La Primera Curación que tuve por medio de la lectura de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, ocurrió cuando estaba en la escuela primaria. Antes de dejar mi hogar para asistir a un colegio anglicano como alumno interno, mi madre me regaló un ejemplar de este libro. Me recomendó que lo leyera durante mi estadía en Inglaterra.
Recuerdo que en una ocasión, el médico del colegio me diagnosticó múltiples verrugas en los pies y las manos. El médico no tenía ninguna medicina para esta dolencia, y las verrugas crecían en número y tamaño, al punto de que ya no podía correr cómodamente.
Para entonces ya había comenzado a leer varias páginas de Ciencia y Salud por las noches, hasta el momento en que se apagaban las luces del internado. El capítulo “Los frutos de la Ciencia Cristiana” llamó mi atención. Una mañana noté con asombro que las verrugas habían desaparecido, dejando solo unos pequeños agujeros en los pies y las manos. Sentí que esa tenue vislumbre de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana había sido suficiente para agregar otro testimonio al Capítulo de “Los frutos”. Ya podía correr nuevamente sin impedimento alguno, y la piel recobró su estado natural rápidamente.
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