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Seminario

La responsabilidad de ser padre

Cómo criar a los hijos en tiempos difíciles

Del número de junio de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"Gracias por su carta sobre la crianza de los hijos. Acabo de regresar a casa y me encontré con su carta y, en vista del poco tiempo que tenemos, pienso que voy a escribir algunas ideas al azar. Es probable que necesiten muchas correcciones. No estoy seguro de ser la persona más indicada para escribir para este Seminario, ya que tengo muchas dudas acerca de lo bueno que soy como padre. Sin embargo, estoy aprendiendo algunas cosas".

Cuando solicitamos colaboraciones para este Seminario en The Christian Science Journal sobre la crianza de los hijos, un padre de dos niños nos envió desde Inglaterra una carta con el párrafo anterior.

¿Acaso esta afirmación no le resulta familiar? ¿Ha tenido alguna vez "dudas" sobre lo eficaz que es como padre, o como tío o tía, o aun como ciudadano interesado en los niños de su comunidad? Puede ser. Pero criar niños en los años noventa no es tarea fácil. Los desafíos son enormes. La economía incierta provoca tensión en las familias porque muchos padres están preocupados de perder el trabajo. A menudo ambos padres trabajan, y quizás estén preocupados que los hijos estén pasando demasiado tiempo solos sin la guía de sus padres. Las drogas presentan otro desafío. Además, últimamente nos hemos enterado de que ha habido un aumento en la violencia en las escuelas; los niños portan armas y en algunas oportunidades las usan contra sus propios compañeros.

¿Una amplia variedad de problemas? Sí. ¿Insuperables? No. Los padres pueden obtener un sentido de alivio y dominio al brindar bienestar a sus hijos. Hablamos con tres padres Científicos Cristianos que han compartido experiencias muy diferentes. Pero el común denominador de todos ellos es su confianza genuina en la oración para encontrar respuestas a los desafíos que enfrentan al criar a sus hijos. Su amor a Dios y a la familia los ha sostenido, y ha elevado y ampliado su concepto de lo que significa ser padres.

No hace mucho, hablamos con una mujer, estudiante de la Ciencia Cristiana, que ha trabajado como funcionaria a cargo de la libertad condicional para adultos. Ultimamente ha estado ayudando a criar a niños que han sufrido abusos físicos o sexuales, niños a los que han echado de sus hogares, o de las casas en donde los estaban criando. Comenzamos nuestra entrevista pidiéndole que compartiera alguna experiencia de su vida como madre adoptiva.

Mi esposo enseña en una institución de detención para menores, y mis dos hijas están en el tercer y séptimo grado. Nuestra familia ha tenido a su cargo niños por más de cinco años y hemos tenido alrededor de doscientos niños en nuestra casa. La mayoría han sido muchachas adolescentes, y tenemos cuatro a la vez. Hay cuatro camas en la planta baja. La mayoría de las muchachas han sufrido abuso físico y/o sexual o conflictos serios en sus hogares. En algunos casos se han escapado de sus casas, las han expulsado de otros hogares adoptivos, o necesitan estar a salvo en un hogar seguro. Nuestro cuidado es solo temporal, que puede ser de un día o dos, hasta varios meses. Entonces trabajamos en colaboración con la agencia del estado para asegurarnos de que el niño puede volver a su hogar o debe seguir por más tiempo en una casa de adopción, en otras palabras estar con una familia. O decidimos si necesitan un lugar más estricto, tal como un hogar en grupo. A veces de nuestro hogar se van a diferentes lugares. Una de las cosas que me preguntaba muy a menudo es: ¿Cómo dejo ir a estos chicos? Y constantemente tengo que volver a la idea de que en realidad es Dios el que cuida a los niños. Los niños no se acercan ni se alejan de ese cuidado sino que es constante. Y siempre hay un paso más hacia adelante que fomentará un buen desarrollo. Los niños nos brindan la oportunidad de apreciarlos y crecer con ellos. Siempre estaré agradecida porque podemos ser testigos de algunos de esos pasos a lo largo del camino. Espero que ése sea el verdadero sentido de adopción.

Al tratar con hijos adoptivos, y en especial con niños con problemas, ¿cómo hace para ver más allá de los problemas y ver verdaderamente lo bueno en ellos? Bueno, hay en esencia dos aspectos que parecen repetirse en ese respecto, y ellos son el resultado del estímulo de mi propia necesidad, de mi propio crecimiento y curación. Uno de ellos es el de quitarles los rótulos y los conceptos falsos con que los adolescentes llegan a nuestra casa. En principio, antes de que podamos relacionarnos de manera eficaz con los niños, tenemos que tratar nuestro concepto de los niños. Los niños que tienen el rótulo de haber sufrido abuso físico o sexual, o abandono, que no pueden expresar cariño a nadie, que son adictos, que están enojados, o que van a llevar cicatrices emocionales para toda la vida, son en realidad las perfectas, completas y maduras ideas de Dios, el bien. Y necesitamos despersonalizar los rótulos humanos y la historia material y escoger aquellas cualidades de la semejanza de Dios que nosotros vemos y aferrarnos a ellas.

Una de las cosas que no deben temer son los rótulos. Cuando nos aferramos a las cualidades semejantes a Dios que vemos, también tenemos que esforzarnos por no dejar que nada negativo more en nuestro pensamiento, especialmente el temor por ese niño. Y eso es un desafío para todos los padres. Nos puede preocupar mucho ya sea por la interacción de los niños con sus amigos, como por las cosas con las que estamos viviendo bajo nuestro propio techo.

¿Puede darnos un ejemplo de lo que está hablando? Un buen ejemplo fue la curación que tuvo lugar a medida que oramos y nos apegamos a las cualidades divinas de una niña que era la única hija de una madre soltera que tenía una enfermedad mental. A la edad de nueve años tomaba el autobús para ir a la ciudad y vendía drogas en la calle. Cuando llegó a nuestro hogar, estaba en tercer año de secundaria y era miembro de una pandilla, estaba abandonando sus estudios por tener malas notas y había sido expulsada varias veces por pelear o fumar. Más allá de esos rótulos tan firmemente pegados a ella, yo veía a una joven muy inteligente, con indicaciones de integridad donde había habido hurto, tranquilidad donde había habido enojo. Vi algo de mansedumbre en su fortaleza y seguridad en vez de dependencia en la actividad pandillera, la que originalmente había adoptado como símbolo de poder o para tener un sentido de identidad. A través de muchos meses de bastante turbulencia de vivir juntos en familia, me mantuve firme en aquellas cualidades espirituales, y observé como se desarrollaban en esa muchacha. Y ambas llegamos a sentir un profundo afecto mutuo. Esta joven salió de nuestro hogar para vivir por un largo tiempo en un hogar adoptivo, y finalmente volvió a vivir con su madre. Ahora está estudiando en la escuela secundaria tomando clases más avanzadas y trabajando medio tiempo. No fuma, y, como ella misma dice, no se viste más como una pandillera, en otras palabras ya no es miembro de la pandilla.

Usted mencionó dos aspectos que se destacan en su trabajo. El otro aspecto que se relaciona mucho con mi trabajo es la idea del perdón. Hace muchos años otra adolescente vino a vivir con nosotros. Ella había sufrido por muchos años un severo abuso sexual y el intento de ubicarla en otros dos hogares de adopción no tuvo buenos resultados. Estaba envuelta en las drogas y la promiscuidad sexual, no asistía al colegio, se fugaba del hogar, y desafiaba a la autoridad. También había intentado suicidarse. Una noche cuando yo estaba sentada en el piso sosteniéndola porque estaba llorando y deprimida, oré para verla inocente y no como una víctima de la inmoralidad y el abuso. Pero el pensamiento más importante que tuve fue la necesidad de perdonar a sus padres y liberarme de la ira que albergaba por las aparentes cicatrices que habían dejado en su vida. Oré para saber que tanto la joven como sus padres eran miembros amados de la familia completa de Dios, y que estaban en el centro de Su amor. Y por ello, todos eran inocentes por ser las ideas espirituales de Dios, no sólo ella sino también sus padres. Después de un tiempo nos permitió abrazarla. Comenzó a compartir más de sus pensamientos y sentimientos y hablaba abiertamente sobre las mejores normas morales. Dejó las drogas y las relaciones sexuales. Se sintió motivada para permanecer en la escuela. Y lo mejor de todo, los maestros, sus compañeros de rehabilitación y sus amigos comentaron sobre la transformación que ellos estaban presenciando.

¿Qué otros pensamientos puede compartir sobre cómo esforzarse para ver las buenas cualidades de estos niños? Bueno, al conocer a los niños, pienso que esas cualidades buenas comienzan a manifestarse. Hay buenas cualidades en todos nosotros; el bien está allí. Sólo necesitamos orar para verlo así.

¿Cómo ayuda al niño para que lo vea? ¿Acaso los niños a veces no han puesto una barrera alrededor de sí mismos? o ¿quizás hayan aceptado esas falsas leyes, o rótulos sobre sí mismos? Es cierto. Lo hacen. Pienso que uno se lo tiene que repetir a ellos y a uno mismo cuando ora para saber qué sucede a cada momento. Yo empiezo conmigo misma: "¿Qué está haciendo Dios en este preciso momento en la vida de esta pequeña?" y "¿Qué está haciendo El en mi vida?" Pero también les hago saber que ellos son buenos. Hablamos sobre las cualidades, las cualidades cristianas. Hablamos sobre el comportamiento, el buen comportamiento y sus consecuencias, y de todas las cosas que son los atributos del Principio y del Amor, especialmente en lo que respecta al cuidado de los niños.

¿Cómo se comprometió con el cuidado de niños adoptivos? Bueno, hace muchos años una enfermera de la Ciencia Cristiana nos visitó para asistirme en el nacimiento de mi primera hija, y nos comentó que, respecto al cuidado de los niños, todos nosotros en cierto sentido somos padres adoptivos, que Dios es nuestro verdadero Padre-Madre. Y busqué el significado de la palabra adoptivo, que significa apreciar, fomentar, promover el crecimiento, alentar. Así tratamos de pensar que Dios estaba operando en nosotros como el Amor divino, el Principio. Y entonces, hace cinco años, cuando tuvimos la oportunidad de ser padres adoptivos a través de un anuncio, lo aceptamos, puesto que era un concepto que ya habíamos estado considerando en nuestra familia.

¿Hubo preguntas respecto a su religión? Sí. Hubo preguntas en cuanto a cómo trataríamos el cuidado médico, etc. Y dijimos que haríamos todo lo que el estado requiriera. Y esa fue realmente la única pregunta. Y los niños han tenido curaciones, aun camino a una sala de urgencias. Hemos podido impedir que la gripe, los resfríos y diferentes enfermedades contagiosas se transmitieran al resto de la familia.

¿Saben las muchachas que usted ora? Sí, ellas saben que oro.

¿Hacen preguntas o quieren saber algo sobre la oración? Lo hacen de vez en cuando. Ellas van a la Escuela Dominical con nosotros, y nuestra iglesia ha sido maravillosa y muy flexible en la Escuela Dominical, dependiendo de quien asiste, debido a que en nuestra familia los miembros cambian con frecuencia, y por eso las necesidades son diferentes. Entonces, en una oportunidad, ellos establecieron en la Escuela Dominical lo que se llama una "clase de bienvenida"; algunas iglesias la tienen y otras no. Es una clase en la cual a los nuevos alumnos se les da la bienvenida y se les enseña las Escrituras y se les da a conocer la Ciencia Cristiana, pero también son alentados a que expongan sus puntos de vista y compartan sus ideas acerca de Dios.

¡Eso es maravilloso! ¿Qué sucede con sus propias hijas? Ellas también deben aprender y crecer mucho. Sí. Y la pregunta más común que yo contesto es siempre la misma. Pero a menudo lo que realmente quieren saber es: "¿No la alarma que sus propias hijas puedan adquirir el comportamiento desviado que las rodea o que vivan en ese ambiente?" Al principio, cuando empezamos con la adopción, el resto de mi familia también estaba preocupada. Nos apoyaban, pero estaban preocupados. Y pienso que cada día nos referimos a la misma idea, de que sólo el bien es realmente contagioso y no el comportamiento erróneo. En Escritos Misceláneos la Sra. Eddy afirma: "Si tan sólo la gente creyera que el bien es más contagioso que el mal, puesto que Dios es omnipresencia, cuánto más seguro sería el éxito del médico, y la conversión de pecadores por el clérico". Ya sea que estemos alarmados de que nuestros propios hijos o los hijos de nuestros amigos sean atraídos por un comportamiento desviado, o que encontremos ese tipo de comportamiento en nuestra propia casa, como hijos de Dios todos somos atraídos por el bien. La otra cosa con la que trabajo es con el pasaje de la Biblia: "Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada". En otras palabras, tampoco ninguna plaga de comportamiento. Nuestros hijos probablemente sepan más que los otros niños de su edad acerca del comportamiento desviado, pero también tienen la exigencia de esforzarse por verdaderamente poner en práctica su carácter cristiano y crecer de esa manera. Pienso que después de estos años nuestros parientes pueden ver que la experiencia ha sido una bendición para todos nosotros, incluso para nuestras propias hijas.

UN ENFOQUE BASADO EN LA ORACION RESPECTO AL CUIDADO DE LOS NIÑOS

Mi esposo y yo tenemos dos hijos. Vivimos en las afueras de una ciudad grande de Europa. En este momento mi marido está trabajando fuera del país pero regresa a casa todos los fines de semana, y yo he trabajado en casa durante los últimos dos años. Por un período de diez años desde que nuestros hijos nacieron, fue necesario que trabajara fuera de mi casa tiempo completo. Mi esposo atendió a nuestro hijo mayor por tres años, pero cuando nuestro segundo hijo llegó mi esposo ya estaba trabajando afuera.

Como muchas, si no todas, las madre que trabajan, la principal preocupación durante esos diez años que estuve trabajando fuera de mi casa fue que mis hijos recibieran el cuidado necesario. Yo habría tenido problemas con mi trabajo si ellos no hubieran recibido ese cuidado.

Al mirar atrás, honestamente puedo decir que cuanto más comprendía que mis hijos eran cuidados directamente por Dios, más se manifestaba este hecho en nuestra vida. Por ejemplo, fuimos bendecidos con el apoyo de maravillosas personas que cuidaron de ellos. La oración y el estudio de la Biblia y de los escritos de Mary Baker Eddy me brindaron a través de los años un constante sentido de paz, seguridad y bienestar respecto a los niños. Lo que la Sra. Eddy explica de Jafet en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, me ayudó mucho. La parte de la definición que me ayudó más es donde ella dice que cada niño es "el hijo de Su solicitud". En una oportunidad, cuando los niños no se sentían bien, oré por mucho tiempo, que resultó ser por las noches. Sin embargo, esto no fue un ejercicio cansador, sino lo contrario, y las curaciones que hubo se transformaron en una gran fuente de consuelo. Sí, fue la oración, o la comunión con Dios, lo que me brindó un sentido de gozo y dominio respecto al cuidado de mis hijos. Y sigue haciéndolo.

Cuando estaba en mi trabajo o en un viaje de negocios, siempre me aseguraba de que quien estuviera cuidando de mis hijos pudiera comunicarse conmigo cuando fuera necesario. Sentí que ésta era una forma práctica para mí de expresar mi maternidad en estas circunstancias, y de brindar de esta manera lo mejor de mis habilidades para cumplir fielmente con mi responsabilidad legal de madre. Siempre di instrucciones precisas de que me llamaran si alguno de los niños no se sentía bien. Pero más que todo, oraba diariamente para saber que Dios, el Amor, guiaba y cuidaba de cada miembro de nuestra familia. Hemos tenido muchas evidencias de este hecho. Y hemos probado que Dios se comunica directamente con los niños.

Por ejemplo, hace dos años, nuestro hijo de diez años iba a viajar siete horas en avión para visitar a un buen amigo. Tres días antes de su partida se enfermó. Se fue a la cama temprano por la tarde. Los síntomas no parecían serios. Sin embargo, cuando fui a su dormitorio unas horas más tarde, parecía que estaba despierto pero no me respondía cuando le hablaba o lo tocaba. Fui vencida por el temor. Me di vuelta y dije en voz alta: "Padre, yo sé que es todo Tuyo y que puede oír Tu voz".

Entonces llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana, y juntas afirmamos el hecho de que los niños no necesitan un interlocutor, como un padre humano para decirles la verdad, o que ellos son los hijos de Dios, el Padre y Madre de todos. Dios, la Mente divina, se comunica directamente con cada una de Sus ideas.

Durante esa conversación sentí que yo recuperaba la tranquilidad. Luego de colgar el teléfono, fui a ver a mi hijo y lo encontré con los ojos cerrados y durmiendo normalmente. Salí de la habitación para atender a nuestro hijo menor, y mientras estaba haciendo eso, le dije: "Tenemos que saber que tu hermano está bien. El necesita de nuestra ayuda".

En forma inmediata, este pequeño me dijo con asombrosa convicción y autoridad: "¡El error ha de ser silenciado y tiene que dejar de molestarnos!" En cuestión de segundos una voz nos llamaba de la otra habitación: "Me siento mucho mejor", después de lo cual mi hijo menor salió corriendo a ver a su hermano, saltó arriba de su cama y dijo: "Sí, y yo te ayudé". En realidad Dios había hablado directamente a ambos. Dos días después mi hijo mayor se fue en su viaje trasatlántico solo por primera vez y tuvo unas hermosas vacaciones.

CRECIMIENTO ESPIRITUAL: REQUISITO INDISPENSABLE PARA SER PADRE

Para ser absolutamente honesto, considero que ser padre es un gran desafío. Aun cuando mis hijos ya están grandes y viven en sus propias casas, las exigencias, aunque son diferentes en lo que requieren de los padres, aún están allí. Cuando mis hijos eran pequeños, me di cuenta de que el cuidar de los niños requiere mucho más en términos de tiempo, energías, flexibilidad y aguante en todos los frentes, y no estaba seguro de tener la capacidad de ser padre. Comprendí inmediatamente que el crecimiento espiritual era un requisito indispensable para los padres, de modo que me vi forzado a crecer de maneras que podrían no ser reconocidas como necesarias. Tuve que aprender lo que significa en realidad ser altruista, vivir para los otros, y encontrar un sentido sólido de identidad al hacerlo.

La Ciencia Cristiana aclaró todas esas áreas de necesidad, debido a que me brindó un modelo en nuestro Padre-Madre Dios para saber cómo cuidar a los niños; me enseñó acerca de la naturaleza espiritual del hombre cuando yo estaba luchando con los conceptos mortales y limitados de los padres y de los hijos que parecían tan reales; y me enseñó que las leyes sociológicas, psicológicas y médicas que la sociedad determina para la población en general, ni siquiera son leyes; aprendí que bajo el Principio divino, el Amor, las familias pueden ser una ley para sí mismas.

Encontré que es absolutamente imperativa la necesidad de confiar en Dios y que El cuida de Sus hijos en cada una de las etapas de la educación de los niños; confiar en que El establecerá el bienestar de los niños en lo intelectual, emocional y social; confiar en que El conservará su salud y armonía; confiar en que El será el fundamento de su identidad y pensamiento independiente; y confiar en que El será la base de su establecimiento moral, ético y espiritual. Esta confianza en el Padre-Madre Dios, aunque no absuelve a los padres de sus responsabilidades para con sus hijos, sí elimina la carga de tener esta responsabilidad.

Después de ser padre por más de veinticinco años, reconozco que el ser altruista y confiar totalmente en Dios, se aplican a todos los aspectos del cuidado de los hijos.

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