En prolongado silencio transcurrió la ágil caminata rumbo al Cajón del Rio Azul, en la Cordillera de los Andes, Provincia de Rio Negro, en Argentina.
Mi hija y yo decidimos visitar este maravilloso lugar, aunque sabiamos que nos tomaria tres horas y media llegar al refugio más cercano.
Atravesamos bosques de coihues, árboles que alcanzan unos 30 metros de altura, y en varias ocasiones cruzamos el rio por precarias pasarelas construidas de tablas y troncos.
El bosque se expresaba. Escuchamos el canto de pájaros solitarios y incansable resonar del rio que apurado traía sus gélidas aguas de deshielo.
De pronto, sobrevino un profundo silencio interior. El pensamiento, la palabra y la acción se unieron en una paz que sólo de Dios podía venir. Entonces senti claramente la inquebrantable relación del hombre con su Hacedor. El hombre incluido con toda exactitud en el movimiento eterno e incansable de la Mente divina, el Amor.
Esta vivencia fue tan clara que percibi las huellas de la Divinidad impresas en el ser, y comprendí que la aventura de caminar hacia adelante y elevarnos, hoy, ahora, es el verdadero sentido de la vida.
El Bolsón
Rio Negro, Argentina
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!