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¡Tenemos libertad sin límites... ahora!

Del número de mayo de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Venga, Gocemos de libertad e independencia sin limitaciones. Experimentemos la alegría pura de vivir y disfrutar de un bienestar total.

Estos son anuncios publicitarios que aunque ofrecen, por medio de falsas promesas, la posibilidad de experimentar una alegría de vivir maravillosa a través del uso, por ejemplo, de alcohol o tabaco, pueden, sin embargo, despertar en nosotros el deseo de disfrutar de la libertad verdadera. Y esta libertad no está lejos de nuestro alcance.

El Evangelio según Juan nos habla acerca de un hombre que probablemente con frecuencia pensaba lo siguiente: “¡Si tan solo pudiera moverme libremente y con facilidad!” Véase Juan 5:2–9. En una ocasión en que este hombre, que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo, se encontraba junto al estanque de Betesda, Jesús le preguntó si quería recobrar la salud. Pero su única respuesta fue que no tenía a nadie que lo sumergiera en las aguas supuestamente sanadoras del estanque, en el momento apropiado.

Tal vez los treinta y ocho años pasados no habían sido particularmente promisorios o llenos de acontecimientos interesantes para él; quizás vivió momentos de gran esperanza así como otros de profundo desaliento. No había encontrado nada que lo acercara a esa libertad que tanto anhelaba; nadie lo había liberado de su sufrimiento.

Y ahora aparece Jesús y a boca de jarro le ordena: “Levántate, toma tu lecho, y anda”. Treinta y ocho años de enfermedad anulados en un instante. La Biblia relata: “Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo”. ¡Qué alegría y felicidad debe de haber sentido! Hoy en día, cuántas personas al igual que el paralítico de Betesda, anhelan algo que les proporcione bienestar, satisfacción y seguridad. Algunas personas hasta buscan este alivio en una taza de café, en una botella de cerveza o en alguna pastilla. Y quizás a ellos les parezca completamente ridículo pensar que se han vuelto adictos a una de estas “trivialidades”.

Recientemente, muchos diarios alemanes publicaron el siguiente informe de Associated Press, una agencia de noticias norteamericana: “De acuerdo con la Oficina Alemana de Investigación sobre la Adicción, la edad en la cual las personas comienzan a consumir alcohol, ha sido más temprana en los últimos años. En la actualidad, la carrera de un alcohólico a menudo comienza a los doce años”.Freie Presse, 30 de junio de 1992. El artículo continúa diciendo que en muchos casos la responsabilidad recae sobre los adultos, ya que los niños imitan lo que ven hacer a sus mayores.

La curación del paralítico de Betesda adquiere nueva significación cuando se le considera desde el punto de vista de la dependencia. Su concepto equivocado de que podía sanar únicamente por medio de alguna influencia material externa, cambió repentinamente. Ni su incapacidad para moverse, ni el hecho de que esperaba que alguien lo ayudara a introducirse en el agua, ni la distancia que lo separaba del estanque, tenían ninguna importancia ya. Ni siquiera tuvo que retirarse por algún tiempo para desprenderse de sus viejas creencias; pudo ponerse de pie instantáneamente y utilizar su verdadera libertad espiritual.

La Ciencia Cristiana ayuda a las personas a reclamar la libertad que Dios les ha otorgado. Lo que trae liberación es la comprensión de que como hijos de Dios, somos perfectos aquí y ahora. Dado que el hombre es la imagen y semejanza de un Dios perfecto, no puede haber carencia de buenas cualidades, de protección, de fortaleza ni de alegría. El hombre, que es la idea compuesta de Dios, está constituido de cualidades espirituales, las cuales no precisan de la ayuda de la medicina ni de ningún otro tipo de droga.

Una falsa dependencia puede considerarse como una forma de idolatría, y esta clase de adoración posee un sola característica importante: la devoción que la persona le manifiesta al ídolo nunca es correspondida. ¿Cómo puede la droga saber o importarle si la persona adicta le dedica prácticamente toda su energía mental y física?

Por otra parte, disponemos del amor inagotable e invariable de Dios, un amor que en ningún momento abandona a Su hijo perfecto. Este amor posee y confiere lo que muchas personas equivocadamente buscan en los ídolos: un sentido de dependencia, constancia, sustancia, la satisfacción de sentirse amado, y un sentido de realización. Estos estados de consciencia están siempre disponibles y no dependen de lugar, tiempo ni circunstancia.

Tenemos la libertad y el poder de recurrir a Dios, la Mente que lo gobierna todo, para que nos ayude y nos guíe hacia una mayor independencia y hacia el gozo verdadero. En Ciencia y Salud Mary Baker Eddy escribe: “Cualquier influencia que pongáis en el lado de la materia, la quitáis de la Mente, que de otro modo tendría preponderancia sobre todo lo demás. Vuestra creencia milita contra vuestra salud, cuando debiera alistarse en el lado de la salud. Cuando estáis enfermos (según la creencia), corréis apresurados tras los medicamentos, investigáis las llamadas leyes materiales de la salud y confiáis en ellas para sanaros, a pesar de que ya os habéis metido en el pantano de la enfermedad precisamente por esa creencia falsa”.Ciencia y Salud, pág. 168.

La materia inerte, ya sea café, alcohol o marihuana, no puede fortalecer ni tranquilizar. Lo que sí hace es proyectar las creencias de la mente mortal sobre nuestro propio pensamiento; el supuesto efecto es devastador, porque este modo de pensar, que está condicionado materialmente, no obedece a las leyes divinas, y por lo tanto es en sí mismo destructivo. En Deuteronomio encontramos un mandamiento que nos señala el camino que debemos seguir, y éste es un mandamiento que todos pueden obedecer: “En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis”. Deut. 13:4.

Este mandamiento, que aparece en otras partes de la Biblia, y de diferentes maneras, nos impulsa a liberarnos de la esclavitud y de la falsa dependencia. Nos muestra la verdadera naturaleza espiritual del hombre, el cual ha sido creado para vivir en armonía y obediencia a su Padre-Madre Dios. No importa lo duro que una persona tenga que luchar para librarse de alguna falsa dependencia, siempre podemos percibir que el mensaje sanador de Dios, el Cristo, está presente para librar a cada uno de nosotros de la esclavitud de los conceptos falsos, aun hoy en día. Lo que el paralítico de Betesda experimentó hace unos dos mil años — una liberación instantánea — puede ocurrir hoy en día también.

En Ciencia y Salud encontramos la siguiente afirmación: “La esclavitud del hombre no es lícita. Cesará cuando el hombre tome posesión de su legado de libertad, su dominio otorgado por Dios sobre los sentidos materiales”.Ciencia y Salud, pág. 228.

La ley divina que nos promete libertad es la ley que establece que el hombre es el reflejo de todo el bien; es el fundamento de la relación invariable de Dios y el hombre. En este reflejo encontramos verdadera libertad e independencia, además de la verdadera alegría de vivir y realizarse plenamente.

¡De modo que sigamos adelante, renovemos nuestra percepción de la presencia de un Padre-Madre que es todo Amor! El amor de Dios satisface todas nuestras necesidades.


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