"Porque un niño nos es nacido.. . y se llamará... Príncipe de paz". (Isaías 9:6) Los hebreos, cansados de la opresión romana, esperaban la llegada del Mesías para liberarse. Ellos querían que fuera un hombre fuerte y guerrero, y en lugar de eso nace un niño en un humilde pesebre, que crece para hablar de amor, arrepentimiento, curación, esperanza; que habla del derecho que todos tenemos de vivir en paz, y que no vino dispuesto a derrotar a los opresores con filosas armas de hierro, sino con amor. Para muchos éste no era el líder que esperaban. No obstante, Jesús les dio exactamente las armas que necesitaban para vencer la opresión, sólo que eran armas espirituales no materiales. Como dijo Pablo: "...las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios". (2 Corintios 10:4, 5)
Busquemos a Dios y encontraremos la paz que tanto anhelamos.
Estas armas hablan de una fe absoluta en Dios y de la tenacidad de esforzarse por reemplazar todo pensamiento que entraña algo malo por uno bueno. A mí me ha dado resultado preguntarme ¿qué piensa Dios al respecto? Cuando hablo de pensamiento malo no me refiero sólo a lo que tengo en mi pensar, sino a las cosas que escucho a mi alrededor, ya sea la televisión, la radio, aun los comentarios de otras personas. Siento que debo mantenerme firme y no permitir que ningún concepto de odio, enfermedades, envidia, venganza, limitación, entre en mi pensamiento.
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