de cada nuevo ejemplar del Christian Science Sentinel y The Christian Science Journal como quien aguarda la visita de un amigo servicial y en quien se puede confiar. También comprendí las necesidades de una mayor parte de la humanidad a través de los instructivos reportajes que hallaba en The Christian Science Monitor. De hecho, me apoyaba en ese diario como un incentivo para hacer mis oraciones por el mundo, oraciones a menudo inspiradas por lo que leía en las otras publicaciones periódicas y a través del estudio de la Lección.
De modo que cuando se aproximaba la fecha de renovar cada suscripción, confiadamente escribía un cheque y lo enviaba. Sabía que la obediencia a cada Estatuto del Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy significaba un paso hacia adelante en mi crecimiento espiritual. Un Estatuto relacionado con las publicaciones periódicas dice en parte así: “Será privilegio y deber de todo miembro que tenga los medios, suscribirse a las publicaciones periódicas que son los órganos de esta Iglesia...” Man., Art. VIII, Sec. 14.
Reconocí que tener las publicaciones periódicas a mi disposición no dependía de cuánto dinero disponía, sino de cuán agradecida me sentía por lo que éstas representaban: o sea la continuidad y lozanía de la Vida, la presencia del Amor acompañándonos, los recursos del Alma que jamás disminuyen. ¿Cuán dispuesta estaba yo a confiar en que la Verdad respondería a mis necesidades? No me preguntaba: “¿Puedo afrontar el gasto de la suscripción a las publicaciones?”, sino, “¿Puedo realmente prescindir de las publicaciones?” Básicamente debía establecer prioridades y durante mi estudio de la Ciencia Cristiana había aprendido esta regla infalible, que en la proporción que damos a Dios nuestra prioridad, nuestras necesidades son satisfechas.
La siguiente promesa de la Biblia me dio valor: “Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. 2 Cor. 9:8.
He descubierto que confiar en Dios, el Espíritu, es lo más práctico que podemos hacer, porque esta confianza elimina el temor y abre la puerta del pensamiento a nuevas posibilidades. Y esto fue cierto en mi experiencia al suscribirme a las publicaciones periódicas. Cada publicación que recibía en mi casa contenía como mínimo un artículo o testimonio que me colmaba de inspiración y ánimo. Esta afluencia de luz espiritual se tradujo en valor y fortaleza para emprender un curso universitario que me proporcionó las aptitudes de trabajo que necesitaba. También se evidenció en el amor, la humildad y la visión que necesitaba para integrarme al mundo laboral por primera vez.
Poco a poco mi situación financiera se normalizó, pero nunca carecí de nada durante esa época de crecimiento. Y fue un gozo muy especial para mí continuar brindando apoyo financiero a mi iglesia filial y a La Iglesia Madre.
Cuando deseamos suscribirnos a las publicaciones periódicas, ¿acaso nos obstaculiza la frase “que tenga los medios” que aparece en el Estatuto citado anteriormente? Este argumento puede presentársele al estudiante nuevo de la Ciencia Cristiana que todavía puede tener el concepto material de sí mismo y de la vida. O también puede presentársele al estudiante de muchos años que ha disfrutado de todas las publicaciones en el pasado pero que, no obstante, de pronto se ve enfrentado a circunstancias financieras reducidas.
Pero ¿puede la Verdad divina que nos ha bendecido tan abundantemente al igual que a los demás en diversas ocasiones, fallar en otras? La Verdad es infinita y eterna y sustenta todo lo que es útil y bueno en nuestra experiencia. Al depender consecuentemente de la Verdad, aniquilamos el pensamiento limitado acerca de nosotros. Se nos revela nuestra herencia espiritual como hijos e hijas del único Dios omnisciente, omnipresente, que fielmente bendice a Su linaje. Nos abre el camino para tener lo que nos elevará de la soledad, la frustración, el temor, la limitación y el pecado.
En su libro Twelve Years with Mary Baker Eddy, Irving C. Tomlinson escribe lo siguiente con respecto a la devoción de la Sra. Eddy al fundar todas las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana: “A medida que aparecía cada publicación periódica de la Ciencia Cristiana, inclusive The Christian Science Monitor, ésta no era una mera empresa periodística ni literaria; era un mensaje espiritual portador de vida, cuyo propósito era traer salvación a la humanidad, servir como un comienzo para liberarla de la mortalidad, de sus terrores, agonías, desesperaciones y fracasos. Estaba diseñada para traer vida a todos; entrar en la historia de cada persona, rehabilitar su experiencia y modelar su destino”.Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), pág. 99.
Es evidente, de todo lo que podemos leer sobre el tema en las obras de la Sra. Eddy, que ella esperaba que cada estudiante de la Ciencia utilizara al máximo las publicaciones periódicas para aumentar su capacidad para ser bueno y hacer el bien, como, por ejemplo, ella escribe: “Los centros sistematizados de la Ciencia Cristiana son fuentes vivificantes de la verdad. Nuestras iglesias, The Christian Science Journal y el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, son fuentes prolíficas de poder espiritual, cuyo ánimo intelectual, moral y espiritual se siente por todo el país. Nuestra Sociedad Editora y nuestras lecciones dominicales, son de un valor inestimable para todos los investigadores de la Verdad”.Esc. Mis., págs. 113–114.
El reconocimiento y la gratitud por lo que estas publicaciones periódicas representan, y el deseo honesto de hacer nuestra parte para apoyarlas, nos protegerán de la sensación de sentirnos defraudados y frustrados por la sugestión de que no necesitamos una u otra de estas publicaciones, de que no podemos hacer frente al gasto de la suscripción, o de que no tenemos tiempo para leerlas. Nuestro apoyo — a través de la oración y económico— es también una influencia para el bien, que ayuda a mantener estos órganos de nuestra Iglesia, y a guiar a los demás a descubrirlos y a beneficiarse de ellos y de la Ciencia Cristiana.
