Hace algún tiempo, la palma de mi mano derecha, fue invadida por hongos de un aspecto muy agresivo. Para evitar que los demás los vean y no me impidieran manejar el auto y ayudar en los quehaceres de la casa, puse un vendaje alrededor de la palma. Sabía que no debía orar para que los hongos desaparecieran, sino para cambiar mi manera de pensar.
Ciencia y Salud enseña de muchas maneras que: "Le causa primordial y base de toda enfermedad es el temor, la ignorancia o el pecado". Empecé a estar más atenta a mi estado mental y a mis sentimientos más íntimos. Me di cuenta de que cuando mis hijos se ponían rebeldes, yo reaccionaba ante actitudes o expresiones injustas, en lugar de corregir con la verdad que el hombre es el hijo del Creador.
Esa actitud me perturbaba porque, aunque deseaba sanar esas situaciones, no lo lograba, pues no las corregía en lo más íntimo de mi ser. Pero como Dios es como el sol que penetra e ilumina con sus rayos hasta las partes más oscuras y profundas, esperaba confiada que Su luz también iluminara esos estados mentales, y la oscuridad cediera a la influencia de Su carácter divino.
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