Hasta hace unos años, la mayor parte de los escritos que predominaban en las revistas sobre medicina y psicología, habían descontado a la religión y a la espiritualidad como factores significativos en el cuidado de la salud. Algunos informes hasta habían argumentado que la religión y la fe devota en Dios podían ser perjudiciales para el bienestar mental, emocional y físico. Hoy, sin embargo, un creciente número de respetados profesionales en el área de la salud y otros pensadores espirituales, están desafiando ese viejo paradigma e investigando seriamente los efectos sanadores de la oración, la espiritualidad y la religión.
Del 3 al 5 de diciembre de 1995, se llevó a cabo un importante congreso en Boston, Estados Unidos, sobre el tema “La espiritualidad y la curación en la medicina”. El congreso estuvo conducido por el
y fue organizado por la Facultad de Medicina de Harvard y el Instituto Médico de la Mente y el Cuerpo del Hospital Diaconisa. (Este curso fue apoyado en parte por una ayuda educacional de la Fundación John Templeton.) Un aspecto fundamental del congreso fue una seria discusión sobre las prácticas de curación espiritual de las principales religiones. Varias agencias de noticias cubrieron la reunión, entre ellas, la cadena ABC, la revista Harper y The Christian Science Monitor, así como otros diarios. (Véase el Monitor del 6 de diciembre 1995, y el Christian Science Sentinel del 15 de enero de 1996, donde se encontrará un informe más completo.)Como resultado de un continuo diálogo, que mantuvieron durante muchos años la Iglesia de la Ciencia Cristiana y el Dr. Benson, quien ha estado explorando la curación en una serie de grupos religiosos, se aceptó la invitación para participar en el congreso. A continuación se encuentra el texto de la charla que dio
Presidenta de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana. También se han incluido los comentarios de introducción y cierre del Dr. Benson.Extractos de la presentación del Dr. Benson
El Dr. Benson comenzó su presentación de la Sra. Harris diciendo que a lo largo de los años su investigación acerca del valor terapéutico que tiene la meditación en combinación con el tratamiento médico, lo había llevado a preguntarse si la oración sola podría producir curación. Él dijo: “Yo pensé que teníamos un modelo al que recurrir y ese modelo era la Iglesia de la Ciencia Cristiana... esto fue a fines de los años setentas...
“Lenta pero inexhorablemente se hizo evidente que tenemos un medio en común donde intercambiar [ideas] y aprender uno del otro, y debo decir que requirió de considerable valor por parte de la Iglesia asumir esta posición debido a la animosidad que han enfrentado durante casi cien años. Y ahora me da mucho gusto decir que estamos trabajando juntos para llegar a un entendimiento común de cómo el tratamiento espiritual puede llevar a la curación”.
Presentación de la Sra. Harris
Buenas tardes. Es una alegría y un privilegio reunirse e intercambiar ideas con tantos sanadores. Esta mañana estuve pensando acerca del poderoso lazo en común que todos tenemos. Me di cuenta de que cada uno de nosotros se despierta cada mañana con el deseo de sanar, de consolar y de aliviar el sufrimiento en tantos casos y circunstancias como sea posible.
Dios, Alá, Elohim, Mente deífica... seguramente está sonriendo en este Simposio y en los corazones y mentes reunidos aquí. Hemos venido preguntándonos: ¿Estamos omitiendo algo importante en nuestra práctica sanadora? ¿Acaso existe un universo más grande de curación y bienestar que necesitamos conocer y comprender? ¿Y en nuestro esfuerzo por comprender, acaso podemos apoyarnos mejor los unos a los otros por el bien de la humanidad?
Yo creo que la sociedad se encuentra en un momento de exploración y desarrollo de las relaciones mente-cuerpo, donde se está produciendo una transformación fundamental. La gente está demandando y buscando un principio de curación más perfecto.
¿Acaso estamos siendo testigos del surgimiento de un cambio en nuestro punto de vista acerca de las relaciones mentecuerpo tan significativo como el cambio que Copérnico trajo a la manera en que nos veíamos a nosotros mismos y al universo?
La curación espiritual es sumamente importante para mí. Yo literalmente le debo la vida. Me gustaría compartir con ustedes algunas ideas acerca de lo que estoy aprendiendo y experimentando de la espiritualidad y la curación, desde cuatro perspectivas personales:
• Como paciente, una beneficiaria de la curación espiritual desde su niñez.
• Como practicista y maestra de la Ciencia Cristiana que sana y enseña a otros a sanar.
• Como miembro de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana con una perspectiva mundial sobre miles de personas que sanan y son sanadas por medios espirituales.
• Y como una madre que ha criado a tres varones sanos usando únicamente la forma de tratamiento de la que hablaré hoy.
Me gustaría relatarles el incidente que me tocó profundamente y solidificó mi confianza en Dios. En realidad me impulsó a dedicar toda mi vida a la práctica de la curación.
Hace 19 años tuve un serio accidente automovilístico en una autopista de Detroit. Me llevaron a la sala de emergencias de un hospital local. Los médicos le dijeron a mi esposo que ellos no creían que podría sobrevivir debido a las heridas que tenía. Ellos querían operarme de inmediato.
Fluctuando entre la consciencia y la inconsciencia, escuchaba a los médicos y a mi marido hablar sobre los riesgos que se presentaban. No quería morir. Sabía que en ese momento mi esposo y yo teníamos que tomar una decisión de gran repercusión en nuestra vida como era la forma de tratamiento que tendría: la oración o la cirugía.
Esto puede ser algo raro para la mayoría de ustedes, pensar en alguien acostado en una sala de emergencias pensando en algo diferente a la tecnología y a los recursos que había a mano. Pero para mí había una decisión que tomar.
Yo quería seguir viviendo. Tenía tres niños en casa. Quería verlos crecer, graduarse, casarse. Entonces elegí el tratamiento de la Ciencia Cristiana mediante la oración. Toda mi vida había confiado exitosamente en las leyes sanadoras de Dios. Por lo tanto, confiar plenamente en Él en ese momento era una cosa muy natural para mí. No era fe ciega, sino convicción fundada en la experiencia.
Mi esposo llamó a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me tratara, firmó los formularios para sacarme del hospital, y me llevó a casa. Mi mamá y mi esposo cuidaron de mis necesidades físicas; los vecinos y amigos cuidaron de nuestros niños.
A pesar de que tuve dolores intensos los primeros tres días, puedo decir que fue un período de calma, un período lleno de oración por todos nosotros y con un afectuoso sentido del amor que tiene Dios por mí. Sentí que yo era importante para Dios, que no era insignificante y que no me encontraba lejos de Él. Me sentía unida al poder y la bondad de Dios.
Sin embargo, el segundo día, hubo un momento de crisis en que pensé que me estaba muriendo. La tentación mental de no aferrarme a la vida fue muy fuerte. En ese momento percibí que el amor y la presencia de Dios me estaban sosteniendo. Esto era la fortaleza más grande, la atracción más grande, y de hecho, el único poder que existía. ¡Comprendí que era mi Vida!
La tentación de irme, de morir, disminuyó y luego cesó. Ese fue el punto crítico. Estaba en suelo firme. Empecé a progresar rápidamente. En dos semanas ya estaba bien. Levantada, cuidando de mi familia, llevando en el auto a mis hijos a la escuela.
A través de esta curación, se fijó mi curso. Pronto comencé con la práctica pública de la curación en la Ciencia Cristiana.
La práctica de la curación en la Ciencia Cristiana se inició hace alrededor de 125 años, aquí mismo en el área de Boston. Por muchos años, Mary Baker Eddy había buscado un remedio para su mala salud, y tomó un camino que es familiar para los investigadores de la interacción mente-cuerpo de hoy. Ella investigó la la homeopatía. También investigó la sugestión mental. Aunque estas prácticas la acercaron a la medicina mental, finalmente ella las dejó porque no tenían en cuenta a Dios.
Dios siempre fue una parte esencial de la vida de la Sra. Eddy. La Biblia era su acompañante inseparable, recuento vital y vivo recordatorio de la presencia salvadora y sanadora de Dios. Los relatos sobre curaciones en la Biblia eran vívidos y reales para ella: un niño epiléptico, una niña moribunda, una mujer que tuvo hemorragias durante doce años, la lepra de un comandante del ejército, y muchas otras.
En el invierno de 1866, la vida de la Sra. Eddy tuvo un cambio drástico. Se lastimó muy seriamente al caerse en una vereda cubierta de hielo en Lynn, Massachusetts. El médico que la atendió consideró que no había esperanza de recuperación. Ella pidió su Biblia y leyó los relatos de curaciones de Cristo Jesús. Tuvo un instante de profundo entendimiento. Y sanó inmediatamente.
Ese incidente cambió su punto de vista del mundo. Podríamos decir que para ella fue equivalente a cuando el punto de vista de Ptolomeo cedió ante la teoría de Copérnico. Le mostró una dirección específica para sus exploraciones. Buscando una explicación acerca del Principio de la curación, investigó aún más profundamente la Biblia. Experimentaba lo que estaba aprendiendo sanando a otros.
Un día, por ejemplo, recibió un telegrama en el que le pedían que fuera y orara por una mujer que se estaba muriendo de neumonía. La paciente respiraba a intervalos en agonía. La mujer sanó cuando la Sra. Eddy oró al lado de su cama. El médico de la paciente, el Dr. Davis de Manchester, New Hampshire, que presenció la curación, le pidió con insistencia a la Sra. Eddy que explicara en un libro su método de curación. Véase The First Church of Christ Scientist, and Miscellany, pág. 105.
Seis años más tarde — en 1875— su descubrimiento y la explicación de las reglas de la curación en la Ciencia Cristiana fueron publicadas en un libro, al cual le puso el provocativo título: Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Su intención era compartir libremente su descubrimiento con todos. Más tarde fundó el Colegio Metafísico de Massachusetts, reconocido por las leyes del estado con fines médicos. Le siguió la organización de una iglesia con una misión en el campo editorial, que culminó, cuando ella ya tenía 88 años de edad, con el lanzamiento de The Christian Science Monitor.
El último capítulo de este libro, Ciencia y Salud, tiene cien páginas de relatos de curaciones escritos por la personas que fueron sanadas al leer este libro. Desde 1880 ha habido un continuo registro de curaciones en The Christian Science Journal y, desde 1898, semanalmente en el Christian Science Sentinel. Por ejemplo, el número de este mes del Journal, relata curaciones desde Australia hasta Brasil, y desde huesos quebrados y ceguera a insomnio.
Ahora bien, éstos no son hechos fenomenales ni milagrosos. La Ciencia Cristiana los ve como el efecto tierno del Principio de la curación que opera naturalmente cada día en la vida de la gente común.
Hace poco, un amigo me dijo que un día se levantó con un severo dolor de cabeza y con náuseas. Tenía que conducir un seminario sobre impuestos y no se sentía en condiciones de hacerlo esa mañana.
Para el mediodía el dolor era muy intenso y encontró un lugar tranquilo donde orar. Usó algunas oraciones de Ciencia y Salud que recordaba. Estas oraciones son parte de lo que se denomina “la declaración científica del ser”. Esta declaración es fundamental en la práctica de la Ciencia Cristiana. Empieza de esta manera: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”.Ciencia y Salud, pág. 468.
Analizó cada palabra cuando la decía, anhelando recibir el poder sanador que había detrás de las ideas. Si esta declaración de la totalidad de Dios era verdadera, él sabía que el dolor y las náuseas que estaba sintiendo no podrían persistir. Cesó el dolor. Se sintió bien y se fue otra vez a conducir el seminario.Esto sucedió en un período de alrededor de treinta minutos.
La curación de Mary Baker Eddy la guió a descubrir un punto de vista completamente diferente acerca de la relación entre Dios y la mente y el cuerpo humano.
Ella había aceptado el concepto convencional de que la mente humana deriva del mundo físico. Empezó a ver el mundo material como un producto de la mente humana. En vez de aceptar que el pensamiento es un fenómeno de la materia, vio que la materia es un fenómeno del pensamiento.
Antes de su descubrimiento, el estado mental de un paciente que tenía dolor, por ejemplo, era simplemente uno de los factores en el caso. Después de su descubrimiento, observó que el pensamiento es el paciente.
Permítanme repetir esto: Antes de su descubrimiento, el estado mental de un paciente era simplemente uno de los factores en el caso. Después del descubrimiento, observó que el pensamiento es el paciente.
Entonces, el pensamiento es el lugar en donde tiene que efectuarse el cambio para que la curación ocurra. Este cambio se funda y procede de la base de un solo Dios, la Mente divina. Mente es una palabra que a menudo usamos como sinónimo de Dios. En la Escrituras desde Daniel se incluyen estas palabras, que señalan a Dios como la fuente de la inteligencia: “Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría”. Dan. 2:20. Nuestro uso de la palabra Mente no se refiere a la mente humana, sino a la verdadera Mente divina.
Permítanme ilustrar cómo este método de atención a la salud sanó una condición donde se diagnosticó una causa orgánica.
Cuando acepté este caso, Linda tenía catorce años. Sufría lo que los médicos diagnosticaron como malformación arterial y venosa. Tenía desde muy pequeña agudos dolores de cabeza y había faltado mucho al colegio. Había estado recibiendo la mejor atención médica, pero el pronóstico que le habían dado a la familia era muy poco alentador. Cada tres meses le hacían un escáner de TAC (Tomografía Axial Computada) para observar su estado. Uno de los médicos le dijo que toda su vida tendría dolores paralizantes, y que jamás podría tener hijos.
Otro médico que la familia consultó ofreció la opción de hacer una cirugía experimental, pero tenía una probabilidad del 50% de salir con vida de la operación. A la semana de la primera operación se tendría que hacer una segunda y no había seguridad de que fuera una solución permanente para el dolor.
La madre de Linda trabajaba en el mismo edificio donde yo tenía mi oficina. Un día ella vio que en la puerta de mi oficina decía C.S. después de mi nombre y me preguntó que quería decir. Cuando le expliqué que yo era practicista de la Ciencia Cristiana, recordó haber escuchado acerca de la Ciencia Cristiana en la universidad. Me preguntó si Linda podría ser sanada y yo le dije que me daría mucho gusto hablar con ella.
Linda comenzó a venir a mi oficina una vez por semana. Tenía muy limitados conocimientos religiosos, entonces empezamos desde el principio: la Biblia.
Juntas exploramos en la Biblia las evidencias del poder y la bondad de Dios, especialmente los relatos que hablan de las curaciones y el ministerio de Jesús. Razonamos que debido a que Dios la amaba, Su presencia cuidaba de ella. También hablamos en profundidad que ella era la hija de Dios, y que esto significa, específica y prácticamente, ser, en lenguaje bíblico, la imagen y semejanza de Dios. Empezó a comprender que podía confiar en que el poder de Dios podía sanarla.
Después de algunas semanas, Linda ya no usaba medicación para el dolor. Ella y sus padres decidieron que no se operara. Ella quería confiar su tratamiento a la Ciencia Cristiana. En ese momento empecé a tratarla con la oración.
Como sanadora, mi función es ayudar a los pacientes a aceptar en su pensamiento la presencia de las leyes sanadoras de la Mente divina y ceder a su poder. El practicista ora humilde y constantemente para entender la capacidad infinita que tiene Dios de mantener a Su creación. Este razonamiento espiritual toca y cambia el pensamiento del paciente de la enfermedad a la salud, y de esta manera restaura el cuerpo.
Este tratamiento metafísico, o el uso de la espiritualidad para la curación, hace que los pensamientos o las creencias que gobiernan el pensamiento del paciente cedan a pensamientos más espiritualizados y santos. Esta admisión es el efecto de la oración guiada por la Mente divina. En realidad es la sensación de que lo Divino abraza lo humano, de que hay una conexión activa, una unión con Dios.
Vi a Linda por primera vez en octubre, y para el Día de Acción de Gracias [fines de noviembre] estaba totalmente sana. No hubo medicación, ni operación y ningún dolor de cabeza. Hoy, dieciséis años después, ella está casada y tiene dos hijos.
Hace poco le pregunté si en algún momento durante su tratamiento sintió que se estaba produciendo un cambio. Dijo que fue cuando comprendió que ella estaba a salvo, que no había nada que temer. Dijo que no sentía ansiedad con este tratamiento. Tenía confianza — y estas son sus palabras — en que “yo estaba gobernando mi cuerpo”.
A propósito, cuando volvió al colegio ya sana, sus amigos quisieron saber el cómo y el porqué. ¿Qué había hecho? Sus respuestas y su curación conmovieron profundamente a por lo menos dos de sus amigos. Ellos empezaron a leer Ciencia y Salud y uno de ellos sanó de la adicción a las drogas con su estudio y tratamiento en la Ciencia Cristiana.
Todos nosotros aquí hoy, que tratamos directamente con los pacientes, conocemos muy bien los efectos adversos que el temor puede ocasionar a la salud y a su recuperación. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy instruye a los sanadores: “Comenzad siempre vuestro tratamiento apaciguando el temor de los pacientes”. Ella explica: “La causa promotora y base de toda enfermedad es el temor, la ignorancia o el pecado. La enfermedad siempre es producida por un concepto falso que se abriga mentalmente y no se ha destruido. La enfermedad es una imagen de pensamiento exteriorizada... Todo lo que se abrigue en la mente mortal como condición física se manifiesta en el cuerpo”.Ciencia y Salud, pág. 411.
En la práctica de la Ciencia Cristiana, el temor se supera aumentando la espiritualidad, al comprender el poder y el amor de Dios. Cuando la presencia y el poder de Dios son aceptados en el pensamiento, no le da lugar al temor, al dolor o a la enfermedad en la consciencia humana. En la Biblia el Apóstol Juan promete: “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él... En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo”. 1 Juan 4:16, 18.
¿Y qué decir de aquellos casos en los cuales el problema es de conducta y el dolor o la angustia es claramente mental? Tal como cuando alguien actúa con compulsión y es autodestructivo. Hace poco traté un caso así.
Paula se recibió en la universidad hace dos años. Medía 1 metro 70 centímetros y pesaba 45 kilos, nada fuera de lo común, supongo, para alguien que está considerando seguir una carrera de modelo en Nueva York.
Después que se recibió viajó por Europa por algunos meses, y volvió a su casa pesando aún menos. Estaba tomando una excesiva cantidad de agua. Sus padres estaban muy preocupados. Primero fue a un especialista en nutrición para que la aconsejara sobre la comida. Su consumo de agua continuó en aumento y su consumo de comida a decrecer. En poco tiempo su peso bajó a 36 kilos.
Sus padres decidieron internarla en una clínica especializada en transtornos en la alimentación. Ellos esperaban que el personal podría ayudarla a que comiera. Cuando ingresó, le hicieron un examen y los médicos estuvieron sorprendidos y – muy contentos de no haber encontrado algún daño cerebral. Paula y sus padres, más o menos en esa época, me pidieron que orara por ella. El personal reconoció la eficacia del tratamiento en la Ciencia Cristiana y estuvieron de acuerdo en continuar con esta forma de tratamiento en vez de usar terapia con drogas.
Los padres de Paula la visitaban todo lo que podían, y el personal de la clínica los llamaba cuando las cosas empeoraban. Un médico, que era muy receptivo a la curación espiritual, informaba a los padres cuáles eran las condiciones que necesitaban de mi tratamiento de oración.
Allí estaba una mujer joven pidiendo ayuda con desesperación. Hubo algunos períodos en los que Paula necesitó de un constante refuerzo mediante la oración. Durante esos momentos cruciales ella me llamaba cada hora y yo oraba continuamente por ella.
Cuando se trata una adicción como ésta, me he dado cuenta de que es esencial comprender que el paciente no es una víctima débil e indefensa. No hay un poder que se oponga a Dios. La energía espiritual, o actividad reformadora de Dios, gobierna las acciones humanas y puede corregir el comportamiento impulsivo.
Al mismo tiempo, a veces es necesario ayudar a los pacientes a percibir a dónde los están llevando sus propios pensamientos. Un día muy crítico, recuerdo que le pedí a Paula que pensara que ella era como alguien en una escalera de caracol; podía subir o podía dejar que la empujaran hacia abajo. La sutil promesa que tienta a nuestro pensamiento hacia un comportamiento impulsivo, nos tira abajo. La convicción y la certeza del valor y merecimientos que Dios nos dio, espiritualiza el pensamiento, y le permite ceder al poder de Dios, y eso destruye la adicción. Cuando ella comprendió este simple concepto, experimentó un cambio notable. Había dado vuelta a la esquina.
Su peso aumentó a 50 kilos y pudo irse a su casa. Un día, muy poco después, se levantó y dijo: “Tengo que comer”. Se sintió libre del deseo de tomar agua constantemente, y pronto su apetito volvió a la normalidad. Ahora pesa alrededor de 66 kilos (¡como la mayoría de nosotros!) y nunca más fue tentada a tener un comportamiento autodestructivo.
El médico le dijo a sus padres que su condición era similar en severidad a la de la adicción a la cocaína, y el no alimentarse, que se impuso a sí misma, podría haber sido fatal.
A través de las épocas hombres y mujeres de pensamiento espiritualizado, han orado y se han sanado a sí mismos y a los demás, física, moral y emocionalmente. La religión y la Biblia relatan una clara sucesión de curaciones. El método de curación que practicamos en la Ciencia Cristiana procede de esta herencia, una herencia que incluye vidas renovadas y cuerpos sanados. En todos estos casos que he comentado hoy, las curaciones físicas han sido muy importantes. Pero las vidas transformadas, regeneradas y más plenas de un profundo sentido de compasión y espiritualidad, han sido el resultado más destacado.
La revolución que produjo Copérnico fue la de un cambio fundamental en la percepción. Los astrónomos nunca más miraron para atrás, a la manera primitiva de considerar el sistema solar. Del mismo modo, Mary Baker Eddy abrió un nuevo horizonte al ir de lo físico a lo metafísico, encontrando que la Deidad, Dios, la Mente divina, es el Centro de Su universo, y el hombre espiritual es Su idea más elevada, que depende de Su cuidado. Ciencia y Salud describe en detalle todo su descubrimiento. (Se han vendido nueve millones de ejemplares de este libro, que está traducido a dieciséis idiomas y transcrito en inglés al Braille.)
Aunque media hora para describir el método de curación en la Ciencia Cristiana es lamentablemente un tiempo muy corto, me gustaría finalizar con una síntesis de los puntos más sobresalientes:
• Primero, la Biblia es una guía inspirada y confiable para la salud, tanto física como mental.
• Segundo, el fundamento de la práctica de la curación en la Ciencia Cristiana es el Dios único, amoroso y todopoderoso, que está siempre presente.
• Tercero, no somos víctimas débiles e indefensas, sino la imagen y semejanza, los hijos bienamados, de Dios.
• Cuarto, el pensamiento es el lugar donde se deben producir los cambios para que la curación se manifieste. Estos cambios se originan y proceden de la base de un solo Dios, la Mente divina.
• Y, finalmente, la curación en la Ciencia Cristiana no es una técnica sofisticada, recuperación milagrosa, fe ciega, ni fuerza de voluntad. Por el contrario, es un acto de gracia y de confiar como un niño en que el Principio divino, Dios, está con nosotros.
Estos cinco puntos son en resumen, y en pocas palabras, los más importantes elementos en la práctica de la curación en la Ciencia Cristiana.
Todos hemos tomado tiempo de nuestras actividades habituales para estar juntos estos tres días, para explorar la espiritualidad y la curación. En reconocimiento de estos días tan importantes, y como aliento para los días que tenemos por delante, me gustaría ofrecerles, como bendición, unas breves palabras de Ciencia y Salud: “Contemplando las infinitas tareas de la Verdad, hacemos una pausa — esperamos en Dios. Luego avanzamos, hasta que el pensamiento ilimitado se adelante extasiado y a la concepción libre de trabas, le sean dadas alas para remontarse a la gloria divina”.Ciencia y Salud, pág. 323.
Comentario del Dr. Benson después de la presentación de la Sra. Harris
Después de la charla de la Sra. Harris y de un período de preguntas y respuestas sobre la curación en la Ciencia Cristiana, el Dr. Benson dijo: “Pienso que todos deberíamos considerar, a medida que comprendemos más acerca de la relación entre la espiritualidad, la curación y la medicina, cuáles son los riesgos y los beneficios de los medicamentos que se utilizan hoy en día. Cuáles son los efectos secundarios. Cuáles son los efectos de usar.. . menos o ninguna medicación.. . Considero que una de las cosas que pueden surgir de este congreso es el análisis introspectivo del riesgo de usar el tipo de curación del que hemos hablado hoy, contra los riesgos y beneficios de usar las medicinas que estamos usando actualmente”.
Cuando terminó la sesión en la que se presentó la charla de la Sra. Harris, una multitud, que representaba muchas disciplinas y regiones geográficas, rápidamente la rodeó. Durante esos momentos y en otros durante el simposio, la Sra. Harris habló en privado con muchos de los casi mil participantes registrados. Estos pensadores pioneros en sus respectivas profesiones expresaron gran interés en la curación mediante la Ciencia Cristiana.
• Fue evidente que la Ciencia Cristiana se veía como un método de curación confiable. Los participantes preguntaron cómo podían comunicarse con un practicista de la Ciencia Cristiana para sus propias necesidades de curación o las de un miembro de su familia. Les dio mucho gusto que les informaran acerca de la lista de practicistas, Salas de Lectura e iglesias cercanas a sus hogares que figura en The Christian Science Journal.
• Los médicos preguntaron acerca del tratamiento en la Ciencia Cristiana y cómo se aplica a su práctica. Un médico, por ejemplo, que había comprado un ejemplar de Ciencia y Salud en el área de venta de libros, dijo que había escuchado acerca de la Ciencia Cristiana a través de su familia, y quería saber qué necesitaba leer en el libro que lo ayudara a ser un mejor sanador. Estos médicos estaban viendo a Ciencia y Salud como un libro de referencia, que podía ayudarlos a ser más eficaces en lo que hacen por los pacientes.
• Los participantes pidieron que se dieran más charlas sobre la curación en la Ciencia Cristiana a varios profesionales de atención a la salud, públicos religiosos y universidades.
De todas estas conversaciones con médicos, enfermeras, administradores de hospitales, psicoterapeutas, clérigos, y otros en las profesiones de atención y ayuda a la salud, surgieron varios resultados, entre ellos se encuentran:
• Un interés en encontrar más bases y foros en común donde la curación espiritual, especialmente como es practicada por los estudiantes de Ciencia y Salud, puedan ser explorados por aquellos en el campo médico.
• Una comprensión más precisa de la Ciencia Cristiana y su ministerio sanador.
• Un reconocimiento del papel fundamental que desempeña la oración y la espiritualidad en la curación, y que no deben ser escondidos, rebajados ni forzados en modelos seculares.
Los asistentes provenían de cuarenta y siete estados de los Estados Unidos, así como de Canadá, Japón, Malasia y varios países de Europa y América Latina. En cada presentación y conversación informal se sentía que las preguntas y consultas se hacían con honestidad y libertad. Ni la práctica de la curación espiritual ni las ideas de nadie fueron puestas en tela de juicio. Con frecuencia se escuchaba el comentario: “Estamos buscando una base en común para el bien de toda la humanidad”. Durante los tres días que duró la reunión, ejemplares del Journal y del Christian Science Sentinel estuvieron a la venta, así como dos obras de Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud y La idea que los hombres tienen acerca de Dios. Hubo ejemplares de obsequio de The Christian Science Monitor disponible para cada uno de los presentes.
Un Científico Cristiano genuino ama a protestantes y a católicos, a doctores en teología y a doctores en medicina; ama a todos los que aman a Dios, el bien; y ama a sus enemigos. Se encontrará que, en lugar de oponerse, tal persona está al servicio de los intereses tanto de la facultad de medicina como del cristianismo, y ellos prosperan juntos al aprender que el poder de la Mente es buena voluntad para con los hombres. Al revelar así el verdadero metal que hay en el carácter, el hierro en la naturaleza humana se oxida y desaparece; la honradez y la justicia caracterizan al que busca y encuentra la Ciencia Cristiana.