Puede que este concepto suene muy radical, pero... usted y Dios son uno. No es que estén sólo relacionados o conectados, sino que son uno. ¿Que cómo lo sé? Porque Dios es infinito. Esto quiere decir que todo lo que ha creado es parte de El, estrechamente unido a la única causa divina, el Creador celestial. No puede ser separado de Él ni siquiera por un instante.
Mary Baker Eddy lo explica de esta manera: "El Principio y su idea es uno..."Ciencia y Salud, pág. 465. Esa idea, esa creación, nos incluye a cada uno de nosotros, a cada uno de los hijos de Dios. Ella escribe: "Tal como una gota de agua es una con el mar, un rayo de luz uno con el sol, así Dios y el hombre, Padre e hijo, son uno en el ser". ibíd., pág. 361.
Quizás este concepto de unidad se ilustre mejor por medio de la idea de reflexión, en la cual el sujeto está en total unidad con lo que lo refleja. Me gusta pensar no sólo en la imagen del reflejo en el espejo, sino también en el significado de reflexión en lo que se refiere al acto de pensar, o reflexionar acerca de algo. En otras palabras, si somos el reflejo de Dios, la Mente divina, somos, por ende, lo que la Mente está pensando.
Entonces es obvio pensar que somos tan importantes para Dios como Él es para nosotros. Él nos necesita; Dios no podría actuar sin que nosotros llenemos el lugar individual y único que tiene para cada uno de Sus hijos. Después de todo, uno no puede ser padre sin tener un hijo, un maestro sin tener un estudiante, o un pescador sin tener pescado. Dios no podría ser la Mente infinita sin tener una creación infinita que exprese a esa Mente. Y esa creación somos nosotros.
Puesto que Dios es Uno, y nosotros somos uno con Él, eso significa que nosotros también debemos de ser uno los unos con los otros. Entonces ¿qué es lo que quisiera dividirnos? ¿Qué poder podría interponerse entre las expresiones individuales del bien infinito, o Dios?
He aquí lo que Mary Baker Eddy pensaba sobre el tema. (En esta instancia en particular, ella estaba hablando de los estudiantes de la Christian Science, pero, por supuesto, lo que dice se aplica a toda la humanidad.) Escribe: "Los frutos naturales de la curación por la Mente en la Christian Science son la armonía, el amor fraternal, el crecimiento y la actividad espirituales". Y luego dice: "El propósito malicioso del poder mental pervertido, o magnetismo animal, es paralizar el bien y dar actividad al mal. Origina facciones y engendra envidia y odio..." The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 213.
En otras palabras, es esta falsa creencia de magnetismo animal, del supuesto poder y realidad del mal, lo que quisiera engendra conflictos, y tratar de dividir lo que, en realidad, no se puede dividir. Nuestra labor como sanadores es no sólo reconocer que la armonía, el amor fraternal y el crecimiento espiritual son naturales, sino también defendernos contra el magnetismo animal, y reconocer, en cada situación donde parezca haber conflictos, que el bien no se puede paralizar, que el mal no puede estar operando. Puesto que hay una Mente divina del todo buena que crea y gobierna toda la creación, simplemente no puede haber conflicto alguno.
El conflicto es una creencia en que los opuestos son necesarios.
En esencia, el conflicto es una creencia en que los opuestos son necesarios. En que como el bien es una realidad, también tiene que existir el mal; como el Espíritu existe, tiene que haber su opuesto, la materia. Como hay salud, tiene que haber enfermedad.
No obstante, un Dios infinito no da lugar a opuestos, ni a posibilidad alguna de que haya nada desemejante a Él Mismo. Jesús comprendió esto mejor que nadie, y esta comprensión constituyó la base de su ministerio sanador. Ciencia y Salud dice: "Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos". Ciencia y Salud, pág. 213. 4 ibíd., pág. 476—477.
Qué base más firme para orar por cualquier situación discordante. Allí donde pensamos que estamos discutiendo con alguien que es desagradable, desinformado y totalmente equivocado, podemos orar para ver al hombre perfecto, el hombre que siempre es uno con Dios. Allí mismo donde la ira y la incomprensión parecen estar presentes, podemos ver toda la creación espiritual de Dios unida en perfecta armonía.
Éste fue el enfoque que adopté hace muchos años, en mi trabajo como practicista de la Christian Science, cuando me llamó un mediador profesional para pedirme que orara. Él había estado tratando de actuar de mediador entre los obreros y la gerencia de una gran industria, pero las relaciones eran muy tensas, y parecía que el paro era inevitable. El hombre había perdido toda esperanza.
Comenzamos orando por la animosidad que había entre ambas partes, reconociendo que allí mismo donde parecía haber ira, obstinación y hostilidad, en realidad sólo había paz, flexibilidad y amor. Tratamos el hecho de que la ira es parte de la creencia, o la mentira, de que hay opuestos, la creencia de que en lugar de armonía podía haber falta de armonía; de que en lugar de una genuina disposición de escuchar, podía haber voluntad propia, y una visión muy limitada. Oramos para reconocer que Dios nunca podría haber creado a nadie capaz de comportarse así. Esto era simplemente el magnetismo animal tratando de imponer su historia, tratando de convencernos de que el mal tiene el poder de dividir.
No pasó mucho tiempo para que las dos partes comenzaran a colaborar entre sí y, finalmente, llegaran a un acuerdo satisfactorio. Incluso, después de las negociaciones, todos terminaron siendo amigos. Fue maravilloso.
Para mí, esto simplemente demuestra que lo más importante cuando se ora por cualquier clase de controversia, sea en materia de negocios, familia o iglesia, es reconocer los hechos espirituales de la situación. La Sra. Eddy dice que a fin de sanar "debemos aferrarnos firmemente a Dios y Su idea". ibíd., pág. 495. De modo que cuando hay un conflicto, tenemos que aferrarnos firmemente a Dios y Su idea de unidad, que nos dice que estamos indisolublemente unidos a Dios, y, por lo tanto, conectados los unos con los otros, mantenidos en unidad, donde no existen los opuestos, ni elementos beligerantes. Comprender que todos tenemos una fuente común, y que de ninguna manera podemos tener otra, elimina el antagonismo que quisiera dividirnos.
"Un Dios infinito, el bien", escribió la Sra. Eddy, "unifica a los hombres y a las naciones". ibíd., pág. 340. Nosotros no tenemos que crear esa unidad. Esa unidad ya existe. Nuestra tarea es reconocerla.
