Hace un tiempo entrevisté a un astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, quien se especializa en el estudio de galaxias. Después de haber reunido una muestra de más de 11.000 galaxias. con su grupo de trabajo descubrieron que éstas no están desvinculadas entre sí, sino que están relacionadas a través de lo que llamaron "la gran muralla de galaxias". Esta muralla astronómica está formada por una estructura de galaxias agrupadas, una al lado de la otra, como si fueran burbujas de jabón.
Las distancias escapan a toda imaginación. Desde la nuestra hasta la más lejana en esta muestra de galaxias hay una distancia de 450 millones de años luz. Nuestra galaxia, la Vía Láctea, ya tiene 100.000 años luz de un extremo al otro.
Ahora, si bien las galaxias están relacionadas unas con otras en esta estructura astronómica, ¿no podríamos decir que también hay una estructura que nos relaciona a unos con otros en el universo? No sería muy arriesgado concluir que estamos todos relacionados en una estructura espiritual en la que un Principio unificador nos incluye a todos.
El libro Ciencia y Salud, que usted va a ver mencionado varias veces en este número, da la interpretación espiritual del término "Iglesia" diciendo que es "La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él" (pág. 583).
Dios es el Amor y cuando actuamos en línea con el Amor, obrando desinteresadamente, con perdón, alegrándonos por el bien de los demás, actuamos en unidad con el Principio divino de toda ley. Así, recibimos las fuerzas y los medios que necesitamos y Su ley nos cuida y protege.
Bueno, si bien años luz separan a las galaxias, una luz de interés común nos une a los que buscamos el poder regenerador y sanador de Dios. El tema principal de este número de El Heraldo es el de resaltar este sentido de unidad que ha sido integrado en nuestro ser por ese mismo poder divino que hermana a las galaxias.
Con afecto,
