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Hace Algunos Años, me...

Del número de mayo de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Algunos Años, me sentí muy angustiada por una constante y detallada discusión en la prensa acerca del cáncer. Recordé las palabras de Mary Baker Eddy: “La prensa, sin saberlo, propaga muchas penas y enfermedades entre la familia humana”. (Ciencia y Salud, pág. 196) Un estudio del párrafo que contiene esta frase fue muy iluminador.

En ese entonces, dedicaba todo mi tiempo a mi carrera, a mi esposo y a mi familia, y participaba mucho en las actividades de la iglesia. Algunas veces, mi estudio diario de la Lección Sermón no pasaba de ser una rápida lectura, un argumento de mala alimentación espiritual.

Un día, descubrí un bulto grande en un seno y tuve mucho miedo. Inmediatamente visité a un practicista de la Ciencia Cristiana. Su calma y sus tiernas palabras me ayudaron a ver que la realidad del ser era Dios y Su creación espiritual y perfecta. En otras palabras: “Sólo hay una única causa primordial. Por lo tanto, no puede haber efecto de ninguna otra causa, y no puede haber realidad en nada que no proceda de esa causa grande y única. (Ibid., pág. 207) ¡Por supuesto! Había sido engañada a ver una ilusión como si fuera una realidad.

Oramos continuamente por varias semanas. Mi miedo disminuía, pero luego aparecía nuevamente; luego, las hermosas verdades de la Biblia y Ciencia y Salud limpiaban mi consciencia. Cuando despertaba con dolor en la noche, recordaba que la Sra. Eddy había recomendado el uso de sus himnos para ayudar a espiritualizar el pensamiento, y de hecho ese efecto tuvieron en mí.

Al dar todo lo que podía a la enseñanza en la Escuela Dominical y a participar en las reuniones de testimonios de la iglesia, recibí mucho discernimiento espiritual, gozo y paz. Un verso familiar de un himno iluminaba mi consciencia: “Quimeras y ficción disipa la Verdad; fantasmas de temor Su luz ahuyentará”. (Himnario, No 382)

Exactamente cuánto tiempo tomó la curación completa no estoy segura. El temor, el dolor y el bulto simplemente desaparecieron de mi consciencia como los “fantasmas” que eran, y mi cuerpo expresó completa normalidad.

Alrededor de un año más tarde, mi querido padre falleció de repente y entonces surgieron muchos problemas. También otro bulto, ahora en el otro seno. El practicista que me había ayudado en la oportunidad anterior no estaba. Sabía que el buen trabajo de Dios era manifestado por todas Sus ideas y oraba para ser guiada a la oración que fuera más eficaz para mí.

Con las oraciones de otro practicista logré dominar el temor. Aprendí a rechazar el error más específicamente. Obtuve un sentimiento aún más verdadero de mi identidad espiritual y aprendí que pensamientos como irritación, envidia, y justificación propia no eran parte de esa identidad. Nuevamente, luego de algunas semanas de oración, la condición física desapareció por completo.

Unos meses después, llegaron a visitarnos unos parientes de Nueva Zelanda. Uno de ellos acababa de completar varios meses de tratamiento médico de una mastectomía, y hablaba mucho de los detalles de la experiencia.

Muy pronto luego de su partida, descubrí otro bulto. Esta vez, a pesar de tener también temor, me reí de lo ridícula que era toda esta situación. Volví a llamar al practicista que me había ayudado la última vez. Juntos negamos específicamente el error. Vimos la necesidad de denunciar la herencia, una evidencia de resentimiento que había guardado sobre algunas de las “limitaciones” de la femineidad, y con sorpresa para mí, pensamientos de insensibilidad de mi parte. Volvimos a ver que Dios es todo el bien; volvimos a ver que mi identidad (y la de todos los demás) es espiritual y perfecta.

En ese tiempo yo era Segunda Lectora en mi iglesia, y ese trabajo fue como una bendición e inspiración que estoy segura contribuyó en gran medida a completar la curación que realmente se produjo con una mayor espiritualización del pensamiento.

“¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? (Mateo 7:9) ¡Cuando reclamamos y buscamos fortaleza espiritual, Dios la envía abundantemente! Aprecio el hecho de que nadie, sino los dos practicistas involucrados se enteraran acerca de este problema. Hace ya doce años que tuve esta curación y mi cuerpo permanece normal.

¡Qué hermoso es que todas las actividades de la Ciencia Cristiana se dediquen a bendecir, no sólo a sus seguidores sino al mundo entero! Gracias.




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