Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Cuando la Ciencia del ser se comprenda universalmente, cada uno será su propio médico y la Verdad será la panacea universal” (pág. 144).
Una curación, que fue para mí un ejemplo del amoroso cuidado que Dios me prodiga, ocurrió hace alrededor de dos años, cuando descubrí que se me estaba cayendo el cabello. Al principio, la cantidad que perdía no era mucha, pero pronto se hizo evidente que si no hacía algo al respecto — y sin pérdida de tiempo — en el futuro tendría que usar peluca.
Al comienzo, la situación me alarmó muchísimo. Mi cabello siempre había sido abundante y nunca, hasta ese momento, había tenido un problema de esa índole. Pero pronto fue evidente para mí que al sentirme así, estaba comprendiendo erróneamente lo que constituía mi verdadero ser. Yo tenía mucha fe, al recordar curaciones anteriores, que este problema podría ser solucionado por medio de una mayor iluminación espiritual.
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