Estaba mirando las noticias locales cuando mostraron la historia de un hombre llamado Charlie. Su casa se había quemado, y se quedó sin ninguna posesión material. Como no tenía un lugar para vivir, estaba durmiendo en el porche de sus vecinos. Además de ser una persona de edad avanzada, sufría de una enfermedad debilitante y no tenía dinero para comprar su medicina.
Su historia me pareció muy triste, así que inmediatamente llamé a la estación de televisión para ver si podía obtener más información. Me dieron el número de una vecina y la llamé. Ella se puso muy contenta de que alguien la hubiera llamado. Le pregunté si había algo que yo pudiera hacer para ayudar, y me dijo que Charlie necesitaba un hotel por unos días. Me dio el número de un hotel cercano en su localidad, y reservé unas cuantas noches para él.
Esa noche se fue al hotel muy contento; allí tenía una cama y, lo que era más importante, un poco de tranquilidad, un lugar para estar cómodo por un rato. Yo también me sentí contenta de haberlo ayudado. Más tarde su vecina me llamó otra vez y me comentó que Charlie pensaba que yo era un ángel del cielo.
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