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EL BUEN VECINO

Del número de enero de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estaba mirando las noticias locales cuando mostraron la historia de un hombre llamado Charlie. Su casa se había quemado, y se quedó sin ninguna posesión material. Como no tenía un lugar para vivir, estaba durmiendo en el porche de sus vecinos. Además de ser una persona de edad avanzada, sufría de una enfermedad debilitante y no tenía dinero para comprar su medicina.

Su historia me pareció muy triste, así que inmediatamente llamé a la estación de televisión para ver si podía obtener más información. Me dieron el número de una vecina y la llamé. Ella se puso muy contenta de que alguien la hubiera llamado. Le pregunté si había algo que yo pudiera hacer para ayudar, y me dijo que Charlie necesitaba un hotel por unos días. Me dio el número de un hotel cercano en su localidad, y reservé unas cuantas noches para él.

Esa noche se fue al hotel muy contento; allí tenía una cama y, lo que era más importante, un poco de tranquilidad, un lugar para estar cómodo por un rato. Yo también me sentí contenta de haberlo ayudado. Más tarde su vecina me llamó otra vez y me comentó que Charlie pensaba que yo era un ángel del cielo.

Al día siguiente, tuve la oportunidad de hablar con Charlie por teléfono, y se puso a llorar de gratitud. Me dijo que había dormido como un bebé. Me preguntó si podíamos encontrarnos y yo acepté su invitación. Fui a la casa de su vecina y todos nos sentamos en el porche a comer pizza y refrescos que yo había comprado. Una estación de televisión llegó para cubrir la historia de lo que estaba ocurriendo con Charlie. Pero la historia verdadera es mucho más profunda.

Al ayudarlo a él, me ayudé a mi misma.

Esa tarde fuimos juntos a su iglesia. Él pertenece a una denominación diferente a la mía y es un hombre de gran espiritualidad. Me dio mucho gusto acompañarlo. Charlie estaba muy contento de que yo estuviera ahí, como una prueba de la respuesta a su oración. El sacerdote estuvo de acuerdo con esto y lo alentó a que siguiera orando. Las plegarias a Dios siempre son respondidas. Al ayudar a Charlie me ayudé a mí misma.

Ciencia y Salud dice lo siguiente: "En la relación científica de Dios con el hombre, encontramos que lo que bendice a uno bendice a todos". Yo necesitaba expresar cualidades, como gentileza, generosidad y caridad. La Christian Science nos enseña que el hombre es el reflejo de Dios. Y al expresar estas cualidades Lo expresaba a Él.

M.B. Eddy va más a fondo en relación al efecto multiplicador del bien cuando menciona en su libro el ejemplo de los panes y los peces. Después que publicaron la historia de Charlie en la televisión, otras llamadas empezaron a llegar, y más personas vinieron trayendo ropa, comida y otras cosas útiles. Con el tiempo, se estableció un fondo en su nombre y con ese dinero le compraron un terreno y una casa-remolque. Nunca antes había sido dueño de nada y esto fue maravilloso para él.

He llamado a Charlie muy seguido desde entonces, y está muy contento. Ha podido comprobar el poder de la oración y yo he aprendido que Dios nunca nos abandona cuando Lo necesitamos. En otras palabras, nuestras plegarias siempre nos hacen ser mejores. M.B. escribe en Ciencia y Salud: "Los pensamientos inexpresados no los ignora la Mente divina. El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes que tomen forma en palabras y en acciones".Ciencia y Salud, pág. 1. Nunca sabemos cómo serán respondidas nuestras oraciones; pero podemos tener la certeza de que serán respondidas. Charlie oró para recibir bendiciones. Yo lo hice para expresar en mayor medida las cualidades de Dios al ayudar a otros.

Si bien yo fui de ayuda para Charlie, iél también me bendijo a mí!

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