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Elevemos el estado de alerta de nuestra oración

La oración contribuye a terminar con los conflictos, a establecer la paz, y a que seamos testigos de una transformación.

Del número de diciembre de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A continuación publicamos comentarios sobre cómo oran algunos pensadores espirituales alrededor del mundo. Estos colaboradores hablan desde el fondo de su corazón, ya sea que comenten acerca de sus íntimas conversaciones con Dios, la inspiración espiritual que han obtenido en su diario vivir, la percepción espiritual que encontraron al estudiar la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy, o de sus poemas, peticiones y bendiciones.

PAZ MEDIANTE LA RECONCILIACIÓN



Hace dos años asistí a una cena en el Concejo Mundial de Iglesias celebrado en mi ciudad. El Secretario General del Concejo, Dr. Konrad Raiser, habló sobre "el ministerio de reconciliación" como el lema de la institución para esta década. Desde entonces, el mismo ha sido formalizado en lo que se llama Década para superar la violencia: Iglesias en busca de reconciliación y paz. Ha resultado ser un tema importante, y tal vez algo controversial.

La charla del Sr. Raiser cambió rotundamente mi punto de vista. Sus ejemplos sobre el éxito de la reconciliación fueron conmovedores, más concretamente un caso de Sudáfrica, que para mí fue el más importante. Posteriormente, asistí a una charla del Arzobispo Desmond Tutu, quien habló de su experiencia personal con la reconciliación.

Como resultado, empecé a definir la oración como un ministerio. Considero que el ministerio de reconciliación que se menciona en Segunda a los Corintios 5:17-19, es un importante aspecto del ministerio sanador. Puede que esto sea obvio para otras personas, pero hasta ese momento la curación para mí había significado principalmente la curación física de la enfermedad lograda mediante medios espirituales. Al considerar la pacificación y la reconciliación como parte de la curación, éstas asumieron una autoridad divina que en mi concepto antes no habían tenido.

El primer paso es orar en busca de sabiduría. La sabiduría es espiritualidad práctica. Es inspiración, buenas ideas, soluciones creativas, que responden al problema que se tiene entre manos.

El segundo paso en la reconciliación es incluir a todos en la oración. No es "mi" idea en contra de "tu" idea, mi solución en contra de la tuya, mi Dios en contra de tu opinión de Dios. No es algo privado, sino universal. Al orar por los líderes y soldados de mi país, y sus familiares, oro por los líderes y soldados de otros países y sus familias. Confío en que al hacerlo no ignoro lo que es necesario corregir, sino más bien reconozco el poder que tiene Dios en cada rincón del mundo.

Como tercer paso, oro para que todos se reconcilien con Dios y se restaure la seguridad. Tengo confianza en que esta oración llegará a cada individuo en momentos de crisis para ayudarlo a comprender "aun en cierto grado, [el ] Todo-poder divino" que "destruye el temor y planta nuestros pies en la senda verdadera" [Ciencia y Salud, pág. 454).

La oración más pura consiste en ceder a Dios incesantemente. Y yo soy la que debo comenzar a ceder, no puedo esperar a que los otros lo hagan. Tengo que renunciar a las opiniones políticas que constantemente aparecen en mi pensar, y que sólo estorban una oración eficaz. Necesito acallar el temor y la apatía con el sentido espiritual, con los pensamientos de Dios que me guían a mí y a otros para obtener una perspectiva más elevada y una vida mejor. No necesito condenar a aquellos con quienes estoy en desacuerdo. Hacerlo sólo me cerraría los ojos a lo que Dios ve y hace. Mientras que Él requiere que yo eleve mi mirada, mi punto de vista, hacia lo que es espiritual.

¿Cómo definir esta perspectiva espiritual? Comienza con Dios. Es estar consciente del bien. Se manifiesta como una intuición o inspiración. Es sentir el poder de Dios, el cual actúa para fortalecer nuestra vida y protegernos. Es habitar "al abrigo del Altísimo" y morar "bajo la sombra del Omnipotente" (Salmo 91:1). La perspectiva espiritual divina nos muestra que nuestra relación con Él es como la de un niño con su bendito Padre-Madre, y restaura a cada uno en su relación correcta.

Dios nos da el valor para enfrentar toda resistencia, así como la sabiduría para saber cómo resolver los conflictos. En tiempos de la Biblia, el ministerio de reconciliación y curación de Pablo y Silas encontró fuerte oposición. Fueron golpeados y encarcelados. No obstante, ellos desafiaron todo desaliento y "cantaban himnos a Dios". Como resultado, las cadenas de los prisioneros cayeron y se abrieron las puertas de sus celdas. Las Escrituras dicen que esta experiencia no sólo los liberó físicamente de la prisión, sino que transformó el pensamiento del guardia de la cárcel. Él recibió con agrado este nuevo punto de vista acerca de Dios y Cristo Jesús. Al mismo tiempo se reconcilió con Pablo y Silas, y les limpió las heridas y les dio de comer. Por la mañana, Pablo insistió en que los magistrados también reconocieran cierto grado de reconciliación. Se negó a abandonar la prisión hasta que los magistrados vinieran y les rogaran, y finalmente los sacaran de la cárcel (Véase Hechos 16:22-40). Pablo sabía que la reconciliación genuina comprendía acciones correctas, no tan sólo palabras correctas.

En mi oración por la paz mundial yo deseo que haya genuina reconciliación. Declaro el efecto transformador y el poder de la oración para restaurar la relación correcta que tienen todos con Dios y los unos con los otros. En el pasado, esa oración contribuyó a que hubiera paz entre los individuos y entre las naciones, y lo puede volver a lograr también hoy.

MIS ORACIONES POR LA PAZ


Único infinito, oro porque depongamos nuestras armas, y tomemos Tu Palabra y aprendamos una mejor manera de luchar. Que al comprender Tu unicidad y totalidad podamos reconocer quiénes somos, quién es nuestro único Padre, quién es nuestro hermano, quién es nuestra hermana, y qué es y no es nuestro enemigo. De esta forma podremos construir nuestras defensas espirituales.

Pido que podamos sentirte a Ti, el único Padre-Madre del universo, lo suficientemente cerca como para que nos abraces y consueles cuando tenemos miedo y nos sentimos indefensos, desalentados, sin hogar.

Ámanos tanto que nuestro temor se disipe y nuestro valor se fortalezca.

Amor Todopoderoso, guíanos con seguridad al protegido refugio que el salmista promete, y permítenos descansar allí, bajo Tus alas, como niños amados. Ámanos tanto que nuestro temor se disipe en la nada, y nuestro valor se fortalezca para enfrentar lo que nos depare el futuro.

Querido Dios, el único Espíritu, Tú haces que nazca el sol, que las estrellas cuelguen en el firmamento, que la luna brille, que las arenas vuelen arrastradas por el viento. No hay en la tierra ni en el cielo un poder más grande que el Tuyo. Gracias por no separarnos nunca del Alma inmortal, dondequiera que vayamos y sin importar lo que hagamos. Tal vez a veces creamos que Tú nos has abandonado, o que Tu paz nunca llegará. Ten misericordia de nosotros, y perdónanos si en algún momento dudamos de que eres el Principio del todo armonioso, por siempre presente. Con gentileza guíanos, como un pastor a volver a tomar conciencia de la unión que tenemos contigo.

Cuando el mal se cruce en nuestro camino y amenace las fronteras de nuestro pensar, invadiendo y haciéndonos reaccionar con odio y temor, permítenos comprender instantáneamente Tu bondad infinita presente en todas partes. Y otórganos la fortaleza y la paciencia para realizar la proeza absoluta de lograr la resolución final de todo conflicto, es decir, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto es esencial para asegurar la ayuda a la humanidad.

Vida de todos nosotros, recurrimos a Ti para conocer la verdad de nuestro ser, la verdad que nos libera para vivir en paz y armonía. Por ser Tu reflejo perfecto, sólo podemos conocer, tener el deseo y hacer lo que Tú conoces, deseas y haces. Danos humildad para aceptar esta realidad. Que el Cristo, Tu verdad, nos llegue a todos libre y abundantemente, trayendo curación, ahora y por siempre. Bendice ésta, nuestra oración en pro de la paz permanente, y establece firmemente en nuestros corazones la comprensión de un Dios infinito y único.

Que este fundamento sea como un trampolín desde donde saltar de alegría, a medida que la paz interior se transforme en la paz exterior.

BAJO FUEGO Y ORANDO POR LA VIDA


¿Cómo encara usted las trágicas noticias sobre las muertes causadas por la guerra? La muerte de un camarógrafo de la Australian Broascasting Corporation y otros cuatro periodistas, en el norte de Irak, planteó una vez más esta pregunta a los australianos.

Las noticias de este trágico incidente y otros semejantes, me han instado a orar por el consuelo y curación de aquellos que lloran la pérdida de sus seres queridos. Dios es Vida, inmortal y eterna. La vida no es vertida en un cuerpo mortal en el nacimiento, tan sólo para perderse en algún momento en el futuro, ya que la vida no tiene fin, porque Dios es nuestra fuente de vida. Puede que este punto de vista parezca radical, pero sustenta mi esperanza de que la vida no puede morir. Me da consuelo en momentos de pérdida. Me alienta a orar por la seguridad de los hombres y mujeres que trabajan en situaciones peligrosas en todas partes del mundo.

Tal vez la oración en esos momentos, cuando los medios de comunicación informan que el peligro es constante, parezca inútil. No obstante, yo me niego a sentirme abrumada por la desesperanza. ¿Por qué? Porque he aprendido que incluso en la guerra, cuando uno está enfrentando una situación que atenta contra su vida, es posible estar protegido de todo mal.

En 1969, mi hermano y yo estábamos en Vietnam durante la guerra. Cantábamos en shows para las fuerzas armadas y trabajábamos cerca de la ciudad costera de Da Nang, no lejos de donde había un puente estratégico que cruzaba un importante río. Cada extremo de esta larga estructura tenía puntos de control a cargo de soldados estadounidenses, armados con ametralladoras. Tenían que detener todos los vehículos que cruzaban el puente y revisarlos minuciosamente. El Vietcong había tratado en varias ocasiones de volar este importante cruce del río.

Una mañana el vehículo donde iba nuestro grupo comenzó a cruzar el puente para actuar en otra base militar. Aquella tarde habíamos actuado para las tropas y habíamos recibido una cálida recepción. Para cuando empacamos todo el equipo, nos cambiamos, y entramos en la camioneta blanca que habíamos alquilado, ya era de noche. Cuando íbamos de camino nos dimos cuenta de que las únicas luces que se veían en varios kilómetros a la redonda eran las de nuestra camioneta.

Todavía seguíamos riéndonos y disfrutando del éxito obtenido, cuando llegamos al oscurecido "Punto de control Charlie" del puente. Cuando nos acercamos al guardia de turno, en lugar de reducir su marcha, el conductor de pronto aceleró. Lo hizo de tal modo que fuimos arrojados de lado dentro de la camioneta. El guardia gritó: "¿Pare o disparo!", pero el conductor siguió acelerando. Cuando nos dimos cuenta de lo que sucedía nosotros también le gritamos que se detuviera, pero él nos ignoró y siguió adelante.

De pronto, se escuchó el disparo de las ametralladoras y el silbido de las balas, entonces nos echamos al piso. Con urgencia oré: "Querido Dios, Tú estás aquí presente. Tu presencia es un escudo de protección para nosotros. Tú eres nuestra Vida, y nadie nos la puede quitar. Tú nos estás ayudando. No vas a permitir que muramos en este puente. Tú nos mantienes a salvo". Continué orando de este modo con todo mi corazón.

Cuando llegamos al centro del puente, nuestro director de escena, se tiró hacia adelante y tomó al conductor desde atrás. La camioneta comenzó a moverse de un lado a otro, hasta que se detuvo.

Entonces los guardias que estaban en el punto de control delante de nosotros comenzaron a dispararnos. Nuevamente oré para que Dios nos mantuviera vivos. Yo sabía que los soldados tenían miedo de que la camioneta tuviera una bomba y explotara. Continué orando por nuestra vida, y para que no se tomaran decisiones equivocadas como resultado.

Después de varios minutos, rodearon nuestro vehículo y salimos mientras los soldados nos apuntaban con sus armas. Revisaron cuidadosamente la camioneta, y luego nos permitieron continuar y cruzar el puente. El conductor fue detenido, y nuestro director tomó el volante y nos llevó hasta el lugar donde residíamos.

Esa noche aprendí que la oración no es una vana petición. Es poderosa, protege. Lo sé porque el poder de la oración salvó a las siete personas que estábamos en aquella camioneta. Y esas instancias de preservación mediante la oración, no ocurrieron sólo una vez durante los 120 días que estuvimos en esa área de conflicto. Hubo tantas ocasiones en que fuimos protegidos, que podría llenar un libro.

La oración es más que un pensamiento positivo. No es el último recurso cuando ya no hay nada más que hacer, sino que es poderosa y eficaz; trae consuelo y curación, y puede proteger y salvar vidas en ambos lados de un conflicto. El poder salvador y protector de Dios es una ayuda presente. Tu oración puede producir y produce siempre un cambio favorable.

Y EN MEDIO DEL DISTURBIO, PAZ


En Tus manos están los cabellos mismos de mi cabeza. Siento la fortaleza de Tus dedos, Tu tierno toque en mi cara. Allí mismo cuando me siento desesperada por el mundo, cuando mis pensamientos están embebidos en dolor, y pienso en todos los niños pequeños — en todas las personas que han sido niños, en todas las manos, los corazones, los rostros, los anhelos, los nombres diferentes que tenemos para Ti, la manera en que llamamos Tu nombre en nuestros corazones — es cuando obtengo una vislumbre de la tranquilidad que se encuentra en medio de todo eso. Porque Tú estás allí con cada uno de nosotros. Para Ti no hay facciones.

En la quietud que yace dentro y fuera está el gran corazón de Cristo, donde no hay acusador. Éste es el centro y la circunferencia de todo ser, donde los limites desaparecen y yo dejo de preguntar quién tiene la razón y quién no, o cuándo terminará el conflicto.

En lugar de eso, me siento rodeada por Ti, el Dios que no deja ni siquiera un gorrión caer, el Padre del cual nunca nada nos podrá separar. El Dios cuyo amor no puede ser quebrantado. El Espíritu que provee un lugar donde ni un fragmento del mal puede entrar; un lugar para todos de paz impenetrable. El Dios imparcial — el Principio del universo fundamental, que todo lo rodea, donde el mal no puede morar.

"¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra" (Salmo 139:7-10).

Oh, que podamos ver la unicidad de nuestro ser; la valentía del Amor; que todos tenemos el derecho de estar aquí juntos — "una raza, un reino, un poder" (Mary Baker Eddy, Poems, pág. 22). Rumi, el poeta sufí, escribió: "No tiene límites mi amoroso ahora". No tiene límites el amor que Dios siente por todos y cada uno de nosotros; no hay hijos colaterales, ni miembros fungibles de la creación, ninguno puede ser consumido, ninguno puede ser herido.

Todos hemos nacido para Su gloria, para ser bendecidos y para bendecir. Ésta es la naturaleza del universo. Detente y percibe el llamado del universo de Dios. Su poder corre por el corazón del ser. Su Hacedor llama para recordar, asegurar, despertar: "Queridos, queridos míos, Yo siempre los consolaré. Siempre. No están solos. Ustedes también son llamados — cada uno de ustedes, para ser bendecidos. Lo merecen, y nada dentro de las grandes fantasías de este mundo puede robarles su gracia, su bondad, sus nombres. Éstos están grabados en la palma de Mi mano. Todos ustedes son Míos, todos. Y esta tierra, y sus vidas, y todas las vidas, surgirán en la canción que les he cantado. Todos los años que se comió la langosta — todos ellos — les serán restaurados".

Shalom. Salaam Alaikum. Que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento mantenga sus corazones y mentes por medio de Cristo Jesús (Véase Filipenses 4:7) Que el Dios de todo consuelo y amor los mantenga en Sus brazos hasta que pase la tormenta. Y que Dios haga resplandecer Su rostro sobre ustedes y les dé paz.

Dios hace brillar Su amor y bondad libremente para todos.

LA LUCHA POR LA PAZ COMIENZA EN CASA


Allí mismo donde la gente vive, trabaja y camina, está buscando paz. La comunicación instantánea que existe hoy en día, permite que las escenas de violencia y ansiedad aparezcan en nuestros hogares y las veamos casi en el momento mismo en que ocurren.

El otro día mismo estaba trabajando en el Internet en un lugar público, donde había un televisor encendido. Primero, aparecieron las escenas de un autobús que era asaltado por dos hombres armados; luego, mostraron un accidente en el que una víctima resultó gravemente herida, y después, aparecieron las imágenes de un juez federal que había sido ejecutado por el crimen organizado.

Más allá de estas escenas de violencia, la preocupación por la falta de empleo, de recursos económicos, y la incertidumbre por el futuro, pesan fuertemente sobre la gente de mi país. Los brasileños también están muy conscientes de una guerra distante y los inciertos efectos que pueda tener en nuestra vida. Muchos están buscando respuestas mejorando su educación, aprendiendo otros oficios, profundizando su comprensión de Dios. Aun así, prevalece un sentido de temor generalizado.

¿Somos acaso observadores curiosos e indefensos, incapaces de hacer algo para ayudar? Yo creo firmemente que cada uno de nosotros puede hacer algo. Podemos orar. Una sola oración puede hacer mucho bien, porque cada una se va agregando al impulso de bien que resuelve los problemas. "Orad unos por otros, para que seáis sanados", dice la Biblia. "La oración eficaz del justo puede mucho". (Sant. 5:16).

Las Escrituras también nos aseguran que "Dios es amor" (1 de Juan 4:8), el creador universal, justo y misericordioso. El cuidado, la misericordia, la bondad, la protección y la justicia del Amor están al alcance de todos nosotros, siempre que recurrimos sinceramente al divino Padre-Madre.

Dios es el bien para todos. Así como el sol hace resplandecer su luz equitativamente sobre todo, el Creador hace brillar su amor y bondad libremente para todos. Él nunca penaliza, nunca impone sufrimiento o castigo alguno. Podemos orar a este Dios siempre amoroso y sentirnos confiados de que oración será respondida. La oración en sí es un acto de pacificación, y en ella podemos sentir paz dentro de nosotros mismos, a medida que la ansiedad, el temor y la incertidumbre cedan el lugar al poder del Amor.

Yo pienso que una clave para orar con eficacia es cultivar el amor desinteresado por todos aquellos a quienes queremos bendecir. Para orar esa "oración eficaz del justo", nuestros pensamientos tienen que estar libres de crítica, condenación, temor, animosidad y conmiseración propia. Al estar liberados de las metas personales — de planes de venganza o posición social — la oración nos lleva a un lugar de unidad con el Amor divino, y esta oración "puede mucho".

Una noche tarde, había salido a hacer un mandado al centro de la ciudad. De lejos divisé a un hombre con algo en la mano en medio de la calle. Estaba tratando de golpear algún auto. Al acercarme, vi que tenía un cuchillo y trataba de acuchillar cualquier cosa que se moviera cerca de él.

No obstante, lo vi como mi prójimo, y como alguien que necesitaba ayuda, así que lo llamé para que viniera a hablar conmigo en la acera.

Entonces se me presentó este pensamiento: "Ten cuidado. No permitas que se te acerque mucho". Pero yo había estado orando antes de salir de casa, y muy pronto me sentí seguro de que el Amor divino estaba presente y nos estaba protegiendo tanto a este hombre como a mí. Le dije que Dios lo amaba, y que estaba con nosotros en ese mismo momento. Entonces dejó de gritar — era obvio que estaba ebrio — y acto seguido me preguntó: "¿Me haría usted un favor?" Le dije: "Si, ¿qué puedo hacer por usted?" "Por favor, guarde este cuchillo, antes de que lastime a alguien". A esa altura él estaba muy cerca de mí, de modo que tomé el cuchillo, el hombre siguió su camino y yo terminé mi mandado.

Durante esa experiencia nunca perdí mi sentido de paz. No experimenté temor, sino más bien me sentí seguro y amado al pensar en todos nosotros moviéndonos en la atmósfera del Amor divino. Mi oración se expresó más en hechos que en palabras, y produjo resultados inmediatos.

Para mí éste es un ejemplo de cómo comienza la paz en nuestro propio corazón y mente, a medida que vigilamos con detenimiento lo que vemos y escuchamos. A menudo la información que ofrecen los cinco sentidos físicos no es digna de confianza, porque no pueden percibir lo que sabe Dios de todos nosotros como Su creación. La oración nos permite usar el sentido espiritual para rechazar todo lo que es malo y perturbador sobre las escenas que se nos presentan, y reemplazar esa información errada con lo que es honrado, justo, equilibrado y bueno — con lo que procede del Amor universal. Esa "oración eficaz" promoverá la curación dondequiera y, en el momento que sea necesaria, la paz.

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