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Sana de depresión y temor

Del número de diciembre de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es con mucha gratitud y amor que relato este testimonio sobre el cam bio profundo que experimentó mi vida con el estudio de la Christian Science.

Un mes después de dar a luz a mi segunda hija, comencé a sufrir de mareos, así que le pregunté al médico si se debía al parto, pero me dijo que no. También fui a hacerme ver los oídos, pero no encontraron problema alguno. Mi cuero cabelludo estaba rojo y a veces caliente. Tenía una depresión muy grande. No salía, no me arreglaba, y los médicos ya no sabían qué darme. Pero lo peor de todo era el miedo que yo sentía todo el tiempo. Mi esposo viajaba mucho y yo tenía temor de que el avión se estrellara, y me quedara sola con dos criaturas pequeñas. También tenía muy mal carácter con mi esposo, con mis hijas, con la persona que me ayudaba en la casa, y con todos. No podía dormir bien por las noches, y el doctor me prescribió medicamentos para eso también. Tenía miedo de salir sola o quedarme sola en la casa. Durante meses probé la acupuntura, gasté un montón de dinero y nada mejoró. No me aguantaba a mí misma y nadie podía ayudarme.

Mi madre había conocido la Chistian Science hacía un tiempo, a través de una amiga. Luego, en mayo de 1986, mamá enfermó gravemente: no podía hablar y había perdido también la memoria. Así que la llevamos al hospital. Le hicieron todo tipo de controles y análisis, y después de tres días, nos dijeron que no sabían exactamente qué era lo que le estaba causando esos síntomas tan graves, pero que debíamos ser pacientes y tratáramos de conseguir algún especialista que le enseñara cómo hablar de nuevo. Nos dijeron que tomaría algún tiempo, pero que si ella estaba dispuesta a aprender había esperanza de que recuperara esta facultad. Yo empecé a orar con todo mi corazón como nunca antes. Oré constantemente. Dos días después mi madre empezó a hablar otra vez como si nada hubiese pasado. Ella estaba completamente normal y sana. El médico dijo que era un milagro. A partir de ese momento yo supe que no era un "milagro", sino el resultado de la ferviente oración — como enseña la Christian Science — y el discernimiento de la "Mente" en lugar de la curación del "cuerpo".

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