¿Puede El Pensamiento solo causar daño? Todos hemos escuchado frases tales como “una mirada que mata”, y difícilmente necesitemos de la película Atracción Fatal, para demostrar la naturaleza destructiva que tiene el sensualismo y la envidia. Las noticias típicas del día ofrecen muchas historias de la “vida real” sobre la brutalidad física y mental, a menudo narrados con tal dramatismo y repetición que borra la línea que existe entre la noticia y la ficción. Pero, ¿puede el pensamiento solo causar daño?
Una experiencia que tuve una vez, que involucraba la crítica de parte de otros que parecía maliciosa en vez de correctiva, también pareció exponerme a un serio problema físico.
Un día comencé a sentir un agudo dolor en la parte superior del cuerpo, y algo parecido a heridas me aparecieron en el pecho y en la espalda. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con la oración. Ella habló de la necesidad de enfrentar el odio y la envidia con pureza, parecida al amor del Cristo. Yo sabía que podía amar todavía más a los demás, del mismo modo que podía mejorar lo que estaba haciendo.
Cuando se presentan desafíos, mi pensamiento recurre rápidamente a Cristo Jesús. Me pregunto a mí mismo: ¿Qué haría él en esta situación? ¿Qué enseñó sobre este particular? En el Sermón del Monte dijo: “Haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”. Mateo 5:44. Y él practicaba lo que predicaba, aun sanando a aquellos que se le oponían, tal como Malco, que se encontraba entre la turba que fue a capturar y a crucificar a Jesús.
Decidí intensificar mis esfuerzos por amar científicamente a los que me criticaban, es decir, de acuerdo con la ley del Amor divino que Jesús enseñó. El veía a todos los que encontraba como el verdadero padre los creó, como la semejanza del Espíritu, el Amor divino y, en consecuencia, motivados y gobernados por el Amor. El cristianismo no nos pide que amemos el odio, sino que nos exige que amemos a aquellos que han permitido que la naturaleza espiritual que Dios les ha dado sea oscurecida por la maldad y la envidia.
Empecé a pensar que amar a los demás era mi verdadero trabajo y no una exigencia inalcanzable. Muy pronto el dolor y las heridas desaparecieron, y estuve más alerta a la necesidad de orar por mí mismo y de vigilar lo que estoy pensando de los demás.
Los pensamientos llenos de críticas destructivas envenenan; encerrarían a quienes los entretienen en una falsa concepción de la vida. Tal crítica comienza y termina con el punto de vista falso de que el hombre es un organismo material que tiene una mente personal. Eso no nos permitiría ver las cualidades propias de Dios que son inherentes a cada persona, y así marchitaría nuestra habilidad de amar. Para vigilar científicamente nuestros pensamientos debemos usar nuestro sentido espiritual para ver la verdadera semejanza al Cristo en nuestros hermanos y hermanas, y rechazar cualquier ilusión que sea contraria al Amor infinito.
El hombre que Dios ha creado es completamente semejante a su creador y, por lo tanto, completamente bueno. La creación de la Mente divina es inmortal y espiritual, no mortal y material. Nuestro entendimiento de la verdadera creación de Dios — de Dios como el bien constante y universal, y del hombre como la expresión ilimitada y espiritual de Dios — es un escudo y una ley de protección.
Comprender que el hombre es la imagen o idea de Dios, es liberarnos en cierta medida de la creencia ampliamente sostenida de que es probable de que seamos víctimas o depredadores. Lo que la sabiduría convencional llama naturaleza humana puede parecer inamovible e ineludible. Pero es inherentemente débil y cede al irresistible poder del Cristo, la Verdad, que revela nuestra naturaleza genuina como hijos e hijas de Dios, gobernados solo por Dios.
El Cristo viene a destruir las tinieblas de la creencia mortal y material, que insinúa que Dios, el bien, es limitado, que pertenece a una época determinada, o que tiene un trato para compartir el poder con el mal. Cristo Jesús nunca destruyó a la gente mala; el Cristo, la Verdad, sólo destruye el mal, el pecado o el error, que afirma que es parte del hombre.
De todo el veneno que ha tramado la inventiva humana, se puede decir que el más peligroso es el mental. Las armas biológicas y químicas plantean una seria amenaza a la seguridad del mundo. Sin embargo, el perjuicio hecho a través de los siglos por el armamento mental ensombrece en comparación el pervertido uso de la ciencia física. El odio, la envidia, las rivalidades étnicas, los celos, el abuso mental, y el criticismo farisáico son formas de veneno mental, como son la decepción vestida de dulzura, el afecto ciego, el carácter dominante, la simpatía que hunde y la manipulación premeditada.
Cualquiera sea su envoltura, estos modos de la mente mortal son tipos de influencia mental que podrían hacer daño contaminando los pensamientos indefensos. Es ese tipo de veneno mental el que podría llevar a terroristas y a tiranos a construir y amenazarnos con el posible uso de armas de destrucción masiva. Sin embargo, en cada caso el campo de batalla es mental. Dios es la Mente, el Santo y, por lo tanto, la Mente única y universal de todo. El hombre es en realidad la concepción pura de Dios, lo que la Mente conoce y expresa ahora. La seguridad descansa en el hecho de que hay solamente un lado donde podemos estar, el de Dios, quien es la Mente que es todo amor.
Algunos años después de mi experiencia con la crítica maliciosa, me pidieron que viajara por negocios a Africa Occidental. Fue un trabajo que acepté con agrado como una oportunidad para conocer a unos amigos con los que había mantenido correspondencia y para ver un continente y un pueblo que había llegado a apreciar mucho. Sin embargo, en casi toda Africa se practica ampliamente y se teme la hechicería. En medio de todos los preparativos del viaje — obteniendo visas, estudiando francés y juntando provisiones, tal como repelentes de insectos (¡que nunca usé!)— el aspecto principal de mi preparación fue la oración y la investigación espiritual. Oré para entender mejor que el verdadero hogar de uno es el conocimiento consciente de Dios y Su omnipotencia. Este hogar no puede ser invadido. Busqué una sólida comprensión del amor y de la auto-defensa cristianos, y los encontré en la Biblia y en los escritos de Mary Baker Eddy. A continuación encontrarán algunas de las ideas que probaron ser las que más me ayudaron.
La seguridad descansa en el hecho de que hay solamente un lado donde podemos estar, el de Dios, quien es la Mente que es todo amor.
El Padre Nuestro fue un constante compañero, especialmente su comienzo: “Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre”. Mateo 6:9. Todo lo que es verdad de la creación divina estaba de acuerdo con esa afirmación de la unicidad y la totalidad de Dios, el Amor divino, como nuestro Padre único. Cuando mi voz decía: “Padre nuestro...”, examinaba todos mis pensamientos para estar seguro de que mi corazón incluía a cada hijo e hija como creados por el mismo Padre-Madre y sólo capaces de hacer el bien.
La Sra. Eddy escribe: “Si estás revestido de la panoplia del Amor, el odio humano no puede tocarte”.Ciencia y Salud, pág. 571. Una panoplia es un traje blindado, pero también puede ser un magnífico vestido, como la panoplia de las estrellas en el cielo nocturno, tal como se ve en el desierto, donde el brillo estelar y la inmensidad no son desvanecidos por las luces de la ciudad. El Amor que llena todo el espacio con su magnífico vestido de bondad y poder divinos, ¿no tenemos que usar la protección que Dios nos ha otorgado contra la malicia como una armadura. ¡Simplemente debemos levantar la vista! Podemos elevar nuestro pensamiento hacia Dios porque es Amor. El Amor está tan cerca como lo están nuestros más íntimos pensamientos, tiene tanto alcance como la profundidad más profunda del espacio.
En el libro de Gálatas, Pablo condena la hechicería, así como también otras prácticas, incluyendo la adoración a los ídolos, el sensualismo, y la lucha de sectas. Véase Gál. 5:19–21. Esta es la única vez que se usa específicamente el término hechicería en el Nuevo Testamento, ¡pero que poderosa y autorizada referencia es! La Strong's Exhaustive Concordance explica que la palabra griega que se usa en este texto es pharmakeia que tiene su raíz en pharmakon “(una droga, es decir, una poción que hace un hechizo); un farmacista ('farmacéutico') o envenenador... un nigromante: un brujo”.
La hechicería que Pablo condenó, y que se practica hoy de variadas formas en todo el mundo, es esencialmente el uso del veneno mental a través del poder de la voluntad. La hechicería puede abarcar a los fetiches, las pociones, las maldiciones, el encantamiento, la superstición, la adoración de dioses tribales. Pero puede tomar formas menos obvias, tales como las propagandas sobre las drogas y las enfermedades, maldecir a un vecino (o a un competidor), influir con sutileza la decisión de un amigo, ceder a los presentimientos, predicciones y anhelos.
Africa no fue el lugar donde nació la hechicería, ya que la hechicería no tiene un verdadero lugar de origen. Parece emerger en donde hay una creencia de vida y mente fuera de Dios, la única Mente amorosa. Pero Dios no ha dotado a la materia con mentalidad, habilidad ni sabiduría. Como cualquier sistema basado en una mentalidad material falsa, la hechicería, en sus variadas formas, es como una sombra que intenta invadir la luz.
El estar constantemente consciente de la presencia de Dios — como nuestra única Vida, como toda la Verdad, como el Amor omnipotente — es el antídoto seguro para la sugestión agresiva de que el mal puede perjudicar o que un pensamiento con voluntad pueda beneficiar. Un deseo genuino de ayudar a los demás a liberarse de la falsa influencia mental, aumenta las posibilidades de alcanzar ese antídoto. “Los buenos pensamientos”, escribe la Sra. Eddy, “son una armadura impenetrable; revestidos de ellos estaréis completamente protegidos contra los ataques de toda clase de error. Y no sólo estaréis a salvo vosotros mismos, sino que también se beneficiarán todos aquellos en quienes pensáis”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 210.
Mi viaje a Africa, y mi segunda visita al año siguiente, fueron buenos. Africa no es un “Continente Negro” para ser temido, o pasado por alto; y las técnicas de la sugestión mental, arraigadas en su pasado tribal o en la sofisticación contemporánea, por último no tienen poder cuando se comprende que Dios es la Verdad Misma y se practica el amor del Cristo.
Aunque el hombre Jesús ya no está aquí, el Cristo eterno, que Jesús encarnó totalmente, se puede percibir en la permanente presencia de la gracia e intuición espiritual en nuestra vida. A medida que el Cristo llena nuestros pensamientos, no puede haber lugar de origen ni entrada para los pensamientos malos. En la creación de Dios, donde todo lo que existe es Dios, el bien, y el magnífico conjunto de la Mente divina, el veneno mental no puede tener medio ni movimiento.