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La juventud en los años 90

Anhelo y oración

Del número de agosto de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Alguna Vez Has deseado algo con ansias? Muchos de nosotros sí. La persona pobre puede que anhele ser rica. La soltera puede que anhele estar casada. Parecería que el anhelo es un estado natural del pensamiento de mucha gente. ¿Pero es natural anhelar cosas continuamente en la vida y sentirse incompleto e insatisfecho? Uno podría llegar a la conclusión de que el anhelo constante es inevitable porque parecería que siempre nos falta algo. Las personas que buscan satisfacción en la materia viven descontentos.

Sin embargo, hay otra manera de contemplar la vida, y esa manera nos trae libertad y satisfacción. Está basada en el Espíritu, Dios, como la fuente de nuestra vida y de todo lo que necesitamos.

Cuando era adolescente, yo anhelaba salir con muchachos. Recuerdo que me apoyaba en la parte de atrás del sofá de la sala de estar y oraba: “Por favor, Dios, ¡déjame salir con algún muchacho!” Sin embargo, ésta no era una manera eficaz de orar porque yo estaba rogando en vez de confiando en Su cuidado. Desde el fondo de mi corazón, yo sabía que mi oración no partía de un punto de vista espiritual. Yo concurría a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, y allí me habían enseñado a orar como Cristo Jesús oraba. Conocía el Padre Nuestro. Comienza con una declaración de verdad sobre Dios: “Padre Nuestro que estás en los cielos”. Mateo 6:9. Dios conoce solamente la armonía perfecta, y El imparte sólo armonía a Su creación. El cuida con ternura a cada uno de Sus hijos. Por medio de este pasaje en el libro Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, había aprendido que rogar no era la manera correcta de orar: “Dios no es influido por el hombre. El 'oído divino’ no es un nervio auditivo. Es la Mente que todo lo oye y todo lo sabe, quien siempre conoce toda necesidad del hombre y la satisfará”.Ciencia y Salud, pág. 7.

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