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PARA NIÑOS

MINDY Y GOTA DE MIEL

Del número de septiembre de 2005 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mindy vive en una granja donde crían ovejas y ganado, en Nueva Zelanda. A Mindy y a su familia les lleva cerca de una hora llegar al pueblo para hacer sus compras.

Sin embargo, no les importa tener que manejar tanto. Les gusta vivir en la granja porque disfrutan del aire puro y del sol, de los árboles y aves de la granja. A Mindy le gusta mucho ese lugar porque puede tener su propio poni.

El poni de Mindy se llama Gota de Miel porque su pelaje es del color de la miel. Mindy la quiere muchísimo. Y a gota de Miel le encanta que Mindy la cepille bien para mantenerla limpia. "¡Suish, suish!" hace la cola de Gota de Miel cuando Mindy la cepilla. Es así como el poni le dice: "Mindy, me gusta mucho que me cepilles".

A Mindy y Gota de Miel les gusta trabajar juntas. Ayudan al papá de Mindy a mover las ovejas de un campo a otro para que tengan pastos frescos.

También le encanta a Mindy salir adelante montada sobre su poni y abrir la tranquera para las ovejas. Al pasar entre helechos y arbustos, ve cómo pequeños pajaritos de pecho amarillo y colas abiertas en abanico revolotean de un árbol a otro.

Un día, después de mover de lugar las ovejas, Mindy cerró la tranquera, montó a Gota de Miel y se dirigió a su casa. Éste era uno de los momentos que más le gustaban al poni. Le encantaba estirar sus patas a medio galope por las colinas.

Pero ese día fue diferente. Algo no andaba bien. Gota de Miel no estaba yendo a medio galope, sino que realmente galopaba. Y luego se desbocó. Algo la debe de haber asustado. Mindy no la podía detener, y tenía miedo. Se aferraba a Gota de Miel con todas sus fuerzas, pero sentía que podía caerse. Parecía haber perdido el control.

Pero había algo que Mindy sí podía hacer: ella podía orar. Y dijo: "Padre-Madre Dios en tu amor guárdame..." Así empieza una oración que Mary Baker Eddy escribió especialmente para los niños. Mientras oraba, Mindy sintió que Dios estaba allí con ella. Podía sentir que Su amor la rodeaba a ella y al poni. Aunque Mindy todavía seguía rebotando sobre el lomo del poni, ya no tenía miedo. Ella siguió repitiendo: "El amor de Dios me mantiene a salvo".

El poni iba galopando rápido por las colinas. Pero muy pronto llegó a una tranquera cerrada cerca del cobertizo y tuvo que detenerse.

Mindy se bajó de Gota de Miel y la hizo pasar por la tranquera. Le dio varias palmaditas afectuosas y le habló con mucho cariño. Ella se dio cuenta de que el poni se estaba tranquilizando. Le sacó la montura y le permitió ir a su propio campito donde, con mucho entusiasmo, fue a tomar agua del arroyo que serpentea por allí.

Luego, corriendo a más no poder, Mindy llegó a casa para contarle a su mamá cómo Dios la había ayudado y la mantuvo a salvo.

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